Ganso verde/Enrique Cervantes Ponce
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El inicio del proceso electoral se aproxima. El momento de formar coaliciones y de realizar la selección de candidatos para las próximas votaciones está a la vuelta de la esquina. Cabe recalcar que la elección que se avecina no se vislumbra para nada sencilla, sino que, por los cargos de elección popular que se elegirán, resultará ser de una gran complejidad, pues son más de tres mil doscientos cargos entre gobernadores, diputados, alcaldes y regidores los que se disputarán.
Por ello, en días pasados, y como parte de este proceso que se llevará a cabo, Morena, el Partido Verde y el Partido del Trabajo anunciaron de manera formal la alianza bajo la cual competirán en los próximos comicios para intentar ganar o, tratándose de los últimos dos, su registro preservar. Y es que no hay otra forma de explicar esta amalgama entre un Partido del Trabajo aliado con quien genera desempleados y un Partido Verde con quien dañar al medio ambiente no le ha importado. Durante años, ambos han transitado de un partido a otro para continuar en el juego democrático y seguir succionando el dinero del erario sin necesidad de representar a su electorado. Porque si bien es cierto que el PT tiene una alianza predilecta con Andrés Manuel, a nivel local ha virado por todo el espectro político creado. De la misma manera, al PVEM lo que lo ha caracterizado es el andar chapulineando conforme la siguiente elección se va acercando o el acomodarse con el mejor postor que le permita ocupar la mayor cantidad de espacios dentro del Congreso de la Unión; todo a cambio de lealtad incondicional por lo menos hasta la próxima contienda electoral.
Sin embargo, la incongruencia mayor emanó de partido de López Obrador; aquel partido que estaba en contra de la “mafia del poder” y que hoy la ha invitado a participar con él; el partido que combatiría la corrupción, pero que hoy arropa a quienes han incurrido en esta acción; el partido que presumía ser diferente, pero que poco a poco ha demostrado que son mucho peor de lo que pensaba la gente. Porque mientras el Partido del Trabajo ha sido señalado por un supuesto desvío de fondos por más de cien millones de pesos de manos de su presidente, quien ya lleva más de 30 años como dirigente, el Partido Verde es recordado por la presunta corrupción del “Niño Verde” en Quintana Roo, el posible fraude electoral en Chiapas cuando Manuel Velazco gobernaba y las violaciones a la ley de manera reiterada y sistemática en el 2015 durante la campaña.
Es por eso que sorprendió la celebración con bombo y platillo que se le dio a dicha coalición. ¿Dónde quedó la honestidad valiente, la rebelión en la granja, lo moral sobre lo legal?. La República Amorosa se convirtió así en la República Mafiosa; la honestidad valiente en la honestidad inexistente; la rebelión en la granja en su aceptación y prolongación. Pronto la “esperanza de México” se desvaneció, diluyó y de gorgojo se llenó.
Aún está por verse cómo jugará el Partido Revolucionario Institucional; si llegará a ser comparsa del partido en el poder o logrará posicionarse en contra de los abusos que han emanado de él; si le ayuda al presidente a conservar su mayoría en el congreso o se convierte en un verdadero contrapeso; si hay una separación entre el partido al que el presidente tanto criticó o se da una reconciliación con el partido donde Andrés Manuel militó y como político se desarrolló. El tiempo nos dirá si el ganso, disfrazado hoy de tucán, se pinta nada más de color verde o se vuelve tricolor para intentar ganar. Al tiempo.