El Evangelio Hoy/Mateo Calvillo Paz
El Evangelio Hoy
Tiempo ordinario Ciclo A, 2020
UNGIDO CON EL ESPÍRITU SANTO PARA QUITAR LA MALDAD
Mateo Calvillo Paz
La corrupción es el pecado que trae crímenes, miserias y muerte. Para vencerlo Cristo es consagrado por el Espíritu Santo.
En tu vida. Los hermanos de la comunidad viven en un mar inmundo de corrupción, crimen, impunidad.
López obrador fue investido presidente en un acto, Cristo fue ungido por el espíritu Santo.
Dios habla. Dios hizo al hombre en un mundo ordenado, para que fuera grande y feliz. No tiene envidia de él y busca sólo castigarlo, al contrario busca su grandeza.
Pero desde los orígenes de la historia, entró el pecado en el mundo por insidia del demonio que tenía odio a Dios y le hace la guerra.
En el gobierno, en la vida social, se mezclan el bien y el mal, el mal es una realidad, no todo lo que hacen los hombres es bueno.
Hay personas que creen que todo lo que hacen los hombres es bueno, que no existe el mal, la falsedad. Los gobiernos pretenden que todo lo que hacen ellos es bueno, no hay lugar para el error, la maldad. Es su perspectiva que vicia su gestión radicalmente.
El hombre sólo lo puede vencer el mal, es una maquinaria, una lógica demasiado grande. Nuestros gobernantes no pueden con la corrupción y la injusticia, porque no las asumen, no ven la maldad que hay en ellos y no la enfrentan en su causa, el corazón corrupto del hombre.
En los países y los gobernantes en tiempos de Cristo estaban llenos de hipocresía y de injusticias, y no podían acabarlas y hacer un mundo de justicia, igualdad, caridad. Israel es un caso más.
Dios, en su proyecto eterno decide liberar al mundo del pecado. Realiza su proyecto piloto en su pueblo Israel, escogido para quitar el pecado y llevar la salvación a todas las naciones.
En la realización de su proyecto, en la etapa culminante y definitiva, escoge su servidor de todas sus confianzas. Isaías, en su visión profética, presenta esta figura celeste del servidor de Dios. Es elegido desde toda la eternidad como un servidor, no como un presidente o un caudillo, para recomponer su pueblo y reunir al pueblo de la salvación.
“Es poco que seas mi servidor para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra”.
La profecía se cumple en Jesús. Está presente Juan. “Al ver que Jesús venía hacia él exclamó: este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
Estamos en presencia de aquel que Dios unge y envía al mundo para librarlo de la corrupción, injusticia, hipocresía y todos los males de México.
“Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre el, ese es el que bautiza con el espíritu Santo… Este es el hijo de Dios”.
Cristo se humilla al venir al mundo, no viene como presidente, caudillo buscando la popularidad. Es dechado de humildad y obediencia.
Como dice el salmo, “aquí estoy para hacer tu voluntad. Dios mío, lo quiero y llevo tu ley en mis entrañas”.
El apóstol Pablo entra en este plan para los “santificados por Jesucristo, llamados Santos con todos los que en cualquier lugar invocan a Jesucristo”.
Vive intensamente. Acepta a Jesucristo, hijo de Dios, entra en su proyecto de acabar con la corrupción y la injusticia.
Cristo está aquí. Cristo está en la misa como servidor y salvador, nos alimenta con su cuerpo y su sangre.