Filosofía sin escrúpulos
Hormona mata Neurona
“El Derecho no nace de un acuerdo sino de una imposición. Obedecer o acoplarse a un régimen impuesto es, para la mayoría de las personas, una estrategia de supervivencia”. Después de escribir esto Gerardo Laveaga trasciende sin duda al mundo de la realidad jurídica y mata a esa idealidad que carcome a las escuelas y facultades de Derecho. Leyes, Neuronas y Hormonas es un oasis en el desierto de textos jurídicos plagados de Derecho Adjetivo, de procedimientos y procedimientos que carcomen a la inteligencia y al sentido común, esa pseudociencia jurídica que Kafka mostró con maestría en el Proceso.
Hoy es vital leer desde la inteligencia textos llenos de inteligencia que han sido escritos en el saber acumulado, en esa sabiduría que se nos muestra tanto en el estilo como en lo que cada conjunto de palabras nos va descubriendo a lo largo de un texto. Laveaga se muestra en su libro como el sabio jurista que pone a los códigos en su lugar y trasciende al mundo de la Ciencia, de la Biología y la Neurología, para mostrarnos la realidad que las neurociencias han venido descubriendo en los últimos cincuenta años, los neurotransmisores existen y esculpen día a día todos nuestros comportamientos.
Este texto escrito con la bondad y cortesía del buen filósofo, como decía Ortega y Gasset, utiliza la narrativa histórica para ir desmadejando a las leyes no en su contenido ni en sus formas normativas, sino en su sentido, en esa pregunta que el buen profesor de Derecho debería hacer a sus alumnos antes que atreverse a abrir un Código o leer un artículo, ¿para qué y por qué el Derecho?
Lejos de juguetear con la diosa Justicia como se acostumbra hoy en día en ese mundo de argumentaciones e interpretaciones de aburridos abogados, Laveaga pone en escena, como el buen escritor, al villano Poder al que va mostrando desde el reinado mesopotámico de Shulgi en la vieja Ur hasta nuestros días para demostrarnos que las leyes nada valen si no hay un poder que las imponga y haga valer a los humanos, respondiendo así al para qué y al por qué el Derecho: “Para dejar constancia de lo que suscitó placer o dolor, de lo que funcionó y no funcionó, y para garantizar que las prácticas que provocaban placer a ciertos grupos se continuaran fue para lo que se creo el Derecho: ¿qué recompensa corresponde al que emboscó a la bestia? ¿Qué le toca al que clavó la lanza mortal? ¿Por qué ahora sólo me toca una vaca cuando la vez pasada me tocaron dos?”
Laveaga ha escrito un verdadero tratado de sociología y teoría del Derecho que se sustenta en la realidad material al mostrarnos a un ser humano despojado de la retórica humanista para situarlo en su más ejemplar animalidad como un ser de carne y hueso determinado conductualmente por sus neuronas y hormonas, la violencia existe y está ahí en el cerebro y emerge a la cotidianidad social en una interacción de personas sometidas a la Ley desde el imperio del Poder.
Así como aprendimos Derecho en ese texto lleno de sabiduría que es la Introducción al Estudio del Derecho del jurista y filósofo Eduardo García Máynez, los jóvenes estudiantes de Derecho deben abrevar en este texto del jurista y escritor Gerardo Laveaga. Entenderán con la mayor de las claridades y sin retórica alguna cual es el verdadero sentido de la Ley y para qué es que se han constituido infinidad de instituciones; sin duda no para el bien común o la justicia sino para el soberano Poder, para esa voluntad de poder que bien describieron tanto Schopenhauer como Nietzsche y que nos negamos a reconocer.
Todo un provocador, Laveaga suelta el argumento para el debate entre verdaderos juristas y no apto para abogados de barandilla. Lo que está sujeto a la crítica como la entendía Kant es el determinismo, “todo lo que ha habido, hay y habrá, y todo lo que ha sucedido, sucede y sucederá”
¿Las reglas siguen un mismo patrón determinadas por conductas humanas ordenadas neuronal y hormonalmente, o hay otros factores performativos producto de las condicionantes causa efecto?
Una nueva conceptualización de lo jurídico emerge bajo el reto de explicar desde la Biología y las Neurociencias la multiplicidad de instituciones y actividades humanas en la economía, la política, la sociedad, la ciencia, la tecnología y los traídos y llevados Derechos Humanos. Y más aún, ¿transitaremos acaso de la inteligencia humano-jurídica a la novedosa inteligencia artificial jurídica para hablar de Leyes, neuronas, hormonas y chips?