El evangelio de hoy/Mateo Calvillo Paz
LA ELECCIÓN VIENE DE DIOS
Mateo Calvillo Paz
En el tiempo ordinario celebramos nuestra vida: la elección de Dios, nuestra respuesta y un camino que dura toda la vida.
En tu vida. Juan y Lupita organizan un Encuentro para que la gente conozca la historia de salvación y entre en ella.
Le han dicho que es una experiencia sublime, que la persona cambia y se acerca Dios.
Dios habla. Los dos grandes ciclos litúrgicos nos trazan el proyecto eterno de Dios, desarrollado en el tiempo. Fue madurando con paciencia infinita y realizado en el tiempo culminando en la vida de Cristo, en su muerte y glorificación.
Después de Cristo, con la venida del Espíritu Santo, inicia el camino de la realización de la salvación en la historia de los pueblos y en la vida de los hombres hacia la consumación, cuando Cristo venga en su gloria.
Es el memorial del acontecimiento originario de la salvación que celebramos en el tiempo ordinario, de aquí al final de noviembre, a la fiesta de Cristo Rey.
Tenemos la inmensa tarea de darle cuerpo y vida a la historia de la salvación, cada fiel debe transformar su vida en un sacrificio agradable a Dios y debe transformar el mundo en una inmensa ofrenda a Dios. Hay que purificar y santificar todos los procesos sociales, todo el progreso impulsado por los inventos maravillosos de la tecnología.
Entrar en esta marcha maravillosa hacia los bienes verdaderos, guiados por la palabra de Dios y alimentados en la liturgia es la vida de los seguidores de Cristo.
Cristo está presente en medio de nosotros como lo prometió en la Ascensión, según San Mateo. Ocho días después derramó al Espíritu Santo que continuó la misma gesta de la salvación, el mismo caminar histórico.
Siempre es Dios el origen, él tiene la iniciativa desde el principio de la historia Él entra en la historia del pueblo de Israel en un momento decisivo, fundante, la liberación de Egipto: “ustedes han visto como castigué a los egipcios y de qué manera los he levantado a ustedes sobre alas de águila y los he traído a mí”.
El señor elige a su pueblo y lo guía para que sea: “especial tesoro… Un reino de sacerdotes y una nación consagrada”.
Dios conduce a su pueblo a la plenitud de la vida definitivos hasta hacerlos entrar en la salvación maravillosa de Cristo. En el momento fijado por Dios, en el corazón de la historia de la salvación, Cristo continúa la obra con sus apóstoles. El los elige. Antes pide a su Padre que envíe trabajadores a sus campos.
Luego los envía a predicar y a hacer milagros: “proclamen por el camino que ya se acerca el reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos, resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios”.
El precio de la salvación es infinitamente grande, la muerte del Hijo de Dios. “Cristo murió por nosotros cuando éramos pecadores… Justificados por su sangre seremos salvados por él del castigo final.” Dios realiza una obra maravillosa sobre toda comparación, como lo plantea Pablo en la carta a los Romanos.
Es obvio que Dios poderoso realiza la salvación, la criatura es incapaz. Por eso pedimos en la oración: “sin ti nada puede nuestra humana debilidad, danos siempre la ayuda de tu gracia…”
Vive intensamente. Deja entrar a Dios en tu vida, que se convierta en historia de salvación.
Cristo está aquí. Para este caminar hacia la salvación, Cristo te alimenta con su cuerpo y su sangre.