El Pacto de 1988/Arturo Herrera Cornejo
El Pacto de 1988.
Arturo Herrera Cornejo.
Las elecciones de 1988 dejaron dudas sobre la legitimidad del triunfo de Carlos Salinas de Gortari. Un acuerdo con la cúpula panista le permitió al priista que se destrabara el conflicto postelectoral al calificarse la elección y que, en consecuencia, pudiera rendir protesta como Presidente de la República.
Con su tercer lugar en la contienda electoral de 1988, para el PAN todo fue ganancia: un año después en Baja California se le abrió la puerta del poder con la primera gubernatura; también, logró que sus propuestas políticas y económicas dominaran la agenda nacional y se convirtieran en realidad.
En la casa de Juan Sánchez Navarro la noche del 27 de julio del 88 se reunieron con Salinas de Gortari: Luis H. Álvarez, Carlos Castillo Peraza, Diego Fernández de Ceballos, Luis Felipe Bravo Mena y Manuel J. Clouthier. La reunión fue auspiciada por Manuel Camacho Solís.
Necesitado el priista de legitimación, se pactó que los diputados azules se presentarían a la Cámara de Diputados, que hacía las veces de Colegio Electoral, para asegurar el quórum y, en los hechos, validar el cómputo de la elección presidencial. Para salvar la cara, los panistas se abstendrían, como lo hicieron, en el momento de la votación para calificar los comicios y declarar válidas y legítimas las elecciones.
El bloque que, en los días previos, pretendían algunos panistas, entre ellos el propio Maquio, con el Frente Democrático Nacional fue deshecho; de haber prosperado esta alianza no se hubiera reunido el quorum y la elección presidencial no hubiera podido ser calificada.
El PAN obtuvo de Salinas de Gortari varios compromisos fundamentales: la creación de un organismo ciudadano que se hiciera cargo, en lo sucesivo, de la organización de las elecciones y del cómputo de los votos; la reforma al artículo 27 Constitucional para revertir la reforma agraria; el restablecimiento de las relaciones Iglesia-Estado; la reprivatización de la banca y el acceso poder. Salinas no firmó ningún documento, pero cumplió con todo lo pactado. Los detalles están en el libro 1988, El Año en que Calló el Sistema, escrito por la periodista Martha Anaya.
En ese año, Cuauhtémoc Cárdenas ante las multitudes reunidas en las plazas públicas insistió en “limpiar” la elección presidencial, moderó a sus huestes para evitar una confrontación violenta con el poder y denostó a Salinas, llamándolo “ilegítimo” y “usurpador”. Negó en público cualquier acercamiento y condenó a quienes quisieran dialogar con el gobierno o con Salinas. Sin embargo, se reunió en privado con él una noche de julio de 1988 en la casa de Manuel Aguilera Gómez, a instancias, también, de Manuel Camacho Solís.
En 1996, cuando Porfirio Muñoz Ledo sacó a la luz ese encuentro, Cárdenas acusó al entonces presidente del PRD de incurrir en “falacias, bajezas, mentiras, infundios y fantasías”. Sería el propio Salinas quien confirmaría que ese encuentro y otro posterior ocurrieron. También dejó escrito cuál fue la relación que existió entre en ingeniero y su gobierno. Durante el sexenio salinista, el secretario de Gobernación Fernando Gutiérrez Barrios fue el puente entre el presidente y el ingeniero. En su libro México, un Paso Difícil a la Modernidad, Salinas de Gortariseñala que el nuevo secretario de Gobernación Patrocinio González Garrido le “…informó de un hecho singular: durante una de esas reuniones Cárdenas le había comentado que los 100 millones de viejos pesos que se recibían al mes ya no eran suficientes y pedía incrementarlos a 150. Fueron autorizados.”
El segundo encuentro ocurrió casi al final del sexenio de Salinas de Gortari, el ingeniero lo visitó para asegurarle que, si el ganaba la elección presidencial de 1994, lo trataría bien. Le dio la razón, dado que su sucesor, el presidente Ernesto Zedillo fue duro con Salinas y con su familia.