El mundo al revés/Ernesto Villanueva
El estigma de las armas de fuego II y última
Diversos lectores me han hecho llegar correos sobre dudas a propósito de mi columna de ayer que estuvo pensada en que fuera de una sola parte. Las interrogantes, empero, justifican que se siga aquí precisando y profundizando sobre el tema. Veamos.
Primero. ¿Por qué es muy difícil obtener un permiso de portación de arma de fuego? Por varias razones, entre la que habría que destacar la siguiente: El solicitante debe demostrar, de entrada, que donde vive no existe formalmente protección del Estado a los ciudadanos como en la sierra donde se acostumbra otorgar permisos de rifles calibre 22. No sería el caso de ninguna colonia ni zona de la Ciudad de México o de la zona metropolitana, aunque sea público y notorio que contar con policía o sin ella no hace diferencia alguna en los índices delictivos. Y hay muchas más que hacen que la obtención de un permiso sea efectiva sólo a través de un juicio de amparo directo; es decir, agotando las instancias administrativas previstas en la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, lo que reclama mucho tiempo e inversión de recursos económicos, haciendo nugatorio el derecho previsto en el artículo 10 constitucional en perjuicio de casi todos los mexicanos.
Segundo. ¿Por qué es importante que se flexibilice el procedimiento para la obtención de un permiso de arma de fuego? Porque habría un control que ahora no existe. Hoy en día, por ejemplo, el titular de la factura de un vehículo automotor es responsable, de entrada, de los delitos o ilícitos que se cometan con el auto, a reserva después de deslindar las responsabilidades a que haya lugar. La ausencia de conocimiento por parte de las autoridades de quién posee un arma de fuego y con qué carácter facilita la comisión de delitos y el tráfico de armas de fuego en beneficio de la corrupción y la impunidad.
Tercero. ¿Hay escuelas para aprender cómo disparar, limpiar y guardar las armas de fuego para evitar accidentes en México? A diferencia de Estados Unidos donde prácticamente todas las tiendas tienen cursos (muchos de ellos gratuitos) y clínicas de intermedios y avanzados, en México se ha desincentivado que el mexicano sepa qué hacer con un arma de fuego, aunque tenga sólo el registro de posesión para tenerla en su domicilio (aquí domicilio se equipara al hogar, no al previsto en el artículo 16 constitucional siendo más restrictivo violentando la Constitución. El domicilio debe entenderse como aquél lugar donde no hay un ingreso libre del público, como el auto, la parte de bodega de un negocio, no sólo el hogar). A pesar de todo hay dos escuelas para aprender el uso de armas de fuego con el debido permiso, una en la Ciudad de México y otra en Monterrey.
Cuarto. ¿No generaría mayor violencia que todo mundo tuviera acceso a las armas de fuego? No. No existe ningún estudio empírico que valide esa presunción basada en la ignorancia. Por el contrario, la teoría del desplazamiento señala que a mayor número de armas en una zona determinada menor número de incidentes delictivos; en otras palabras, el delincuente buscará, como es lógico, cometer un robo, homicidio o violación en una colonia o lugar donde sabe que hay menor resistencia que en una colonia militar donde viven oficiales y soldados y la existencia de armas de fuego es mayor. Las autoridades vinculadas al crimen de todo tipo son las más interesadas en que la población se encuentre indefensa para aprovecharse precisamente de esa circunstancia al margen de la Constitución, pero con la ley en la mano.