Género, clase, raza, religión y sexualidad/Gerardo A. Herrera Pérez
Género, clase, raza, religión y sexualidad.
No me preguntaré que es la violencia, tampoco me cuestionare qué es el crimen de odio, las lesiones por odio, más bien me interpelaré sobre cómo es la violencia, el odio, el crimen por odio, cómo sucede, cómo funciona, dónde se practica, quiénes lo hacen, cómo son sus objetivos y cómo logra cumplirlos el sujeto activo de la agresión. Es decir, quiero cambiar el qué, por el cómo, quién, para qué; busco nuevas formas de interpretación de una realidad que es compleja y que requiere de la trandisciplinariedad para hacer un análisis holístico y sistémico de la homofobia, transfobia, lesbofobia y bifobia.
La información que se tiene no me permite dar respuestas a mis preguntas sobre lo que observo; a nivel nacional, pero principalmente en Veracruz por sus crímenes de odio y otras entidades que dejan una estela de dolor y fragilidad en las familias de las personas que son arteramente asesinadas. Pero hoy, también en Michoacán, y es que en Nueva Italia a través de violencia sexual y física se cometen actos contra la corporalidad de una persona en su condición trans.
En esta Posmodernidad, pero creo que desde siempre, cuando menos desde la inacabada democracia de la Grecia Antigua, y durante los 2 mil 500 años que la precedieron, amplios sectores de la población han sido excluidos por el género, la raza, la sexualidad, religión, y desde luego la clase; la anormalidad como la menciona Michel Foucault hace de los sujetos sociales instrumentos para someterlos y controlarlos desde el poder, pero desde la sociedad también, a través de la existencia de mecanismos de opresión para los anormales, que constituye un “abc” de terror que va desde la invisibilidad, el prejuicio, estigma, la violencia de diferentes formas, la discriminación, y la muerte.
En más de cinco décadas de lucha, es decir, desde los finales de los años sesenta del siglo pasado, de manera aun desigual, no homogénea, las poblaciones lésbico, Gay, Bisexual, Travesti, Transgénero, Transexual, Intersexual y Queer (LGBTTTIQ), disfrutan de diversos marcos normativos y del diseño de políticas públicas a su favor, incluso en algunos espacios se cuentan con las estructuras operativas para la atención de la población en comento, como en la Ciudad de México, o Michoacán, Morelos, y seguramente otras entidades, sin embargo no ha sido suficiente para acabar con estos actos que generan control sobre la población y les violentan sus derechos humanos y libertades.
Pese a ello, continuamos leyendo las narrativas en los medios de comunicación escritos y a través de la prensa electrónica, de la existencia de apologías de odio, crímenes de odio y desde luego de violencia permanente contra las diversas identidades sexuales del acrónimo LGBTTTIQ.
En estos días, el cuerpo de una persona de Nueva Italia, Michoacán, sufrió una agresión constitutiva de fobia contra su identidad de género, las condiciones en que fue encontrada su corporalidad expresan la saña, el odio, y la repulsión que se puede sentir contra una persona que no cumplió con el mandato de la masculinidad, y que desde ahí se aplicaron los mecanismos de opresión para exhibir su cuerpo públicamente y excluirlo de todo derecho humano, iniciando con atentar contra su vida y el libre desarrollo de su personalidad.
Reitero, hoy no es homogéneo la manera como en todo México, las poblaciones LGBTTTI, logran disfrutar de todos los derechos, no obstante, observamos un avance significativo, pero se requiere de un mayor organización, no solo de los liderazgos, sino de las personas, es decir, se necesita seguir empoderando con voz, poder y valor a las personas de las comunidad diversa sexual, así como crear y desarrollar la conciencia social en la población en general, para descolonizar sus ideologías machistas, misóginas, racistas, neocolonialistas, homófobas, xenófobas, transfóbicas, lesbofóbicas, bifóbicas.
En este sentido, esperamos que el modelo de atención especializado con que cuenta la Fiscalía General del Estado de Michoacán, puede avanzar en las investigaciones de estos hechos presuntamente delictivos y que constituye una agresión que pone en peligro la vida de una persona, a la que se le debe de respetar su dignidad humana.