Horacio Franco: un petite mort auditivo
Estimado lector, te comparto mi obra, “El Concertista”, creado en la técnica del Óleo sobre tela y que en esta ocasión acompaño, además de una fotografía del Maestro Horacio Franco, realizada por mi amigo el fotógrafo Marcute Velasco.
Escribir sobre grandes personajes es un gran reto, sobre todo porque son fuente de experiencias y de anécdotas inagotables. Horacio Franco es un mexicano que ha construido una carrera de éxitos en la música y a la par que comparte su conocimiento con nuevas generaciones de músicos, abraza causas sociales, de diversidad sexual, educativas, entre otras muchas más.
Horacio Franco por derecho propio es uno de los grandes protagonistas de nuestro país, artista completo y un ciudadano consciente de su tiempo.
El primer acercamiento al arte de Horacio fue a través del canto. De niño cantaba a todas horas y en cualquier lugar. De sus primeros recuerdos, el maestro recuerda que en la casa familiar había libros sobre maestros de la pintura universal, pero desde pequeño el que más le llamo la atención fue un libro sobre Egipto, civilización de la que Franco es un gran amante y conocedor.
A los once años descubrió su pasión por tocar música. La primera revelación fue al aprender a realizar sonidos con la flauta escolar en la secundaria. La segunda, fue cuando aprendió a disfrutar la sonata Facile de Mozart en el piano, que tocaba su compañera de secundaria Claudia Aguirre y quien es hasta el día de hoy una entrañable amiga; ella quien tenía conocimientos de música por ser la hija de un violinista profesional.
Este es el momento donde Horacio sintió el llamado por la música y donde determino hacer de ella su compañera de vida y una de sus grandes pasiones.
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Horacio Franco recuerda que de muy niño viajaba de la Colonia Portales, de la Ciudad de México, al Liverpool de Félix Cuevas o a la librería de Cristal, que estaba al lado del emblemático cine Manacar y que poseía un gran telón del artista Carlos Mérida, tan solo para ir a hojear libros que él no podía darse el lujo de comprar.
Lo que si podía costear con sus domingos eran las remasterizaciones de músicos universales en acetato, que compraba en el Aurrera por 9.90.
Uno de aquellos acetatos contenía los conciertos del músico veneciano Vivaldi, a quien Horacio aprendió a interpretar de manera prodigiosa con tan sólo oír las melodías. Franco entró al Conservatorio Nacional de Música a los trece años con deseos de estudiar la flauta dulce, sin embargo, no contaban con ella, así que inició a estudiar violín con el director nacional de la orquesta, quien un día termino por correr a Horacio, cuando éste pidió tocar de solista con su flauta en alguna presentación. Nada de esto lo detendría.
A los catorce años se presentó por primera vez en el palacio de Bellas Artes. A los diecisiete años se fue a estudiar a Europa, en Holanda, donde estudio en el famoso Conservatorium van Amsterdam, fundado en el siglo XVIII y de donde se graduó como solista Cum Laude.
Este talentoso ser humano se forjó a través de su curiosidad de investigación, del estudio, pero sobre todo, de una férrea disciplina. En una época en donde el instrumento musical de la flauta no estaba de moda, donde los métodos de enseñanza adecuados para este instrumento no estaban planteados completamente del todo, y donde incluso el ser músico no era considerado una carrera profesional, máxime si no se contaba con una línea artística dentro de su contexto familiar.
Franco admira a pocas personas, entre ellas al gran músico del barroco Johan Sebastián Bach y entre los políticos actuales, al presidente de nuestro país Andrés Manuel López Obrador.
Horacio actualmente es maestro del Conservatorio Nacional de Música, y como maestro afirma que cada alumno es un universo que debemos fomentar para desarrollar todas sus capacidades. El maestro busca apoyar a sus alumnos con comentarios y metodologías asertivas que les cambien la vida, incitándolos a estudiar y buscar la perfección en cada ejecución.
Franco es un hombre en plenitud que próximamente cumplirá 59 años. Contento con su vida porque ha logrado lo que se ha propuesto, además de tener grandes satisfacciones, profesionales y personales. Como músico expresa: nunca dejare de tocar, de estudiar e innovar.
Horacio Franco ha tenido el temple y la disciplina para ser el gran artista que hoy conocemos y que nos deleita, de mil maneras, a través de cada nota musical que entona, haciendo de estos momentos un “Petit Mort” auditivo.