En Contexto/Luis Acevedo Pesquera
Aunque a muchos no les parezcan relevantes, entre otros a las autoridades federales, las perspectivas de desarrollo social y económico son inciertas. No solamente por efecto de la pandemia sino por la intransigencia para aplicar medidas que sirvan para impulsar el crecimiento y crear condiciones suficientes para frenar la desigualdad que silenciosamente va en aumento.
Es claro que presupuestalmente es poco lo que ya se puede hacer. La decisión de contener y mantener la crisis fue tomada por el Congreso de manera mayoritaria y sin reflexión de las consecuencias entre la ciudadanía.
Por eso es importante el llamado de casi la mitad de los gobernadores del país para iniciar un diálogo que contribuya a transformar un modelo económico y político no solo se ha topado con la negativa y con una sordera presidencial que se ha encargado de debilitar al incomprendido Pacto federal, sino que también han sido descalificados por el mandatario oaxaqueño quien considera que revisar el futuro nacional es “una discusión bizantina”, como si el porvenir incierto no fuera trascendencia o porque intuye que la obcecación de Andrés Manuel López Obrador no tiene límites. Como sea, su dicho es contrario a la razón y a la solidaridad ciudadana.
La realidad deja ver que los avances alcanzados hasta ahora en términos de desarrollo, estabilidad, esperanza de vida y reducción de la pobreza están en riesgo y, lo peor, se ahonda en México la brecha entre los muchos pobres y los pocos ricos.
El COVID-19 será, cuando menos durante la primera mitad de 2021 el pretexto para la desatención y el abandono de medidas que apuntalen la anémica recuperación de la economía agobiada por los devastadores efectos de la pandemia en la mayor parte de los hogares, pero más todavía entre las mujeres y los jóvenes.
Hay una señal importante a partir de un estudio del FMI en diversos países, incluido México, sobre las oportunidades de empleo. Ha sido claro que la posibilidad de trabajar desde casa es casi marginal entre los trabajadores de bajos ingresos que entre los de altos ingresos; esto es, se amplió la desigualdad, principalmente por la incidencia de la informalidad y la baja calidad educativa: las oportunidades de mejoría ganadas hasta antes de la pandemia, se agotaron y no se establecieron mecanismos para conservarlas.
El hecho es que los trabajadores de bajos ingresos, que por muchas razones tenían menos probabilidades de trabajar desde casa y más probabilidades de perder sus trabajos como resultado de la pandemia, han sido los principales perdedores en todos los sentidos y eso tiende a empeorar la distribución de ingresos.
De manera más amplia, en un estudio entre 106 países el FMI advierte que el efecto estimado de COVID-19 en la distribución del ingreso es mucho mayor que el de pandemias pasadas y advierte que los beneficios logrados en las economías de mercados emergentes y en los países en desarrollo de bajos ingresos logrados desde la crisis financiera mundial podrían revertirse.
Es por lo que los 10 gobernadores de la Alianza Federalista y los otros cuatro que, como aquellos no forman parte del partido en el poder, piden un diálogo para alcanzar una transformación consensuada que necesariamente tiene que pasar por una reforma fiscal integral para hacer más equitativos y productivos tanto los ingresos como el gasto nacional. Nada que ver con alzas de impuestos o el simplismo de llamar a todo politiquería.
La razón por la que el gobierno actual alcanzó la más alta votación en la historia fue por un cambio pero a partir de las normas institucionales establecidas en la Constitución, con la participación de todos los mexicanos, sin excepción y sin maniqueísmo, de manera democrática.
@lusacevedop