Hablando en serio/Santiago Heyser Beltrán
“Democracia disfuncional”
“La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”, Winston Churchill… ¡Sí!, vuelvo a citar a Churchill porque la democracia no está funcionando en México...
La semana pasada escribí, hablando de nuestra democracia: “Estábamos mejor cuando estábamos peor”.
La premisa es simple: El mejor sistema o modelo de gobierno, es el que garantiza mejor calidad de vida a los ciudadanos, el tipo, forma o modelo es intrascendente… Ahora bien, “mejor” es subjetivo; es así como en México no queremos un modelo dictatorial como el que tienen en China, a pesar de que el progreso económico de China, el combate a la pobreza, la lucha por incorporar tierras desérticas a la producción o la innovación tecnológica y armamentista que tienen, aunada a un mejor modelo educativo, sustentan la soberanía y autonomía que en México no tenemos; pero ojo; lo dije y lo repito: ¡No!, no estoy sugiriendo transitar hacia una dictadura de partido como en China, pero si estoy sugiriendo cuestionar la democracia como la conocemos. Empecemos por el principio, cito de Wikipedia:
“La democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes.”
Ahora desmenucemos el concepto “participación”, que en México se da a través del voto o sufragio. Ello implica que cada mexicano emite un “voto”, valga la redundancia, para escoger quienes gobernarán y quienes lo representarán en el Congreso y aquí empieza el viacrucis. Es característica de la raza humana, el identificarse con sus semejantes por diferentes factores; es así como nos identificamos por raza o por nacionalidad o por el equipo de futbol de nuestra preferencia; lo mismo nos pasa en política, los electores se identifican con sus semejantes o con quién les es conocido, no es casualidad de que los partidos, vividores del erario todos, escojan candidatos como Paquita la del Barrio, Alfredo Adame o a Lupita Jones, la ex Miss universo, por otro lado, los obreros y los campesinos difícilmente votarán por un científico o sabio al que no conocen, tampoco lo harán por un millonario, empresario exitoso y esto no es privativo del mexicano; en USA, en la elección presidencial del 2020, un millonario, Michael Bloomberg, ex alcalde de Nueva York, ni siquiera fue competitivo, a pesar del dineral que gastó en la campaña del partido demócrata; simplemente porque no se identificaba con los electores (caía mal)…
En otras palabras, los ignorantes van a votar por ignorantes, no es casualidad que Cuauhtémoc Blanco (futbolista y héroe deportivo) haya ganado la presidencia municipal de Cuernavaca, lo que sí nunca me esperé, es que después de gobernar tan mal pudiera ganar la gubernatura de Morelos; lo que exhibe que el mexicano promedio vota con emoción (con el hígado), no con la razón (con el cerebro).y también exhibe que no hay cultura política, es decir, el elector no se interesa en saber o conocer a los candidatos y sus capacidades, por ello vota a lo pendejo, lo que hace disfuncional a la democracia mexicana, en donde es prácticamente imposible que gobiernen los mejores, los más capaces o los más honestos, por una sencilla razón, para llegar al corazoncito del elector mexicano, hay que mentir mucho o hacer el ridículo para caer bien o dar5se a conocer y eso solo lo hacen los corruptos, los deshonestos, los mafiosos, lo sé, salvo honrosas excepciones. A ello añadamos la forma en la que una vez electos, los políticos incumplen sus compromisos, cambian de partido o venden sus votos, corrompiendo la decisión ciudadana manifestada en las urnas.
Cierro con la misma reflexión de la semana pasada: Hoy en México, con la pobreza cultural de un pueblo que no es sabio, que es mayoritariamente ignorante y manipulable, con un costo electoral que hace imposible que gentes de valía puedan participar electoralmente o aspirar a gobernar sin coludirse con partidos políticos o sin comprometerse con quienes financian las campañas y con un férreo control de los partidos políticos que parten, se reparten y no comparten el “pastel democrático”, es tiempo de pensar en un cambio de sistema de gobierno y de representación, no con una cuarta, quinta o sexta transformación que son engaño, sino con un verdadero cambio que permita a los mejores hombres y mujeres gobernar y representarnos en el Congreso; lo que empezaría por quitar a los Partidos Políticos el monopolio de las candidaturas y hacer accesible el costo de las campañas a la gente de valía con vocación de servir… Así de sencillo.
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador