Itinerario Político/Ricardo Alemán
En política, igual que en la sociedad de los grandes felinos –como la de los leones--, el poder y “el control de la manada” se alcanza matando al “rey viejo” y a sus cachorros.
Es decir, que en toda manada –eso son los partido político--, el león joven debe pelear y matar al “rey viejo” y a sus cachorros políticos. ¿Por qué? Porque sólo así puede controlar el partido, cimentar su propia prole, conseguir la candidatura presidencial y, luego, acceder al poder.
Ese camino político, natural en todo el mundo, lo han seguido casi todos los presidentes mexicanos; también lo siguieron AMLO, Miguel Mancera y hasta Ricardo Anaya. Y es que según las reglas naturales de “la manada” y de los partidos, el poder se gana en una batalla a muerte y, por eso, el poder no se comparte.
Pero en política y en la sociedad de los grandes felinos existe una grave desviación del curso natural de las cosas; una tara que, con el tiempo, mata a la manada.
Ocurre que algunos leones jóvenes no desarrollan el instinto de ganar su propia manda y cimentar su propia familia política. Prefieren vivir sometidos bajo la tiranía del “rey león”, en espera de las migajas que aquel deje, lo que cancela la renovación de lideres y garantiza la perpetuidad de las jerarquías en la manda. Y como no hay sangre nueva, la manada muere.
En la historia política reciente, la izquierda mexicana registra dos casos de leones jóvenes que no se atrevieron a matar al “rey león”. El primer es el de Marcelo Ebrard, quien hoy es un muerto político. El segundo se llama Ricardo Monreal, quien terminó escondido bajo el estiércol de la manada.
En ambos casos muchos dicen que el “rey león” de Morena provocó tal miedo en los leones jóvenes –en Marcelo y Monreal--, que éstos prefirieron el suicidio político.
No, lo cierto es que en los casos de Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal asistimos al fenómeno contrario. Marcelo y Monreal no fueron sometidos por miedo y menos por el chantaje de su cuestionable pasado político.
No, en realidad Ebrard y Monreal fueron víctimas del “síndrome de Estocolmo”. ¿Y eso que quiere decir? Todos lo lo saben, se trata de un síndrome en donde las víctimas de un secuestro, de violencia extrema y de una reiterada humillación, terminan enamorados de su victimario.
Marcelo y Monreal han aceptado todo tipo de humillaciones por parte del “rey león” de Morena, pero lo aman al grado de negarse al parricidio político –para aspirar a ser presidentes--, y preferir el suicidio político.
Condición felina, Condición humana y condición política.
Al tiempo.