Inseguridad contra militarismo

Existe un falso debate respecto a la política de combate al crimen organizado y el incremento exponencial, en estos últimos sexenios, de la delincuencia y la criminalidad.
En el gobierno de la 4T se mantiene la creencia, ratificada por la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Isela Rodríguez, de que más militares en las calles es la panacea ante tal problemática.
Del otro lado, de los críticos -no podemos hablar de oposición, por la carencia de liderazgos y propuestas- se insiste en cuestionar sin objetividad en una militarización de la seguridad y de la operación estratégica del Ejército en tareas de gobierno.
En realidad, ese proceso de militarización comenzó en el sexenio de Felipe Calderón y continuó con Enrique Peña Nieto. Pero fue hasta el año 2019 con la creación de la Guardia Nacional cuando se dieron pasos más firmes para la intervención militar en tareas de seguridad pública.
Hay en el ambiente un ruido ensordecedor que evita atender y entender de fondo la delicada situación que se vive en México respecto a la inseguridad y poderío del crimen organizado. El debate de fondo es cómo reducir realmente ese estado criminal que impera.
Se ha dicho de diversas formas, por parte de diversos especialistas, con diversos argumentos y elementos de prueba, que una mayor presencial militar en las calles y en las actividades civiles de seguridad pública no se traducirá, como por arte de magia, en más seguridad, que es hoy el principal reclamo de la población.
Hace unos días se dio a conocer que la mexicana Beatriz Magaloni recibió el Premio de Criminología de Estocolmo 2023, lo que para muchos es el equivalente al premio Nóbel, pero en esa rama de la ciencia criminal.
El galardón a nivel internacional le fue entregado por su investigación respecto a la violencia policial ejercida en México y Brasil. Violencia ejercida con tácticas e incluso a través de mandos militares.
En una investigación específica, la galardonada mexicana (por cierto, de la que poco se ha hablado en los medios, así como de su reconocimiento a nivel mundial), demostró que la intervención de la policía bajo una lógica militar en las favelas de Río de Janeiro no redujo la violencia, sino que la incrementó.
Las favelas brasileñas son el arquetipo del empoderamiento del crimen organizado, no sólo por el control de zonas territoriales, sino por la imposición de sus propias reglas por encima del propio Estado. Es emblemático que operaciones de corte militar en ese tipo de “territorios” no hayan funcionado como se esperaba, sino que hayan tenido un efecto contrario.
Ese arquetipo de crimen organizado es el que impera también en muchas geografías de América, en México de manera especial, con surgimientos de cárteles de la droga en una gran parte del país. Hoy más del 75 por ciento del territorio nacional tiene presencia de algún cártel criminal
Por lo que se refiere a investigaciones concretas respecto a México, Magaloni, puso en evidencia la tortura que llevó a cabo el Ejército durante en el sexenio del presidente Felipe Calderón. El saldo ya se conoce, más de 240 mil asesinatos y más de 40 mil desaparecidos. La 2guerra contra el narco” solo derivo en más violencia,
La investigación, el análisis y la evidencia obtenida en el trabajo de Beatriz Magaloni, quien ha realizado trabajo en diversas universidades de Estados Unidos y Europa, concluye que en Brasil quedó documentada la violencia militar en el contexto de la contención de grupos criminales y delictivos.
La misma violencia policiaca y militar se ha registrado en México, por ello el hecho de que se afirme desde el discurso oficial que la militarización de la seguridad pública representa una buena medida es desviar la atención del debate de fondo, un debate que debe partir del análisis de estrategias que hayan arrojado resultados positivos.
En las favelas brasileñas la policía ha seguido una estrategia de militarización muy violenta con resultados adversos.
En un periodo de 17 años han matado a más de 20 mil personas. Sólo el estado de Río de Janeiro genera una quinta parte de todos los homicidios cometidos por la Policía. Esa es la experiencia que se debe tomar en cuanto. Se trata de países distintos, pero problemáticas muy similares.
¿Cuál es la contra propuesta que Beatriz Magaloni hace pública frente a la militarización y sus efectos negativos?:
Diseñar y poner en práctica una policía cercana a la población, que atienda y resuelva sus problemáticas específicas, en un proceso de reducción de la violencia que se ejerce con tácticas y procedimientos militares.
No se entiende el por qué si hay experiencia muy cercana, este tipo de efectos de una policía militarizada no son considerados en el análisis y el debate.
En Nuestro país la aprobación de la militarización de la policía obedeció más a intereses político-electorales que a un genuino y profundo interés por atender las causas, efectos y soluciones de fondo del problema de la delincuencia y la criminalidad.
La reforma militar aprobada por ambas cámaras del Congreso y en proceso de ratificación en los Congresos locales (se requieren al menos 18 de los 31 Congresos locales), establece que la Guardia Nacional, de orden civil, pasará a formar parte del control, operación y mando del Ejército Mexicano. Es decir, civiles que deberán acatar e implementar operaciones de corte militar.
El amparo contra la entrada en vigor de esa reforma no es un proceso acabado. Será impugnada la resolución judicial y el gobierno federal hará todo por revertirla.
La militarización de la policía, desde la perspectiva de la investigadora galardonada, implica sencillamente darle a los civiles herramientas, estrategias y una mentalidad de soldados, en lugar de defensores de la ley.
El fondo, en la cuestión del combate a la inseguridad y al crimen organizado debe partir de someter la acción policiaca al Estado de Derecho. Combatir violencia con la violencia institucionalizada a través del Ejército y sus tácticas, no augura resultados positivos, por el contrario, se advierte acerca de mayor nivel de confrontación social e incluso uso excesivo de la fuerza.
El debate de fondo no es en sí la militarización, sino cuáles han sido los resultados en los países en donde esa militarización se ha dado para sustituir la fuerza pública civil.
Brasil es un ejemplo, donde ocurrieron actos de represión, incluso con ciertos rasgos xenofóbicos (violencia contra grupos afrodescendientes).
En México la historia reciente habla por sí misma. La violencia de estado cometida por fuerzas militares, ya documentada y reconocida, como el caso de la matanza del 68 y los asesinatos sumarios en Tlatlaya, estado de México, o Ayotzinapa, Guerrero, no son un recuerdo, sino un aviso constante de lo que no debe volver a suceder.