Hombres
Que importante reflexionar sobre el concepto de hombres y sus masculinidades, los mandatos y las potencias que posicionan al hombre occidental, blanco, heterosexual activo, con estudios, con trabajo y dinero, viviendo en privilegios, alto desde luego.
Hablar de los hombres nos remite a pensar a no homogenizar, es decir, no existe un binario para identificar el cuerpo de un hombre o de una mujer, existen los hombres bajo contexto sociales, culturales y sexuales que nos permite transitar por el concepto de la diversidad y los pluriversos.
Desde la sexualidad existimos hombres cisgénero, otros con géneros fluidos, con orientaciones e identidades de género, o bien, expresión de rol de género, es decir, sobre estos mundos construidos por el hombre, hay diversos cuerpos que aun con un pene, o sin él, desde su racionalidad se asumen como hombres.
Desde la interseccionalidad tenemos hombres que pueden ser considerados, desde el generismo, androcentrismo, racismo, heterosexismo, por el color de la piel, por el lenguaje, los estudios, hombres con discapacidad, hombres que no pueden engendrar, el ejercicio de la sexualidad, es decir, un sinnúmero de etiquetas para someter, controlar y disciplinar los cuerpos que viven en el norte global o bien en el sur global y que finalmente reciben aun siendo y estando en cuerpos de hombres, segregación, violencia y opresión.
Ser hombre, aun con los mandatos de masculinidad, que nos plantea tener los saberes, el poder, la autoridad, la jactancia, la violencia, pero también las potencias sociales, políticas, económicas, de violencia y un etcétera que nos hace pensar en lo difícil que es ser un hombre, sino es bajo la luz de la competencia, de demostrarlo, de asumirlo, de suscribir el pacto patriarcal, de avanzar en la violencia en sus diferentes tipos epistemológicos, como el circulo de la violencia, la violencia en continuum, o bien, las estructuras elementales de la violencia, o bien el triángulo de la violencia, aquellas violencias que se ven como la física, de las que no se ven, como sería el caso de las violencias estructurales, culturales y simbólicas. Los hombres somos diversos social, cultural y sexualmente, no se nos puede homogenizar, no somos iguales, incluso pensarlo ante la ley, o bien, ante las oportunidades, y los resultados, los hombres no todos tenemos voz, valor y poder, sino revisemos el acoso, el hostigamiento el bullying, y otras expresiones más en donde también se somete o domina o subordina al varón.
Los hombres y sus masculinidades son variadas, resultantes de procesos socioculturales y políticos que generan las condiciones de abrevar de la politicidad para ejercer el poder como pater familia, y hacer mediante la dominación y la subordinación el sometimiento de las mujeres para su control y servicio para ellos.
De esta manera los hombres y sus masculinidades dejan de atender las cuestiones de crianza de los hijos, los cuidados de los miembros de la familia y desde luego las labores de la casa, porque en la división social del trabajo, eso corresponde a la mujer, a la mamá, pero no al papá, generando condiciones que mantienen una violencia normalizada y naturalizada desde una perspectiva biologicista esencialista.
Hoy por hoy, los hombres debemos transitar por otros caminos para no seguirnos haciendo daño por esa meritocracia y competencia que realizamos, necesitamos seguir trabajando por otros modelos sociales, como dice Enrique Dussel, la Transmodernidad, y desde luego a partir de un modelo ya probado como el feminismo, por ello, requerimos de un transfeminismo y una visión metacognitiva deconstruida a favor de la igualdad, la libertad, la racionalidad crítica, la emancipación, la toma de decisiones con libertad y autonomía pero con ética.
Es decir, hoy los hombres debemos de trabajar en posicionamientos que nos permitan transitar de masculinidades diversas, hegemónicas, violentas, de poder, a masculinidades positivas, de trabajo en el hogar para la crianza de los hijos, del cuidado de los miembros de la familia, pero, sobre todo, de los quehaceres del hogar y en ello, el Estado debe colaborar para fortalecer estas acciones con diseño de política pública.
Soy Gerardo A. Herrera y diseñé e instrumente, el modelo educativo de Escuela para hombres contra la violencia, de manera presencial, aplicado por el ayuntamiento del municipio de Pátzcuaro, de donde fui el director académico, y de donde egreso la primera generación 2020-2021 de hombres con formación e información para seguir construyendo una masculinidad positiva a favor del proyecto de diversidad de familias y de respeto a la dignidad humana desde las perspectiva de desarrollo de las familias en inclusión y respeto, por la convivencia y la paz.
Soy hombre y me asumo como hombre con una orientación distinta a la hegemónica, donde en mi diálogo, tolero, respeto y realizo trabajo en el hogar.