El evangelio de hoy/Mateo Calvillo Paz
Tiempo Ordinario,
Ciclo C, Domingo 24
DIOS ES PURA MISERICORDIA
Es sorprendente la actitud de Dios para con el hombre pecador lo ama en su miseria, lo redime, crea para el la fiesta del cielo.
En tu vida. La familia de Juan no conoce a Dios, piensan que los ve desde arriba y los espera para castigarlos.
Sienten que Dios es terrible, el Dios que truena en el Sinaí, Huitzilopochtli, que sacrifica hombres.
Dios habla. La mente del hombre no comprende a Dios, con mucha frecuencia se hace ideas falsas para proyectar su precariedad, su finitud, los fantasmas que teme.
La idea de Dios va evolucionando con el progreso de los hombres o su retroceso. Algunas imágenes de Dios en los hombres primitivos son terribles, lo ven como un Dios vengativo, cruel y sanguinario.
Lo mismo pasa con el Dios del pueblo judío, es el Dios del trueno, que les causa miedo, que no quieren escuchar. Hay representaciones temibles en la Biblia. El libro del éxodo presenta a Dios que, llevado por la cólera, quiere destruir el pueblo. Sorprendentemente su amigo Moisés lo hace desistir del castigo.
La idea va evolucionando en la historia de Israel hacia un Dios de paz, que se acerca a los hombres, que los ama y es misericordioso.
En la plenitud de los tiempos, en la realización acabada del proyecto de Dios, el Mesías, su Hijo, manifiesta una imagen sorprendente, Dios que es amor de tal pureza y magnitud, desconocida entre los hombres y superior a ellos.
Lucas revela los rasgos divinos del amor en la persona de Jesucristo. El amor se manifiesta en su predicación, en sus parábolas.
Los hombres no conocen el amor, son torpes, egoístas, hipócritas, su amor es pequeño, mezclado de mezquindad, ceguera, egoísmo. No ven su pecado, juzgan a los demás y no quieren convivir con los pecadores.
Con su trato y su palabra, Cristo descubre el amor nuevo, sorprendente de Dios. Éste es misericordia que significa el amor del miserable, de los pobres, los pecadores, comprende la condición humana.
La misericordia es el amor que Dios muestra por el que anda perdido para el Reino: como la oveja, como la moneda. Es hondamente humana y divina la misericordia del papá de la parábola por el hijo pródigo que retorna humillado, flaco, puro viento y arrepentido, lo acoge con incondicional ternura.
(Quienes son soberbios y miopes como los fariseos no aceptan su condición miserable, se creen lo máximo, que tienen sólo éxitos, nunca reconocen ni una limitación, son pobres necios, ridículos, dignos de lástima).
Un caso ejemplar de la misericordia infinita de Dios es San Pablo blasfemador, perseguidor, violento, “porque Cristo lo estimó digno de confianza y le encargó el ministerio… El tuvo misericordia de mí… Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero en los pecadores”.
El amor de Dios tiene un poder creador y redentor sin límites, puede hacer un México nuevo, sin corrupción ni sangre derramada ni injusticia grave social. Lo nuestro es reconocer humildemente nuestra condición miserable y entregarnos humildemente al Dios de la misericordia.
Le pedimos a “Dios creador y señor de todas las cosas… Que sintamos el efecto de tu amor… Con un corazón íntegro”.
Si los católicos del poder se reconocieran pecadores y no mesías, se recogerían a la misericordia de Dios.
Vive intensamente. Necesitas la conversión: reconocer sus crímenes y faltas y acogerte la misericordia divina.
Cristo está aquí. Cristo te busca con su misericordia para redimirte, ofrece al pecador su cuerpo y su sangre.