El individuo y la individualidad/Gerardo A. Herrera Pérez
En tiempos de cuarentena, se prepara información que puede ser de utilidad para nuestros hijos, o bien para nosotros mismos; desde el Órgano Autónomo de Derechos Humanos, se estan generando diversas notas con información que permitirán la comprensión de diferentes conceptos y temáticas. En este comentario, compartimos la importancia de distinguir el concepto de individuo, como lo expresa en el texto “Vida liquida”, su autor, Zygmunt Bauman.
Siguiendo las reflexiones que nos obsequia Zygmunt Bauman en el texto “Vida liquida”, precisa que la vida liquida, en una sociedad liquida, no tiene forma ni rumbo, donde lo importante en lo moderno, por ello no puede haber lealtad a lo viejo, porque eso pierde utilidad y debe desecharse. La identidad a lo moderno, al desarrollo tiene un significado importante, es decir, el volver a nacer.
En el marco de una vida liquida en una sociedad liquida, se realizó un análisis para saber que se pensaba sobre el concepto de individuo, es decir, de preguntar qué significa ser “individuo”; si quisiéramos preguntar a filósofos, o en general a la población, sobre el concepto, seguramente nos dirían, que individuo significa ser diferente a todos los demás. Bauman nos ofrece una analogía sobre lo que expreso Dios a Moisés: “ser un individuo significa que “yo soy quien soy”, es decir, un ser único, una criatura irrepetible hecha (o como en el caso de Dios, hecha a si misma) de esa forma peculiar; tan completamente singular que la singularidad de ese yo no puede describirse con palabras que puedan tener más de un referente.
Pese a ello, nos damos cuenta que los individuos que vivimos en sociedad, hemos sido hechos, o nos hemos hecho a sí mismos a diferencia de los demás. Pero, en una sociedad de individuos todos deben ser individuos; en ese sentido, al menos, los miembros de dicha sociedad son cualquier cosa menos “individuales”, distintos o únicos. Es todo lo contrario son asombrosamente parecidos, ya que deben seguir la misma estrategia vital y utilizar señas compartidas para convencer a otras personas de que así lo hacen.
En lo que a la cuestión de la individualidad concierne, no existe posibilidad de elección individual. No hay ningún dilema del tipo “ser o no ser” que se debiera resolver. Paradójicamente, la individualidad se relaciona con el espíritu de masas, ya que se trata de una exigencia cuya observancia está vigilada por el colectivo.
Ser un individuo significa ser como todos los demás del grupo, en realidad idénticos a todos los demás. En esas circunstancias, expresa Bauman, cuando la individualidad es un deber universal y un problema de todos, la única acción que haría a alguien diferente y auténticamente individual seria que intentase, ante el desconcierto de todos en general, no ser un individuo, suponiendo, claro está, que alguien puede lograr tal gesta y que se resigne a enfrentarse a sus consecuencias.
Bauman expresa que como acto de emancipación y autoafirmación personales, la individualidad parece afectada por una aporía connatural a ella, es decir es una contradicción insoluble.
Necesita que la sociedad actué tanto de cuna como de destino. Quienquiera que busque su propia individualidad olvidando, desestimando o minimizando esa pura y sombría verdad, esta condenándose a sufrir una gran frustración.
La individualidad es una tarea que la propia sociedad de individuos fija para sus miembros, pero en forma de tarea individual, que, por consecuencia, ha de ser llevada a cabo individualmente (al parecer difícil de realizar).
Es hoy este individuo el que vive en una sociedad líquida, que lleva una vida líquida, que sus valores son líquidos, que el amor es líquido, es decir, como se articula el individuo a esta sociedad de individuos, Bauman nos resuelve el dilema o la incertidumbre, expresando que la lógica del consumismo va encaminada a satisfacer las necesidades de los hombres y las mujeres que se esfuerzan por construir, preservar y renovar su individualidad, y, más concretamente, a que puedan afrontar la ya mencionada aporía de la individualidad.
El consumo y el medio de comunicación seduce al individuo, un ejemplo de ello, es el consumo de bebidas refrescantes a base de cola, el comercial expresara “se tú mismo, bebe la chispa de la vida”, nos recuerda esa aporía con una franqueza que la mayoría de los consumidores potenciales del producto agradecerán y por la que se sentirán sumamente agradecidos, porque se reflejan ellos, en esa individualidad.
La lucha por la singularidad, se ha convertido actualmente en el principal motor tanto de la producción en masa como del consumo de masas. Pero para poner ese anhelo de singularidad al servicio de un mercado de consumo de masas, una economía de consumo debe ser también una economía de objetos que envejecen con rapidez, así como de exceso y de despilfarro.
La singularidad viene hoy señalada y medida por la diferencia entre lo actualizado y lo pasado de fecha, o bien, entre lo que se consume en el día o lo que tienen fecha de ayer.
Así, el individuo como concepto, se suma a otros conceptos como el de ser humano, persona, sujeto social, ciudadano, y seguramente otras categorías sociales.
Las y los invito a darle lectura a los texto de Zygmunt Bauman, “Vida líquida”, “Amor líquido” y otros textos más. Dedicamos esta nota a mis amigos: Víctor Mujica Guzmán, Sergio Arturo Calvillo, Stephen González, mi exalumno Marcos Mercado, Mauricio Quadra, Margarita González, Pepe Alemán, Psicoanalista Mario, Antonia Loya García, Salvador Carrillo Duran, Ricardo Bravo de Uruapan, Xosee Yoou López, Marver Cedeño, Luisa Díaz, Zen Zen, Marcos Juárez, Elizander, Rosauro Arriaga, José Manuel Loeza, Luz María Ramírez Rangel, Salvador Zavala, Ricardo Rodríguez, José Manuel y Kati, Luisa SG, Calderón Cristian, Barrera Gabriela, Jafet Rodríguez, Pedro Chávez, Mario y Luisa, Gabi GL, Susan Flores, Gaby Torres, Mujeres de Acero, los niños parlamentarios y sus padres, Sandra Luz Torres Vázquez, Sergio Omar, Idali Acuña y en general a mis amigos del Face. Y desde luego en especial a Jose Alfredo Flores.