Juan Pablo Ramírez pinta y musicaliza al escribir
En su Naufragio de la Sed
Al escribir, el poeta Juan Pablo Ramírez Gallardo, delinea cuadros de hondo acento. Su poesía es efluvio de imágenes, de pinturas que, alevosa y genialmente, incrusta en la mente y la sensibilidad de quienes lo leemos. Sus estrofas van de la exuberancia selvática, serrana y marítima a lo sideral, siempre como hilván de pinceladas vigorosas, como parte fundamental de una obra impresionista de sonoridades musicales.
A sus poemas les da las porciones adecuadas de luz, color y movimiento. Esto es que sin ser pintor pinta, sin ser músico sonoriza y, siendo filósofo, escribe con singular transparencia, de manera llana, sin rebuscamientos, sin teorías y sí con la sencillez que es menester para llegar a todo tipo de lectores. Es, por eso, su poesía una puerta abierta, una ventana al horizonte que se abren para deleite y disfrute, para coincidencia y complicidad.
Acabo de leer de su autoría “Naufragio de la Sed”, obra poética con la que me llevó a viajar, a ver múltiples locaciones, escenarios, estadios y cuadros como pintados al óleo o, más bien, al acrílico por la luminosidad de sus brochazos. Dígalo si no una estrofa de su tercer poema:
“Ya han pasado los años
y las arenas del tiempo
no nos dejan ver nuestro pasado.
Los cisnes siguen caminando
erguidos en laderas extensas humedecidas
por el néctar de las noches
por los gritos de estos náufragos
que beben la espuma del alba
como si fuera miel de las arenas
y gritan con la mirada
desgarrada de silencio”.
¡Uf! Cuántas imágenes de un jalón y todas muy bien concatenadas, puntuales y precisas; cada una policromática y musical. El tiempo, el desierto, los cisnes, laderas, humedades, néctares nocturnos, gritos, náufragos, espuma, alba, miel, miradas y silencios. ¡Uf! Cuánta dotación de luz, emociones, color, sentimientos, movimiento y planos diferentes. Es este un cuadro de dibujo pulcro, académico; es esta una pintura luminosa muy bien resuelta.
Bien, pero leamos completo el poema 1 de Naufragio de la Sed, para constatar la musicalidad de la poesía en verso libre. Musicalidad que Juan Pablo Ramírez Gallardo logra magistralmente, como si de un atrilista y director de orquesta se tratara. Poema muy bien estructurado con lenguaje literario capaz de encontrar aceptación, entendimiento y gusto en cualquier lector, porque su autor no cae en la fácil inclinación de la complicación.
Nuestras ideas se juntan
son heridas que se lleva por dentro
en el trabajo diario
escarbando los caminos
son semilla entre rocas
tierra regada al atardecer de los exilios.
Descansamos con ellas
bajo techo
bajo el esfuerzo de caer libremente
sabernos
gotas de un torrente confuso
aguacero de lunas y viejas encrucijadas.
Parecen alas
pero son el asidero de los nacimientos
que se pasean con el alba
cuando el duro viento nos agita las ramas y nos abre las alargadas ventanas.
Junto a ellas nos quedamos perplejos
en el árbol y sus hojas
en la triste sombra que nos escarba el silencio.
Lo mismo da si algo nos falta:
estar juntos en ese delgado letargo cuando te vas
o en el milagroso despertar
del naufragio que une
que invita a seguir navegando
ya sin brazos
ya sin besos
en el viejo andamio que sostiene los caminos
lentos
donde la memoria se extravía
y lo que existe a nuestro alrededor
nos hace mecer
entrelazados
cubiertos de musgo y dudas.
Juan Pablo Ramírez Gallardo es maestro universitario, poeta (eso es evidente), filósofo, promotor cultural, gestor y mucho más. Autor de 4 libros, a saber: “El Silencio de los Pájaros”, Ed. Cobaem; “Ofrendas de tristeza”, edición de autor; “Sonoridades de intimidad”, Ed. Letras de Barro; e “Invocación de la Memoria”, publicado en España por la editorial Abra Canarias Cultural.
En un segundo poema de Naufragio de la Sed, este poeta que ha laborado como Profesor de la Preparatoria Universitaria Isaac Arriaga; y ha sido reportero, columnista, analista y Jefe de la Sección Educativa de La Voz de Michoacán; mismo que se ha desempeñado como jefe de los departamentos Tecnología Educativa, Servicios Estudiantiles, Servicios Académicos y Metodología Educativa, así como Director de Educación No Escolar izada, en el Colegio de Bachilleres del Estado de Michoacán, nos dice:
Tú te escondías de los secretos
de su dureza de piedra
a punto de caernos encima
pero antes de que eso ocurriera
desaparecías entre las horas
en esos lugares donde la bruma crece y envuelve todo
y un parpadeo nos recordaba
que aún no nos hemos podido deshacer a pedazos
aunque la incertidumbre duerma a espaldas nuestras.
En fin, Juan Pablo Ramírez Gallardo, actual es director de Ipseidad Ediciones; presidente del Consejo Consultivo de la Academia Nacional e Internacional de la Poesía, Delegación Michoacán; activista del Movimiento Proyecto Cultural Sur; y Productor y Conductor del programa De Poetas y Poemas, en la Radio Nicolaita de la Universidad Michoacana; nos precisa el cuarto poema de Naufragio de la Sed con un ritmo musical:
Apenas amanece
el tiempo viaja
por encima de nosotros
y dejamos que el día termine
meciéndose
en el fresco olor de las palabras
en la aventura de explorar los perfumes
de esta travesía a ciegas
donde el viento abate al trigo
en un movimiento que hace infinito el universo
inventado con el húmedo canto de los caracoles.
Me gusta observarte
en el estupor de las humedades combatientes.
Ahí se desvanecen los romances y
el tiempo es un péndulo deseante
que viaja por las orillas de lo prohibido
sombras
que caminan por cualquier calle
en las plazas soleadas o en las tardes
cuando llueve y el lodo cubre los caminos
el sol se desvanece para convertirse
en un paisaje
olvidado
arrastrándose hasta ocultarse en los bajos fondos.
Del mar de la tarde
surgen gruesas raíces
que nos confunden el destino
enredándonos en los conjuros ocultos de la muerte.
Al anochecer tu mirada se enciende
en las huellas salinas
de las sirenas
y la tristeza de la noche
es escenografía refundada
laberinto ultrajado en las miserias mortales que nos alejan.
Tu cuerpo se inunda con las tormentas rutinarias
eclipsa el tiempo en este espacio
cavernoso de la noche
hasta ver el naufragio de tus navíos en mis dedos.
Yo te cubro
con el frio sereno de lo que se olvida
de lo que ya no existirá
en el bosque oscuro de nuestras emociones.
Abro los rojos telones de tu cuello
respiro con el corazón cerrado
los vientos del verano bailan
las nubes comienzan a caer
mientras mis labios aflojan
el navío quemante de tus secretos.
Somos como una isla de negrura estremecida
luchando por salir y entrar
escarbando
meciéndonos
bajo las sombras de tu boca.
Ya es muy tarde, el día madura de nuevo
como un vendaval
nadie necesita las palabras
los ojos reflejan los instantes
y el viento
nuevamente el viento
vuelve a sacudir indómito
las gruesas banderas de nuestra secreta perplejidad.
Total, que estamos ante un obra redonda, madura, honda y bella de un poeta moreliano de estatura mayor. Así sea.