El evangelio hoy/Mateo Calvillo Paz
TERNURA DE DIOS POR EL PECADOR
La criatura humana es pecadora, Dios nos busca con ternura conmovedora. En Cristo, se encuentran el pecado y la ternura de Dios.
En tu vida. Los vecinos de Juan en la parroquia son muy buenos para ver los pecados de los demás, juzgarlos.
Cuando alguien comete una falta, es comidilla de todos que se escandalizan y lo condenan.
Dios habla. La vida del hombre, sus luchas y sus caídas se entienden diáfanamente escuchando a Dios. El, desde el principio, lo va educando y le va descubriendo toda su verdad.
A lo largo de la historia, de generación en generación, Dios lo va formando, puliendo, perfeccionando, y llevando a metas cada vez más altas. Quiere llegar al ideal de convertirlo en hijo según el modelo de Cristo, el hombre perfecto.
El hombre descubre que es criatura, no es Dios, aunque sea presidente o rico. Es un ser limitado en lo físico y un ser herido en lo moral, hace el mal, es ciego y necio.
Su pecado le impide conocer a Dios, lo juzga, piensa que es enojón, vengativo.
Dios le va enseñando como discípulo verdades fundamentales, lo libra de sus enajenaciones, cegueras y y necedades. Le va descubriendo su verdadera personalidad.
Es maravillosa y consoladora la figura que traza el Antiguo Testamento, ya desde tiempos remotos. Es absolutamente sorprendente la infinita ternura y paciencia que muestra Dios, la comprensión del ser humano en su pequeñez y en su pecado.
“Se compadece de todos… Aparenta no ver los pecados de los hombres, para darles la ocasión de arrepentirse… Tú perdonas a todos porque todos son tuyos, Señor que amas la vida… A los que caen los vas convirtiendo… Para que se arrepientan de sus maldades y crean en ti, Señor”.
El salmo 144 repite la imagen: “el Señor es compasivo y misericordioso, es lento para enojarse y generoso para perdonar. Es bueno el señor para con todos…”
Tal vez tienes la impresión de que tú buscas a Dios y es una falsa impresión, es Dios quien busca a sus criaturas, hay que dejarse alcanzar por Dios.
Si Zaqueo tiene el deseo de encontrar a Jesús, ese deseo se lo puso el Padre Dios en su corazón. La iniciativa la toma Jesús: “Zaqueo, bájate pronto, que hoy tengo que hospedarme en casa”.
La respuesta de Zaqueo es generosa y pronta. El compartir la mesa significa una comunión más profunda, la acción de Dios opera en Zaqueo una transformación maravillosa. La conversión se da, el compartir los bienes con los pobres y la reparación de las injusticias. Si nuestros servidores públicos dieran el 4 × 1 de todo lo que se llevaron, cuánto dinero entraría en las arcas del pueblo.
Esta es la verdadera transformación y la riqueza verdadera e incomparable: “hoy ha llegado la salvación a esta casa…”
La condición miserable del hombre del hombre, corrupción, mentira y crimen tienen un encuentro feliz con la santidad y la ternura de Dios: “el Hijo del hombre ha venido buscar y a salvar lo que se había perdido”.
Esta obra maravillosa de la salvación es obra de Dios. Oramos: “Dios … a cuya gracia se debe que tus fieles puedan servirte dignamente…” “Todo es gracia”, afirma Bernanos. Lo nuestro es ir con Dios.
Vive intensamente. ¿Quieres ser una persona realmente católica, creyente? Ábrete a él, déjate alcanzar y transformar.
Cristo está aquí. Es un modelo conmovedor de ternura para el pecador. Humildad. Se entrega en la comunión de su cuerpo y de su sangre.