El pecado de López Obrador
Es triste, patético, ver cómo en un país sumido en la violencia, el encargado de su conducción, lejos de llamar a la unidad, es el primero en propiciar la polarización y la división.
No sólo es la cantidad de asesinatos, más de 158 mil en 5 años, sino la bestialidad con que se han registrado muchos de estos, sin un gramo de piedad. Calcinados vivos, desollados, ejecutados, licuados los restos en tambos de ácido.
Un país sin guerra, con más de 28 mil desplazados impunemente, por bandas criminales que operan a sus anchas, porque ni uno de los tres niveles de gobierno puede o quiere hacerse cargo. De hecho, pareciera que lo promueven.
Hay un ánimo de confrontación, acuciado por el presidente de la República, más preocupado por las campañas de sus “corcholatas”, que, por el regreso de la paz, la justicia y la equidad.
Lo más grave es que hoy empezamos a ver claramente porqué López Obrador anticipó con tanto tiempo el proceso de sucesión. Una de las razones: es la única manera de tapar mediática e informativamente, el tamaño de su fracaso.
Además, era la única forma de conocer, cara a cara, a sus adversarios; a los de fuera y a los de dentro de su partido. Hoy tiene el pulso de quienes podrían traicionarlo en Morena y tiene un enemigo definido: Xóchitl Gálvez.
LA XÓCHITL MANÍA
Ella no era una desconocida. Su forma de hablar y de vestir nunca escandalizó ni molestó a nadie. Siempre se vio como algo genuino, parte de una personalidad franca y claridosa.
Pero López Obrador se encargó de colocarla en el foco nacional. Él la puso en ese segmento al que ha insultado, menospreciado: la clase media. Esos a los que ha llamado “fifís, aspiracionistas y conservas”.
Por eso hoy, el surgimiento de Xóchitl es inversamente proporcional al tamaño del odio que ha generado López Obrador. En el 2018, el pueblo votó por el que, creía, cambiaría todas esas cosas. Eso no ocurrió.
Hoy tenemos al Ejército dueño de aeropuertos, aduanas, hoteles, líneas aéreas. Y si pedimos la información, está reservada por cuestiones de “seguridad nacional”. Ese fue el cambio, que más bien fue TRAICIÓN.
Ahora López Obrador está metido en un verdadero galimatías, porque al adelantar en septiembre, el nombre del aspirante de Morena, solamente debilitará aún más el control que tenía de todo el proceso.
Claudia se ha derrumbado, tiene varios días de bajo perfil, tratando de evitar las polémicas por el uso del mobiliario público en la CDMX y del transporte público que promueve su imagen junto con la de AMLO.
Adán Augusto, está metido en un presunto affair con una de sus colaboradoras, a la que patrocinó un viaje en avión en rutas del Ejército, para transportar a la familia de la hoy diputada federal.
Marcelo, está metido en un conflicto con una editorial que se deslinda de sus espectaculares en la ciudad de México. Además flota en el ánimo de los morenistas, la advertencia: “rompería con Morena si hay chicanada”.
CLASISMO, RACISMO Y ODIO
La única respuesta que ha podido armar el presidente y sus AMLOVERS, ha sido la estigmatización, el ataque pueril y facilón sobre el origen, la vestimenta y oficios que parecen avergonzarlos, como tamalera, sirvienta o vendedora de gelatinas.
Lo delicado es que ha convertido a las clases medias en su principal enemigo. Universitarios, académicos, profesionistas, médicos, enfermeras, maestros, periodistas, de pronto se vieron perfectamente identificados con una mujer genuina.
Ella ha sido fiel a su estilo, como lo fue López Obrador desde el arranque de su campaña que lleva casi 20 años. Hoy ella no necesita fingir, inventar, forzar discursos, pintar bardas, pagar espectaculares o simular edición de libros.
La respuesta oficial y de los seguidores de AMLO, es incendiar las redes sociales, patrocinar campañas sucias y justificar un ambiente de violencia verbal que podría trasladarse a las calles, en caso de que se necesite anular la elección presidencial.
Eso es lo que ocurre ahora con las llamadas “corcholatas”, metidas en una guerra sucia y golpeteo de mala entraña, que toca la vida íntima de cada uno. Dos de ellos eligieron clonarse con AMLO, repetir sus frases, pero no llegan ni a mala copia
Así, los cálculos y expectativas han salido mal a AMLO. Claudia Sheinbaum se apaga, inexplicablemente parece agotada en una campaña que ni siquiera ha empezado.
