Juego de ojos/Miguel Ángel Sánchez de Armas
Señoras y señores, con ustedes… ¡la portavoza!
España, mi querida España. Como si no te pesaran los separatismos, el desempleo, los escándalos de corrupción, el descalabro económico, las pataletas de Puigdemont, las marrullerías de Urkullo y una lista de agobios más larga que la Cuaresma, ahora aparece una jovenzuela, toda diputada ella, para exigir, con aires de Barnum & Bailey, que la equidad de género en el Reino sea en adelante servida con la adopción de un nuevo vocablo: portavoza.
Irene Montero se llama la rapaza que con gentil donosura anunció en el púlpito del Congreso en Madrid que Podemos, su partido, dará socorro lingüístico al feminismo.
Las crónicas no detallan si corrieron risitas por el recinto o si alguno de los graves parlamentarios sufrió un soponcio o un ataque de dispepsia cuando la Montero, quien en su cuenta de tuíter se describe a sí misma portavoz [masculino resaltado mío], se sumó a sus predecesoras que llamaron a derribar el muro de la inequidad a mazazos de voquibles: miembras (Bibiana Aído, 2008) o el radical jóvenas (Carmen Romero, 1993).
¿Estaría hablando en serio la diputada? Quizá su intención fue animar el debate, llevar el carnaval al apolillado Congreso en donde vemos a tanto joven con talante de viejo. Pudiera ser. Todo es posible en el reino de la política, como nos enseñara el llorado Jesús Hernández Toyo y confirmara el inefable Vicente Fox.
Pero de que doña Irene armó un follón, lo armó. Presto, tirios y troyanas se lanzaron al ruedo, diccionario en mano unos, proclamas igualitarias otras. No escuché que se hablara de brecha salarial, igualdad educativa, violencia de género, matrimonio infantil, ablaciones, preferencia sexual o derecho a decidir sobre el cuerpo, sólo enardecidas condenas al yugo de la masculina pata en el femenino pescuezo. El colmo, para mis gotas jacobinas, fue que una respetadísima académica, cuyo nombre me reservo para no exponerla al escarnio público, sostuviera que el imperio del hombre sobre la mujer comenzó cuando ellas salieron de la costilla de Adán… ¡Ay, la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía!
Sería injusto y quizá pecaminoso el que un indiano que ha visto el nombre de sus antepasados grabado en baluartes andaluces y que en alguna comarca de La Mancha es recordado como maestro en refrescar manzanilla, sostenga que las memeces políticas son hacienda exclusiva de la madre patria. No señor. Acá no cantamos mal las rancheras. Tenemos una feminista que le dice “ciela” a su hija para no caer en el deleznable masculino, y son más numerosos y numerosas que las estrellas y los estrellos en el firmamento y la firmamenta, las políticas y los políticos que antes de omitir en sus arengas el “las” y “los”, darían a los menesterosos el 1.76% de su salario.
También en la península la clase política abona al mal humor social. Un chaval es llevado ante la justicia y multado por el delito de subir a redes su retrato enmascarado de Nazareno; el joven diputado Pablo Iglesias, del mismo partido que miss Montero, tiene una rápida reacción. ¿En defensa del chamaco? Desde luego que no. Pone el grito en el cielo porque ni la policía ni los jueces tuvieron la misma presteza para castigar a unos ciudadanos que en Santander amenazaron con molerle a palos, no sabemos si con causa justificada o no. Nótese que el muchacho llevó a cabo una acción, en tanto que los montañeses sólo plantearon una advertencia o quizás un deseo.
Termino con una joya, un caso que resuena en el rincón del más allá en donde se resguardan Sydney Perelman, los hermanos Marx, Chaplin y Cantinflas:
“Sevilla (Colpisa).- Un vecino de la localidad gaditana de San Roque solicita una indemnización por la muerte de una vaca, cuando huía del acoso sexual de un burro propiedad de la Corporación municipal. El propietario de la vaca alega que el asno entró en su terreno persiguiendo a su animal con intenciones deshonestas, y ésta al tratar de escapar del acoso cayó por un terraplén como consecuencia de lo cual murió.
“La demanda del vecino señala que el burro entró en su terreno acosando sexualmente a la vaca, mientras que el Ayuntamiento considera que la vaca provocó al asno. José Lara, concejal del Ayuntamiento de San Roque, explica su versión de los hechos: ‘se trata de un burro joven, con mucha fuerza y claro, al salir la vaca completamente desnuda, con las tetas al aire, pues igual el animal se salió de madre y embistió’. Serán los servicios jurídicos del Ayuntamiento los que tendrán que decidir si hubo realmente acoso sexual por parte del burro”.
¡Carajo!