Estrictamente personal/Raymundo Riva Palacio
13 de enero de 2017
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8:23
Raymundo Riva Palacio/Quadratín
La mano dura de Trump
El presidente Enrique Peña Nieto dijo ante embajadores y cónsules mexicanos que “el mundo” estaba esperando la respuesta de México a Donald Trump, y su posición frente al próximo presidente de Estados Unidos. La revisión de la prensa extranjera refleja que no fue así. La visión etnocéntrica de su papel en el mundo no se corresponde con la realidad. Las preocupaciones están en otro lado, y la postura mexicana sobre los dichos de Trump es secundaria en su orden de prioridades. México no está en el eje de la atención global, aunque sí está muy presente en lo que será el próximo gabinete de Trump, quien a través de la construcción de un muro a lo largo del Río Bravo, ha definido la relación bilateral.
La línea conductora se ha podido ver esta semana en las audiencias en el Senado para la ratificación de varios secretarios de Estado. El miércoles, por ejemplo, le preguntaron los senadores al general John F. Kelly, nominado a secretario de Seguridad Territorial en el cuestionario previo a su audiencia: “Si es confirmado, ¿cuáles serían sus más altas prioridades?”. Kelly respondió: “Cerrar la frontera al movimiento ilegal de personas y cosas. Sin embargo, no podemos jugar a la defensiva. La seguridad de la frontera comienza mil 500 millas al sur del Río Grande (Bravo) en las junglas de América Latina y sube al istmo Centroamericano y a la frontera de México y Guatemala, y de ahí a todo lo largo de México”.
Kelly, que fue jefe del Comando Sur de Estados Unidos, que se ocupa de América Central y la parte norte de la región andina en América del Sur, pero que interactuó con las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia mexicanos dentro del Comando Norte –bajo cuyo paraguas están México y Canadá-, agregó: “En mi opinión, la amenaza número uno a esta nación es que no tenemos control de nuestras fronteras. Sin control, cada una de las otras amenazas, drogas, emigrantes ilegales, contrabando y farmacéuticos, enfermedades, terroristas y otros en la lista, pueden entrar cuando quieran, y es lo que hacen”.
El testimonio de Kelly fue un día antes que el presidente Peña Nieto respondiera a Trump sobre el muro. Le habría ayudado a su equipo haberse dado cuenta de las afirmaciones del general, que por lo demás son públicas y se pueden acceder a través de la página del Comité de Seguridad Territorial del Senado, para poder elaborar una respuesta concreta y directa a las preocupaciones del equipo de Trump. Por ejemplo, a la pregunta de los senadores sobre cómo planeaba enfrentar los desafíos que señaló, el general respondió:
“El principal reto es nuestra frontera insegura. Las organizaciones trasnacionales criminales obtienen ganancias masivas de contrabandear gente, bienes, cosas, armas y dinero en efectivo hacia y desde Estados Unidos. Es una tendencia alarmante ver cómo han penetrado nuestra sociedad, mientras que las bandas suramericanas han emigrado hacia el norte y más y más están controlando la importación y distribución de bienes ilegales directamente en las ciudades, los vecindarios y los pueblos pequeños de Estados Unidos”.
La falta de información del presidente sobre el testimonio de Kelly le impidió empatar objetivos comunes –que habría sido oxigenante para la tóxica discusión con Trump-, e incurrir en respuestas a desafíos que no van a suceder, como la deportación masiva de mexicanos, para lo cual anticipó que buscará que este tipo de acciones se realicen en forma escalonada y coordinada. Kelly aclaro que no serán deportaciones del tipo que mencionó Peña Nieto un día después de su testimonio, sino que se enfocarán a criminales, que definió como aquellos que han cometido un delito en Estados Unidos o reincidentes al cruzar la frontera sin documentos. Redadas y deportaciones masivas, como teme Peña Nieto, no está en su plan. Algo que no termina de entenderse en México después de un año de discusión, es que la migración indocumentada es vista por Trump no como un tema único de relación bilateral, sino dentro del contexto de la seguridad nacional.
Kelly y los senadores ubicaron la migración dentro de estos parámetros, como parte del temor que tienen que a través de la frontera con México ingresen terroristas con armas biológicas. “¿Cómo ve las relaciones de Estados Unidos con México con respecto a la seguridad fronteriza? En particular, describa los pasos que ha tomado México para asegurar su frontera con Guatemala y cómo ha jugado el gobierno mexicano para frenar la migración de Centroamérica”, le preguntaron los senadores. “México ha tomado medidas para asegurar su frontera sur y hay ayudado a frenar la migración centroamericana. Desgraciadamente, no han sido suficientes”, dijo Kelly.
“Estados Unidos, México y los gobiernos de América Central deben colaborar para asegurar la seguridad colaborar transversalmente en diplomacia pública, comunicaciones estratégicas, alerta operativa, seguridad fronteriza y reforzamiento policial para disminuir la crisis. Ya estamos trabajando con los mexicanos, que junto con los guatemaltecos se coordinan con los Comandos del Norte y del Sur. Me abocaré a acelerar y expandir la cooperación”.
Ante las definiciones de Kelly, el presidente volvió a perder una oportunidad para probar que hay más puntos de coincidencia con el equipo de Trump que discrepancias. Peña Nieto no está viendo todo el espectro de lo que viene con Trump y reaccionando a sus estertores sin analizar las cosas. Su equipo no le ayuda, como el no haber registrado las audiencias para reformular su discurso. Peña Nieto no puede mostrar la debilidad que exuda ante Trump, pero menos aún verse ignorante de lo que está sucediendo en Washington.
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