Itinerario político
Para nadie es nuevo que el presidente mexicano gusta de engañar, mentir, difamar, calumniar y descalificar.
No es novedad que López Obrador es un violador contumaz de la Constitución; la vapuleada Carta Magna que mañana, tarde y noche es violentada por el principal obligado a respetarla.
Y tampoco sorprende a mexicano alguno la impunidad de que goza un mandatario arropado por una mayoría incondicional e irracional en el Congreso y que a ojos de todos resulta solapado por lacayos ministros de la Suprema Corte.
Lo novedoso, en todo caso, es que el presidente mexicano ya superó todos los métodos que en los primeros 40 meses de su gobierno le sirvieron como herramienta política contra sus adversarios, criticos y disidentes, al extremo de que hoy es incapaz de guardar las elementales formas legales y constitucionales.
Y es que, como saben, desde Palacio, Obrador lanza a diario un furioso “odio de Estado” contra todos aquellos que se atreven a disentir y cuestionar las ocurrencias presidenciales y que –por pura casualidad--, hoy tocó el turno a los legisladores del PRI, PAN y PRD quienes en el Congreso no solo rechazaron su Reforma Eléctrica sino que ya impugnan ante La Corte la “chabacana” reforma a la Ley Minera.
Pero en el extremo del maniqueismo --la manipulación engañosa y abusiva de la Ley--, López ratificó en su mañanera de ayer que según su sabia e infalible concepcion legal, “son traidores a la patria” todos los que se atrevieron a rechazar sus reformas en materia eléctrica y minera y hasta se atrevió a citar el Codigo Penal Federal, a manera de amenazante experto en la materia.
Así lo dijo, exhibiendo en pantalla el citado ordenamiento legal: “éste artículo se lo aplique a Peña cuando la reforma energética y hay constancia de que presenté la denunca y miren lo que dice: ´Se impondrá la pena de prisión de cinco a 40 años y multa de hasta 50 mil pesos al mexicano que cometa Traición a la Patria en alguna de las formas siguientes: Realice actos contra la indepdendencia, soberanía o integridad de la Nación mexicana con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero´”.
Y en abono a su campaña de hostigamiento conra senadores y diputados opositores, Obrador apuntó: “Sí, está en el Codigo Penal, que establece la pena de cárcel para quien comete Traición a la Patria¡.. qué no me digan que no es Traición a la Patria..! ¿No es traición defender a Iberdrola?”.
Incluso el mandatario mexicano fanfarroneó: “Además, si ellos (diputados y senadores del PRI, PAN, PRD y MC) creen que actuaron bien, ¿qué les preocupa...? y yo no voy a andar denunciando, ya denuncié a Salinas, a Zedillo, a Fox… ya no, qué cada quien se haga responsable de sus actos, pero no se rasguen las vestiduras diciendo que no son traidores, cuando consciente o inconscientemente ayudan a las empresas extranjeras y buscan destruir la CFE y dañar a millones de consumidores mexicanos”. (Fin de la cita)
Sin embargo, lo que deliberadamente olvidó recordar y citar el maniqueo presidente mexicano es que él mismo encabeza, desde Palacio, la mayor campaña de odio, difamación y calumnia contra diputado y senadores opositores: una verdadera persecusión de Estado que violenta la Carta Magna.
Y es que, en efecto, el Artículo 60 Constitucional establece, de manera puntual, lo siguiente: “Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos y jamás podrán ser reconvenidos por ello”.
Dicho de otro modo, resulta que según la Constitución, nadie, ni López Obrador, ni Mario Delgado, ni un Juez ni otra autoridad puede reconvenir, cuestionar, calificar y sancionar lo expresado por un diputado o senador, al emitir su opinión sobre un asunto de Estado o por el sentido de su voto en el Congreso.
Peor aún, si los diputados y senadores creen que la Reforma Eléctrica de López es un peligro para México y los mexicanos, nadie puede iniciar una persecusión pública, mediática y menos legal en su contra de esos legisladores por asumir esa posición; sea correcta o incirrecta
Incluso, el mismo presidente Obrador y sus lacayos en el Congreso –diputados y senadores de Morena--, parecen olvidar al ilustre senador Belisario Domínguez, chiapaneco en cuya menoria se entrega cada año la medalla que lleva su nombre –desde hace más de medio siglo--, a mexicanos ejemplares que defienden la patria y libertades fundamentales como la de expresión y el derecho a disentir, a criticar al poder y, sobre todo, el drecho humano de cuestionar una tiranía como la de AMLO.
Precisamente el senador chiapaneco Belisario Domínguez se atrevió a denunciar en dos memorables discursos --desde la tribuna del Senado de la República, el 23 y 29 de septiembre de 1913, respectivamente--, los crimenes, las atrocidades y el golpe de Estado cometidos por el usurpador Victoriano Huerta, el responsable del asesinato de Francisco I Madero.
Hoy, siguiendo métodos similares a los de Huerta, el presidente López Obrador persigue a los opositores y los amenaza con cárcel, en abierta violación a la Carta Magna.
Vale recordar, por eso, que Belisario Domíngue ofrendó su vida al denunciar el lintento dictatorial de Victoriano Huerta desde la tribuna de la Cámara de Senadores en donde exigió la destitución del usorpador “a ésta representaciòn nacional”.
El Senado de la Repúbica, dijo Belisario Domínguez el 23 de septiembre de 1913: “debe deponer de la Presidencia de la República a don Victoriano Huerta, por ser él contra quien protestan con mucha razón todos nuestros hermanos alzados en armas y de consiguiente, por ser quien menos puede llevar a efecto la pacificación, supremo anhelo de todos los mexicanos […] ¿dejaréis los aquí presentes, por temor a la muerte, que continúe en el poder?”. (Fin de la cita)
El primer discurso de Belisario Domínguez se produjo en la Tribuna del Senado el 23 de septiembre de ese 1913, en donde advirtió del riesgo paa el país del gobierno de Huerta.
Días después, el 29 de septiembre del mismo año, en su segundo mensaje ante los senadores, Belisario Domínguez dijo: “cuando la obsesión es más fija, don victoriano Huerta se exaspera y para templar su cerebro y sus nervios desfallecientes hace un llamamiento a sus instintos más crueles, más feroces, y entonces dice a los suyos: maten, asesinen, que sólo matando a mis enemigos se reestablecerá la paz”.
Cuestionar al usorpador, denunciar sus fechorías y advertir sobre sus pulsiones dictatoriales, le costaron la vida a Belisario Domínguez el 7 de octubre de ese mismo 1913, a manos de los policías de Victoriano huerta, lo más parecido a los “Servidores de la Nacion” de AMLO.
La historia se repite y hoy, igual que Victoriano Huerta, López persigue a sus opositores, detractores, críticos y a quienes disienten de su dictadura.
¿Cuánto falta para que Obrador ordene aniquilar a los opositores?
Al tiempo.