Xóchitl Gálvez aparece, fresca, como una sorpresa, en la punta de una rebelión de las clases medias y de mujeres furiosas con un hombre al que ven como un MACHO ALFA que sólo quiere imponer su voluntad en todo y con todos.
DERECHO DE RÉPLICA, EL PECADO
Negarle el derecho de réplica, fue el primer error. Cerrarle las puertas de Palacio fue el inicio de la pesadilla. Ahora su pecado es la difamación. El presidente ha pasado al más ignominioso insulto personal.
Los bots lopezobradoristas han caído en ese mismo pecado, al atacar la imagen de Xóchitl, por el lado de su apariencia, de su vestimenta y de su forma de hablar. Como si ser “sirvienta” o vendedora de tamales fuera motivo de vergüenza.
El clasismo y racismo que criticaban, ahora aflora en sus ataques a la ex delegada en la Miguel Hidalgo. Más que crítica, hay insulto, denostación a la persona por su origen y vestimenta.
LA PIEDRA DE ADÁN
Más que una manzana, Adán Augusto se ha convertido además en una enorme piedra para la imagen Lópezobradorista, porque se presume amigo, paisano y producto “de un mismo palo” que el tabasqueño.
Sin embargo, el cínico uso de recursos públicos y uso de aviones de la Fuerza Aérea, incluso durante la consulta de revocación de mandato, hoy pesan como un lastre para el mandatario federal.
A ello se suman los reproches de otros candidatos de Morena, que calculan en millones de pesos, el costo de los espectaculares que pululan por todo el país a favor de Adán.
Por si fuera poco, se rumora qué César Yañez se alejó por desacuerdo con estas prácticas..
Se dice que la diputada federal Andrea Chavez y Abraham Mendieta son quienes manejan toda la estrategia. El hecho es que, en esta sucesión tan adelantada, se nota el agotamiento de algunas “corcholatas”.
LA DESMEMORIA
Para acabarla de amolar, AMLO se dio un tiro en el pie al señalar a Xóchitl Gálvez como producto de una mafia, olvidándose que, en el 2017, él la invitó a formar parte de su equipo.
Y lo hizo a través de intermediarios del más alto rango dentro del Lópezobradorismo: su hijo Andy, Claudia Sheinbaum, Rocio Nahle y Yeidckol Polensky. ¿Por qué ahora le parece poca cosa?
¿Qué cualidades le veía antes que ahora ya no? ¿Tiene que ser pobre o fingirse en la miseria para ser aceptada? A las clases populares no les impactan esas patrañas. Saben perfectamente cuando alguien les está mintiendo.
López Obrador no fingía, era parte del pueblo, como lo es Gálvez. Les gusta mal hablada, echada pa delante. Insultar su vestimenta, caricaturizarla como una “sirvienta” o estereotipar su indigenismo fue otro error.
Ella sí estuvo en los acuerdos de San Andrés Larrainzar, que reconocieron los derechos colectivos de los pueblos indígenas. ¿Cuál es el reproche, señor López Obrador?
Xóchitl, es como es, no ha cambiado. AMLO es ahora un personaje voluble, que lo mismo pudo prometer regresar a los militares a sus cuarteles, que entregarles en charola de plata puertos marítimos y aéreos.
Xóchitl es cuestionada por andar en una bicicleta eléctrica, pero los hijos de AMLO andan en camionetas blindadas, rentan casas costosas en Mexico o el extranjero, hacen negocios con hoteleros, colocan a sus amigos en puestos clave de gobierno.
Cuando ella afirma: “a mí no me maneja ningún cabrón”, los mexicanos podemos estar ciertos de ello y, tan es así, que no siguió los dictados del que hoy nos gobierna, ni permitió que éste la difamara o le inventara acuerdos oscuros.
El discurso de la honestidad y la austeridad franciscana se han derrumbado estrepitosamente. Tan solo el caso Segalmex se ha convertido en una pesada lápida con la que AMLO tendrá que cargar, no solo el resto de su sexenio, sino de su vida.
Hoy, entre los morenistas, vemos todo lo contrario y cada día son más notorios los tratos que tienen muchos de sus dirigentes con el crimen organizado. Chilpancingo y Guerrero son la muestra fehaciente. La protección a Ovidio Guzmán, otra.
¿Será que López Obrador sacará a las calles al crimen organizado para mantenerse en el poder? En el México real, el México de hoy, todo es posible. La única defensa, es salir a votar masivamente.