En contexto
“¡Narco presidente!” y Narco-Estado términos que molestan a López Obrador y arremete contra la oposición.
Con el Zócalo capitalino lleno y las calles de más de un centenar de ciudades del país, miles de personas caminaron y se manifestaron el pasado domingo para defender pacíficamente nuestra democracia. Muchos de ellos gritaron al pie del Palacio Nacional: “¡narco presidente!”. Y el grito, eufórico, impulsado por los jóvenes, se replicó por todos los estados, inclusive afuera de nuestras fronteras. Eso, obvio, molestó a López Obrador, quien, en su mañanera, nuevamente, volvió a decir, medias verdades:
“Vivimos en un país libre, donde todos se pueden manifestar, expresar, bueno, hasta insultar al presidente, lo que no sucedía en décadas”. Pero miente. Se le olvidaron lo insultos a Díaz Ordaz, a Echeverría, a López Portillo, a De la Madrid, a Salinas de Gortari, a Fox, a Peña Nieto, por mencionar algunos. Incluso, cómo no recordar que el propio Gustavo Díaz Ordaz decía que el pueblo se burlaba de él “por feo, pero no por pen… como ocurría con Echeverría. O las caricaturas de López Portillo cuando dijo que defendería al peso “como un perro” en la devaluación de su sexenio. O los insultos y mentadas de madre a Salinas cuando ocurrió el asesinato de Colosio. En fin.
Llama la atención de que la arenga popular de “¡narco presidente!”, se repitió una y otra vez el pasado domingo, en la marcha por la defensa de la democracia convocada por distintas organizaciones sociales y respaldada por la oposición. Pero a López Obrador, se le olvida que el primero que habló de que su gobierno era un “Narco-Estado”, fue ni más ni menos Porfirio Muñoz Ledo, quien el 2 de junio de 2022, aseguró que el “contubernio o alianza que tiene AMLO con el narco no es heredable”.
En efecto, Muñoz Ledo al presentarse en la XL presentación de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (COPPPAL), dijo que López Obrador “piensa que puede heredar al siguiente gobierno su asociación con los delincuentes y que eso le otorga mayor poder. Porque además de tener la autoridad y los recursos del gobierno federal, éstos se suman a los del narcotráfico y entonces no hay nada que se le pueda oponer”.
Aquellas declaraciones de Muñoz Ledo calaron y fuerte en el gobierno federal y en el Congreso de la Unión, pues López Obrador no esperó para responder, pues al día siguiente en la mañanera, dijo que dicha declaración busca desprestigiarlo en vísperas de las elecciones estatales del 5 de junio y la calificó de “corriente y vulgar”.
“Es realmente muy corriente, muy vulgar todo esto, lo lamento porque el licenciado Muñoz Ledo me conoce muy bien y se atreve a sostener que el gobierno tiene vínculos con el narco, es un juicio sin fundamento, temerario”, espetó y pidió a Muñoz Ledo presentar pruebas que respalden sus señalamientos. “Si tienen pruebas que las presenten, que dejen de calumniar, es muy lamentable, vulgar, bajo”, sentenció. Sin embargo, afirmó que las acusaciones poco le preocupan pues, en primer lugar, está muy tranquilo con su conciencia y “en segundo lugar, es falso”.
Pero Muñoz Ledo jamás quitó el dedo del renglón. Antes de morir, el 9 de julio de 2023, concedió una entrevista a Adela Micha, donde insistió en que el gobierno de López Obrador era un “Narco-Estado” y que tenía las pruebas para respaldar sus dichos y que los tenía resguardados por si algo le llegaba a pasar.
