En evangelio hoy/Mateo Calvillo Paz
Tiempo Ord. Dom. 12, Ciclo A.
¡NO TENGAN MIEDO!
En esta ola de pruebas, el Señor nos reconforta: no tengan miedo confíen en el Señor, él cuida de toda su creación.
En tu vida. Juan y Lupita no hayan cómo hacer para ayudar a su gente, viven en la rutina de siempre, no se acercan a Dios.
Necesitan crecer, madurar en todos los órdenes, en su fe.
Dios habla. Ya presentamos en la entrega pasada el tiempo litúrgico que vivimos estos domingos: “Los dos grandes ciclos litúrgicos nos trazan el proyecto eterno de Dios, desarrollado en el tiempo. Fue madurando con paciencia infinita y realizado en el tiempo culminando en la vida de Cristo, en su muerte y glorificación.
Después de Cristo, con la venida del Espíritu Santo, inicia el camino de la realización de la salvación en la historia de los pueblos y en la vida de los hombres hacia la consumación, cuando Cristo venga en su gloria.
Es el memorial del acontecimiento originario de la salvación que celebramos en el tiempo ordinario, de aquí al final de noviembre, a la fiesta de Cristo Rey.
Tenemos la inmensa tarea de darle cuerpo y vida a la historia de la salvación, cada fiel debe transformar su vida en un sacrificio agradable a Dios y debe transformar el mundo en una inmensa ofrenda a Dios. Hay que purificar y santificar todos los procesos sociales, todo el progreso impulsado por los inventos maravillosos de la tecnología.
Entrar en esta marcha maravillosa hacia los bienes verdaderos, guiados por la palabra de Dios y alimentados en la liturgia es la vida de los seguidores de Cristo.
Cristo está presente en medio de nosotros como lo prometió en la Ascensión, según San Mateo”. Cristo nos da una enseñanza en esta terrible prueba en la que tememos la muerte. La muerte del coronavirus es espantosa, dolorosa. Cristo nos enseña que hay una muerte más cruel y es la que debemos temer:
“No tengan miedo a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma. Teman, más bien a quien puede arrojar al lugar del castigo el alma y el cuerpo”.
Dios vale más que la vida es el Bien que colma todos los deseos de nuestro corazón. Es el bien que nos da la vida eterna. Perderlo con nada se compara, es un dolor infinito que atormenta eternamente. Quienes mueren en pecado tienen esa desgracia insoportable y sin fin.
Ante esta pandemia mortal lo más urgente es la conversión a Dios para salvar el alma. Es el llamado super urgente que Cristo hace a través de sus ministros: “¡conviértanse!”
Ante el azote terrible y mortal del COVID 19 es necesario reconciliarse con Dios por el arrepentimiento y el sacramento de la confesión. Quien está en amistad con Dios, no está sólo si muere del coronavirus, es sólo un paso terrible a la vida eterna.
Jeremías sufre pruebas profundas por la Palabra de Dios, pero es más profunda su confianza en Dios que está con él.
Tiene a Dios como refugio inexpugnable y seguro. Por la fe, se siente apoyado por la fuerza de la divinidad, “hasta los cabellos cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que los pájaros”.
Es necesario hacer un alto, reflexionar y tomar la decisión de que enviar la conducta, de convertirse a Dios y reinventar la vida.
Vive intensamente. Busca al señor, apóyate en él, tendrás una seguridad inconmovible.
Cristo está aquí. en esta prueba, Cristo está contigo, te alimenta con su cuerpo y su sangre.