Itinerario político
El árbitro electoral de la capital del país terminó muerto a manos de los diputados de Morena –y de sus aliados--, en la sesión pública del Congreso de CDMX, del pasado viernes 27 de mayo.
Pero lo más cuestionable es que los matarifes de la democracia electoral mexicana --en la capital del país--, no sólo pasarán a la historia por cometer el mayor crimen político en el antiguo DF, sino que confirmaron que la aspirante presidencial, Claudia Sheinbaum, es la autora intelectual de tal crimen.
Y es que, en efecto, desde su despacho, la jefa de gobierno diseñó la reforma electoral y exigió a los “sicarios” políticos de Morena en Donceles --los lacayos diputados de Morena y sus nada respetables aliados--, tirar a la basura los restos mortales del árbitro electoral de la capital, a cambio de un supuesto ahorro de pingües 50 millones de pesos.
Por eso la primera pregunta: ¿De verdad, existe algún tonto de Morena que cree que la certeza democrática en Ciudad de México cuesta 50 millones de pesos del presupuesto capitalino?
Es otras palabras, resulta que según la retorcida cultura democrática de Morena, del presidente Obrador, de la jefa de gobierno, de sus políticos y de sus gobiernos, para ahorrar 50 millones de pesos, los capitalinos estaremos de acuerdo en renunciar a las elecciones equitativas, transparentes, creíbles, legales y confiables.
¿Creen, los bobos de Morena, que los capitalinos tolerarán que --a partir de la muerte del IECM--, todos aplaudiremos que nadie vigile las trampas, raterías y las pillerías electorales de Morena o de cualquiera de los partidos con registro?
Lo cierto es que Morena y su pandilla criminal ensayan en la capital del país --a través de sus lacayos en el Congreso local--, el primer paso de uno de los mayores crimen político-electoral de la historia; la muerte de los árbitros electorales en cada una de las entidades federativas.
Un crimen político ordenado desde Palacio por el presidente Obrador y que, “a pie juntillas”, sigue y cumple la señora Claudia Sheinbaum; un crimen contra toda la democracia mexicana que replicarán los gobernadores de Morena en cada una de las entidades que mal “gobiernan”.
Y por esa misma razón --porque se saben impunes--, en los previos al 5 de junio, los integrantes del partido en el poder, Morena, cometen toda clase de tropelías en la Ciudad de México y en todo el país; todo ello frente al cinismo del Estado; cinismo tolerado desde Palacio.
Y es que hasta hoy nadie ha sido capaz de poner un alto a las reiteradas violaciones constitucionales que cometen tanto el propio presidente, pasando por los diputados federales y locales de Morena; por senadores del partido oficial y, claro, por todos sus gobernadores surgidos del partido del presidente.
En pocas palabras, la realidad confirma que asistimos al mayor crimen colectivo cometido contra instituciones autónomas; árbitros electorales que sirvieron para que Morena, su presidente, sus gobernadores y legisladores llegaran al poder y quienes hoy las destruyen –junto con la democracia--, para quedarse en el poder indefinidamente.
Pero acaso la mayor tragedia es que, a pesar de la gravedad de la destrucción del Instituto Electoral de la capital del país, muy pocos ciudadanos han reparado en la importancia del crimen cometido por Morena y por el propio presidente, contra la democracia mexicana.
Y es que son muy pocos los ciudadanos que vieron y entendieron y que les interesa el tamaño de la tragedia; una infamia que incluyó violentar la Constitución, violar todas las reglas del Congreso de Ciudad de México y, sobre todo, recurrir a la barbarie para imponer la voluntad criminal dictada desde Palacio.
Pero vamos paso a paso.
1.- El ensayo del crimen de Estado contra los árbitros electorales fue dictado desde Palacio, por el propio López Obrador, quien al ver que en el Congreso de la Unión no tenía posibilidades de reformar al INE, decidió una estrategia inversa; la destrucción paulatina de los institutos electorales estatales.
2.- Y el primer paso y el más emblemático fue el de Ciudad de México, en donde la “regenta” enmendó la Ley Electoral y ordenó que --al costo político que fuera y por los medios necesarios--, los sicarios de Donceles mataran el IECM.
3.- Con esa encomienda a cuestas, los diputados de Morena en el Congreso capitalino violentaron todos los reglamentos y leyes de operación del Congreso y, literalmente por la fuerza, impusieron y votaron el dictamen salido de la oficina de la señora Sheinbaum.
4.- Y por si no fuera suficiente, la propia señora Sheinbaum ordenó que las instalaciones de Donceles –sede del Congreso capitalino--, fueran secuestradas por miles de granaderos desplegados en cuadras aledañas.
Curiosamente los mismos granaderos que mataron estudiantes en 1968; los que según la jefa de gobierno ya habían desaparecido.
5.- Una vez consumada la violación a la Constitución y a todos los reglamentos del Congreso de CDMX, los opositores amagaron con acudir a la Suprema Corte, para exigir una declaratoria de inconstitucionalidad.
El recurso está en marcha pero, a manera de advertencia, desde La Corte les avisaron a los opositores que tal recurso “no procederá”.
¿Por qué?
Porque los ministros de La Corte son esclavos y lacayos de Palacio, en donde el presidente López Obrador ordenó que, por ninguna razón, debe ser revivido el Instituto Electoral de la capital del país; institución que fue sepultada por orden presidencial.
¿Y qué es lo que sigue?
Poca cosa, la muerte, uno a uno de los institutos electorales estatales y, al final, la muerte del INE, la cual veremos en los previos a la elección federal del 2024.
Por lo pronto, el domingo venidero –el 5 de junio--, seremos testigos de la segunda parte del mismo ensayo: veremos las elecciones de Estado en Aguascalientes, Hidalgo, Durango, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas.
Elecciones de Estado en donde el crimen organizado será el actor central. ¿Lo duan?
Al tiempo.