El hartazgo ante la impunidad/Miroslava Pacheco
“El hartazgo ante la impunidad”
“El feminicidio es la forma más extrema de terrorismo sexista motivado por odio, desprecio, placer o sentido de propiedad”
Frase célebre con la que Diana Russell definió el feminismo, ella fue promotora inicial del concepto, aunque la expresión “Femicide” tuvo esporádicos antecedentes de uso en el idioma inglés desde comienzos del siglo XIX, pero comenzó a difundirse desde que ella lo utilizó en 1976 ante el Tribunal Internacional de los Crímenes contra la Mujer. Sin embargo, en el idioma español se introdujo a partir de la segunda mitad de la década de 1990, a raíz de la traducción del concepto aportado por Russell y en el marco de las acciones de impunidad sobre asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez en México para ejemplificar la magnitud del acontecimiento. Como olvidar la bochornosa recomendación 44/98 que realizó el 18 de noviembre de 1997 la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Chihuahua al gobierno del estado, en donde en pocas palabras se evidencian las omisiones de las autoridades mexicanas.
La incorporación del tipo penal “Feminicidio” a nuestra legislación mexicana fue precisamente para cumplir con las recomendaciones emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pues en 2013 y a seis años de la promulgación de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia – que definía la violencia feminicida- ocho entidades federativas seguían sin tipificar el feminicidio y en las que incluían el tipo penal se mostraban definiciones ambiguas, esto debido a la falta de homologación de las legislaciones en la materia.
A diez años de esto, seguimos padeciendo las negligencias de nuestras autoridades, pues prefieren criminalizar a las víctimas. Como bien lo vimos con los tuits de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, ante el feminicidio de una joven cerca de Ciudad Universitaria, en dónde señalaban que la víctima “estaba drogada y alcoholizada”, “vivía con su novio” y “debía materias, datos que no justificaban en lo absoluto los hechos. En respuesta a los comentarios misóginos, miles de mujeres mexicanas se pronunciaron en Twitter con el hashtag #SiMeMatan el cual incluye especulaciones sobre “¿qué dirán de mis, si me matan?
Lo difícil no solo es mejorar la impartición de justicia, lo que verdaderamente es un reto para nuestra sociedad, es tratar de encontrar el hilo negro que sostiene la cultura machista mexicana, por qué aunque pasa por desapercibido en muchas ocasiones, se expande en toda la esfera social. Y lo encontramos muy comúnmente en las escuelas con micromachismos en los métodos de enseñanza impartidos por los docentes, en donde se establecen diferencias entre los niños y niñas, al otorgarles actividades “acordes a su género”; en la células familiares en situaciones de “violencia familiar” hacia la madre. Los pilares que contribuyen a la formación de un individuo son: la familia, la escuela y la sociedad, en ese sentido cuando observamos micromachismos en los tres ámbitos, tenemos como resultado a un individuo machista en potencia, y esto se convierte evidentemente en un círculo vicioso, en el que se forman los individuos que discriminan al género femenino y que quizá se conviertan en agresores en potencia.
Lo grave de esto, es que estos micromachismos se encuentran en la socialización de hombres y mujeres y son imperceptibles, de ahí su perversidad, pues producen un daño sordo y sostenido a la autonomía femenina que se agrava con el tiempo.
#SiMeMatan Sepan que nunca obedecí a mi madre cuando me decía que “una mujer no debe andar muy noche en la calle”.