Itinerario político/Ricardo Alemán
Sabotaje criminal del celular y la bufanda
Ricardo Alemán
Es de risa loca,
Y es que no solo son el hazmerreir de millones de ciudadanos en México sino la burla del mundo entero.
Bufones que hacen reír a las democracias del primer mundo pero también a sus “hermanos de lucha”; a los populismos del mundo entero.
Burla no sólo por la “estulticia mañanera” sino por la irracionalidad con la que gobiernan y pretenden resolver los problemas nacionales.
Burla del mundo entero por tonterías discursivas como la rima nada realista pero harto populista de “abrazos, no balazos”
Y son la burla porque tanto la gestión federal de López Obrador como la jefatura de gobierno de Claudia Sheinbaum parecen empeñadas en hacer el ridículo en todo aquello que emprenden, dicen y deciden.
Sea construir un aeropuerto inservible, sea plantar un ahuehuete.
Decisiones locuaces de gobernantes estultos que creen en el autoritario “decretazo” como fórmula mágica para su retórica “engañabobos”.
Decretos como, la militarización del Metro, el sistema de transporte más importante del país que se cae a pedazos por falta de un eficiente servicio de mantenimiento.
Pero en lugar de presupuestar el dinero indispensable para mejorar el servicio del Metro, el presidente y su “delfina” jefa de gobierno mandan seis mil militares vestidos de guardias nacionales para cuidar al Metro.
¿Qué le cuidan al Metro si no cuidan a los usuarios del Metro?
Esa es la parodia del propio AMLO y de la señora que dice que le dijeron que será la sucesora.
Y frente a esa sinrazón y ante tal ridículo, en México no pasa nada; nadie dice nada y, peor aún, el gobierno de López se avienta la puntada de que los militares fueron llevados al Metro para indagar quién sabe qué horrible complot contra su “delfina” y contra el presidente mismo.
Sí, en México se puede caer a pedazos una línea del Metro, como se derrumbó la Línea 12, pero no pasa nada; nadie es investigado y tampoco se castiga a nadie por la irresponsabilidad en una tragedia que costó la vida a una treintena de ciudadanos.
En cambio, si un ciudadano deja caer de manera accidental su teléfono celular a las vías del Metro --al intentar subir a lo vagones--, entonces los militares que cuidan al Metro por orden presidencial lo detienen, le abren una carpeta de investigación y lo tratan como criminal capaz de organizar un complot contra las vías de comunicación del país.
En México puede ocurrir una tragedia como el estallido de Tlahuelilpan --que costó la vida a 130 ciudadanos que murieron calcinados--, pero no pasa nada y nadie es investigado y menso detenido.
En cambio, si un ciudadano deja caer una lata de refresco de cola o de cerveza a las vías del Metro, es considerado como un terrorista que debe ser investigado y, sobre todo, debe ser llevado preso en calidad de criminal de la peor calaña.
En México se pueden cometer las peores atrocidades contra miles de mujeres, en la peor epidemia de feminicidios de la historia, pero no pasa nada y no le importa a nadie en el gobierno federal y tampoco en los gobiernos estatales de Morena, como el de Claudia Sheinbaum.
Pero si una mujer deja caer su bufanda, de manera accidental, en las vías del Metro de la CDMX, entonces los militares de AMLO y de Claudia la consideran y la clasifican como una terrorista que con esa peligrosa arma llamada bufanda intentó boicotear las vías de comunicación, como el Metro.
En México el presidente López puede ser el peor enemigo de las mujeres; puede desaparecer las guarderías y cancelar los refugios para mujeres violentadas, pero si una mujer deja caer de manera accidental a las vías del Metro un instrumento plástico como las aspas de una lavadora, entonces es detenida y clasificada como terrorista.
En México pueden ser asesinados el mayor número de periodistas en la historia y manos criminales pueden atentar contra Ciro Gómez Leyva y, no pasa nada, a nadie le importa.
Sin embargo, si un periodista se atreve a documentar la alianza del poder presidencial con el Cártel de El Chapo, entonces el presidente mismo se encarga de satanizarlo, difamarlo y calumniarlo de manera pública y en el mayor foro de propaganda del Estado.
Y por eso, porque son el hazmerreir del mundo, a. López Obrador el mundo lo clasificó “como el tirano del año” en el 2022.
Y la respuesta del mandatario mexicano no pudo ser más hilarante.
Dijo que llamarlo “tirano del año” era parte de una campaña de los conservadores del mundo en su contra.
Un mundo lo vigila.
¿No es de risa loca?
Al tiempo.