Godoy, Fausto, Reyna, los encantados…/Luisa María Calderón
Y aquí vamos de nuevo: es como el juego de encantados, ¿recuerdas?: corrías y el encantador corría detrás de todos los demás, pero si lograba tocarte, te quedabas encantado hasta que alguien de los que corrían te tocaba y decía desencantado; otra vez te tocaban y te volvían a encantar, y así corrías toda la tarde después de hacer la tarea, hasta cansarte.
Pues así parece la historia de la administración de justicia en nuestro Michoacán: el encantador en turno es alguien con poder que decide proteger a un grupo y desproteger al otro, no importa si esos unos y esos otros son culpables y han sido hechores de acciones ilícitas. Así llegó Alfredo Castillo a Michoacán como salvador frente al caos de los autodefensas que decidieron cuidarse a ellos mismos.
Armó a unos, desarmó a otros, desechó las instituciones castrenses para enlistar a quienes querían seguir cuidando a los suyos bajo el mando del Ejército en la figura ya existente de guardias rurales porque le daba flojera que marcharan, así que sacó mesitas de registro violando la ley de armas y permitió el uso de armas de uso reservado del Ejército y así mismo, por usar esas armas, metió al bote a quien no se le sometió.
Nombró Gobernador, Secretario de Finanzas, Procurador, quien por cierto ha sobrevivido y una se pregunta qué tiene este Godoy que sin lograr mejorar indicadores sigue ahí, en el mismo puesto y ahora se atreve a registrarse como candidato a Fiscal. Así Castillo y su desorden empezó el juego de los encantados: uno sale de la sombra, y puede correr a tocar y encantar a otro que irá a la cárcel. Luego cambia el turno y el que estaba en la sombra sale a la luz y puede correr, charlar, ser el centro de atención porque puede tocar a los otros que están en el juego y hacerlos quedarse en la sombra. El sábado de nuevo fue detenido y llevado preso el hijo de Fausto Vallejo, esto sucedió después de que Jesús Reyna saliera de la cárcel y se señalara como víctima de una transacción política de Castillo y sus protectores.
Y este juego no sucede por primera vez ni es con los mismos actores: así pasa una y otra vez cuando los tiris y sus aliados hacen tropelías y hasta ponen en riesgo, y se muere, algún policía que cumplía su deber: detienen a algunos y luego vienen las marchas y pa' fuera los detenidos, así sin juicio ni algo que se le parezca. Así los autodefensas: los detienen, firman lo que les piden, o afirman, y salen para después señalar a otros y que los detengan. Y luego vuelven a salir. Así el michoacanazo en el que detienen a una veintena de alcaldes por su presunta complicidad con la delincuencia organizada. Luego, un grupo de políticos adversarios del Ejecutivo en turno, cabildean, gestionan y logran que trasladen a los detenidos a otra cárcel, cerca de una jurisdicción donde un juez a modo, los ampara y logra que salgan de la cárcel. Sin sentencia a favor ni en contra…
Ahora toca el turno de los actores políticos que jugaron en la temporada antepasada. El hijo de Fausto a la cárcel; Pasalagua también, pero pronto salió. Luego de un tiempo, Rodrigo salió por siete mil pesos y tocó el turno a Jesús Reyna; hace poco sale de la sombra Jesús Reyna y le toca el turno de señalar, tocar a Fausto y sus aliados… y a la sombra Rodrigo Vallejo. Parece juego pero es dramático que la justicia no se apegue a investigaciones, a procesos, a tiempos más expeditos, sino que dependa del turno de quien gobierna, del peso de sus adversarios, de los compromisos de campaña; más que esperar que se lleven a término los juicios, porque no pesa más la ley que los adversarios políticos y sus alianzas. Sin juicio que llegue a su fin; sin cuidar la ley, así, según el turno del mandante, sus aliados, sus compromisos y sus intereses.
Es cierto que hoy sólo van a la cárcel los delincuentes organizados, los secuestradores y los asesinos. Bueno, ahora irán los huachicoleros también pero, los procesos de enjuiciamiento deberían ser ordenados, transparentes, sería un aprendizaje para todos. Así cada día es más vergonzoso mirar cómo la administración de justicia se aleja más de la aspiración que tenemos de un país justo y se acerca más a pagos de favores o a compromisos de lealtad electoral. La autoridad tiene sobre sí la tarea de modelar la conducta que se espera de las y los gobernados. No es aceptable que juegue con la ley.