El lado inverosímil de las encuestas en Morena/Javier Lozano
Morena puede enfrentar un enigma una vez que llegue el momento de definir el proceso de convocatoria para elegir al abanderado del lopezobradorismo en 2024. Debemos recordar que, la encuesta, es el instrumento para designar candidatos a puestos de elección. En otras palabras, es la única vía para tomar decisiones. El problema de ello es que, toda esa metodología, queda en manos de un órgano “colegiado” que no ha sentado las bases de la transparencia, dado que la evaluación se encierra en una constelación de cuestionamientos, dudas y sospechas, sobre todo cuando se ha favorecido a quienes no lo merecen.
El caso más sonado, recientemente, fue el del senador Cristóbal Arias Solís que ganó 42 encuestas a priori; no obstante, perdió el ejercicio definitivo de Mario Delgado. Curiosamente, en esa etapa, la metodología jamás se publicó y hubo irregularidades desde el proceso de inscripción, hasta la convocatoria interna. Si realmente se hubiera aplicado un ejercicio demoscópico, el legislador de Michoacán hubiera refrendado lo que un número importante de evaluaciones detalló. En decir, no había forma aritmética ni matemática de revertir una tendencia que, incluso, iba en ascenso a cada mes.
Otro de los atropellos a la democracia y a la propia militancia del partido de Morena fue haber ignorado el poder de convocatoria que estaba jalando el senador Ricardo Monreal en la época previa del 2018. Él, en ese momento, dominó más de 21 ejercicios previos y, con el pretexto inverosímil que perdió la interna, se perpetró uno de los actos más ilógicos e inadmisibles que tengamos recuerdo. De hecho, desde que anunciaron que no sería él, el criterio tiene una concepción clara: se tomó una determinación unilateral de imposición.
Durante muchas semanas el senador Ricardo Monreal mantuvo la cima de las preferencias de opinión pública en 2018. Fue, inclusive, el actor político que mayor intención de voto jaló a comparación de los participantes en distintos careos internos. Incluso, en las semanas previas que estaba por conocerse el resultado todos los especialistas y columnistas daban por hecho su designación como candidato a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Es aquí donde resulta inverosímil seguir creyendo en una encuesta que no tiene ni lógica, ni mucho menos una metodología transparente como para dar certeza o constancia del verdadero sentir del pueblo. De hecho, esos juicios son emitidos por ejercicios internos del partido, es decir, la dirección de encuestas de Morena es quien califica y diseña, supuestamente, la ponderación que, en lugar de ser nítida, esconde un desaseo que se ajusta, todo parece indicar, a los designios de quien puede llegar a manipular un proceso de esa naturaleza.
Por esa razón, hay escepticismo de lo que puede llegar a pasar en 2024, máxime porque existe toda una campaña de propaganda a favor de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Esto, por supuesto, acota la competencia interna entre quienes aspiran a buscar la candidatura de Morena. La única manera de poder dar un giro es asumir una responsabilidad democrática. En otras palabras, reformar los estatutos y optar por un mecanismo plural que garantice igualdad de condiciones, es la salida más viable para dejar constancia, en especial para que no se favorezca a quien no lo merece.
Hay excepciones que hemos reconocido como el caso de David Monreal que mantuvo la cima en Zacatecas en 2021 con Morena. Él, incluso, se consagró desde antes como el mayor activo político de la entidad superando, con amplio margen, a la totalidad de los que se inscribieron en la elección interna. Fue, en términos políticos, una toma de decisiones correcta pues el ahora gobernador creció muy por encima de todos. Por ello, no había forma de cómo revertir esa tendencia. Lo mismo pasó con Sonora con Alfonso Durazo; asimismo, se ratificó en Nayarit, Baja California y Sinaloa.
Sin embargo, hubo desaseo en Michoacán y Chihuahua donde, hasta ahora, no podemos comprender cómo pasó un hecho de esa naturaleza porque la ventaja de los senadores, Cristóbal Arias Solís y Cruz Pérez Cuéllar, fue dominante en todos los meses previos a la elección.
Y esa misma ignominia, la padeció Ricardo Monreal en 2018. Por ese motivo, él no cree en las encuestas; bastante justificación tiene en alzar la voz para que se tome en cuenta otra propuesta cuyo reconocimiento sea más plural y democrático.
La elección primaria es, en este momento, el instrumento ideal que puede poner fin a tanta exclusión, pero también al favoritismo y las decisiones unilaterales que se toman a la ligera en el afán de favorecer a quienes no lo han merecido al grado de ser, en cualquier ángulo, una designación inverosímil que continúa sembrando suspicacia porque no convencen a nadie pues es un mecanismo pernicioso para la vida interna de un partido, máxime sí se hace llamar plural como Morena.