Electoralizar la justicia
A Tito, por su cumpleaños.
Quien considere que el sistema de justicia mexicano no necesita una fuerte sacudida, es porque seguramente nunca ha sido usuario del mismo, o de ser el caso, tuvo una buena experiencia, que también las hay, desafortunadamente, en menor proporción.
Partiendo de esta tesis, que gran parte de la sociedad comparte, aunque en muchos casos ni entienda de que se trata, es que el Poder Ejecutivo Federal, con el amplio respaldo de votos que la ciudadanía le dio en la elección pasada, que se traducirá en la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y a unos cuantos votos de la misma mayoría en la de Senadores, ha emprendido la ardua tarea de cimbrar la impartición de justicia.
La propuesta es simple, de un brochazo borrar a los juzgadores actuales -malos, regulares, buenos y extraordinarios- y elegir a sus remplazos vía elección popular, bajo algún mecanismo que aun no tengo muy claro; en otras palabras, lo que llamo: “electoralizar” la justicia.
Hay pocas experiencias internacionales de esta propuesta que sirvan de parámetro para saber los posibles efectos de su implementación: Bolivia, con resultados aún discutidos, y Estados Unidos, con ejemplos estatales, muy cuestionados por la Barra de Abogados de dicho país.
Antes de continuar, refiero que no profundizare en la critica que se hace respecto a que el crimen organizado se apoderaría de estos espacios públicos de darse por elección popular, en virtud de que ya mucho se ha dicho al respecto y si ya pasa en otras elecciones, porque habrían de ser estas la excepción.
Con independencia de si es buena o mala la propuesta que hoy se discute a nivel nacional en foros abiertos para ello, en lo personal me gustaría aproximarme al problema de la justicia en México desde otro punto, el del principio, no el del final, y esto es atacar primero la deficiencia en la procuración de justicia, que es la etapa previa a la impartición de justicia.
En este sentido, mi propuesta es que, si vamos a “electoralizar” el sistema de justicia en nuestro país, empecemos por elegir, por voto popular, a los fiscales del país y dividamos los ámbitos de competencia, federales y estatales, en distritos, con Fiscales Distritales elegidos también por voto popular.
Si la elección popular puede generar incentivos perversos en tiempos electorales, que estos sean en quienes procuran justicia y no en quienes la impartan.
En fin, supongo que tan bien nos ha ido eligiendo gobernantes y legisladores por elección popular, que queremos reproducir los resultados y efectos con otros representantes del poder del Estado.
Otrosí: Con o sin reforma judicial, en Michoacán, se viene un amplio relevo generacional en el Poder Judicial del Estado.