Pero López Obrador se defiende y sostiene que los opositores de su régimen “están muy enojados” y han emprendido campañas “llamándome narco presidente. Como tengo autoridad moral, pues estoy protegido, porque lo que estimo más importante en mi vida es la honestidad y por eso no pueden. Y vaya que destinan muchísimo dinero a la compra de bots, ponen en las redes ‘presidente narco, AMLO’ o ‘AMLO, presidente narcotraficante’ y aparece en las redes que ven ese mensaje 200 millones de personas o más. La verdad es que son robots, compran en redes sociales estas llamadas granjas de bots, no son personas de carne y hueso y un pedazo de pescuezo, son robots, con publicistas. La otra lanzada va en el sentido de que soy un dictador. Fíjense, es como el mundo al revés, ellos son los demócratas, nosotros somos la dictadura; ellos no tienen nada que ver con el narcotráfico, nosotros somos los narcotraficantes.
Todo esto se desató luego de que Celso Ortega Jiménez, líder de la organización criminal de Los Ardillos, que operan principalmente en el estado de Guerrero, concedió una entrevista a la agencia Latinus donde señaló que Los Zetas aportaron dinero a la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador en 2006. Ortega Jiménez afirmó que tiene grabaciones de las negociaciones que tuvo con los involucrados, aunque no ofreció mayores detalles al respecto. A esta persona se le captó junto a la actual alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, al interior de un restaurante; ella afirmó que desconocía si su interlocutor pertenecía a un grupo criminal.
Ante esto, la Fiscalía General de la República (FGR) señaló que busca la localización de Celso Ortega Jiménez para que compruebe las afirmaciones que realizó ante dicho medio periodístico contra el mandatario federal, sobre presuntos vínculos con el narcotráfico. “En los diversos expedientes penales que se le siguen a la organización criminal denominada Los Ardillos, se ha abierto de inmediato un desglose con objeto de que Celso O, supuesto líder de esa agrupación, sea localizado para que, en su caso, ratifique y compruebe debidamente las afirmaciones que realizó ante un medio periodístico”, detalló.
Además, sostuvo que, “en tanto esto se logra, se le exhorta a dicho individuo para que, también de inmediato, y por el medio idóneo más práctico al que tenga acceso, haga llegar a esta Representación Social Federal todos los datos y pruebas que le den sustento y credibilidad a su referida declaración periodística”.
Ortega Jiménez narró que cuando formó parte de Los Zetas, organización criminal surgida a finales de los 90, recibió dinero e instrucciones para favorecer la candidatura de López Obrador. El líder de Los Ardillos explicó además los pactos a los que llegó con Norma Otilia Hernández, la alcaldesa morenista de Chilpancingo y con un funcionario de Guerrero supuestamente enviado por el senador Félix Salgado Macedonio.
El estado de Guerrero, actualmente es un bastión controlado por Morena, mediante su gobernadora Evelyn Salgado, hija de Félix Salgado Macedonio, y se ha convertido, en un estado fallido. Sus gobernados no cuentan con seguridad, ni bienestar. Se estima que hay un millón de desplazados como consecuencia de la violencia ejercida por los carteles. Es tal el nivel de pobreza y malestar, que el mismo López Obrador, prefiere no recorrer las comunidades y cuando viaja a esa entidad, lo hace en helicópteros del Ejército o de la Marina.
Es un estado sumido en la violencia. No sólo en Acapulco, su principal fuente de ingresos. Lo mismo pasa con Chilpancingo, Zihuatanejo, Taxco, Iguala, Tierra Caliente y otras regiones. El gobierno morenista de Evelyn como los anteriores del PRI, de Héctor Astudillo, o del perredista Ángel Aguirre o Carlos Torreblanca, han dejado crecer a los grupos beligerantes de manera inaudita y son miles de familias que huyen de la violencia y de la pobreza.
Ha sido tanta la incapacidad de los tres niveles de gobierno para frenar la narcoviolencia y las extorsiones, que cuatro obispos católicos de la entidad tomaron la decisión de hablar en nombre del pueblo y con la anuencia de las autoridades negociaron para que los grupos delictivos que se disputan las plazas de las principales ciudades de Guerrero aceptaran mantener una tregua. El tema, por supuesto, no está agotado.