El capital, la naturaleza y las contingencias/Gerardo A. Herrera Pérez
El Capital, la naturaleza y las contingencias.
Gerardo A. Herrera Pérez
Sería interesante preguntarnos, cuál es la relación que guarda el capital con la naturaleza, con la sociedad y con lo mental, en esta crisis de salud por COVID-19; David Harvey, nos señala al menos cuatro razones para reflexionar sobre la relación entre el capital y la naturaleza, en su texto “Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo”.
Primero, el capital cuenta con una prolongada trayectoria de resolución de sus dificultades medioambientales, sin importar si están relacionadas con recursos naturales, con la capacidad de absorber sustancias contaminantes o de lidiar con la degradación de los habitas, la pérdida de biodiversidad, el empeoramiento de la calidad del aire, la tierra y el agua, y otras cuestiones similares. Malthus predijo catástrofes, no las hemos visto como tales, Paul Ehrlich, ecologista, sostenía que la mortandad masiva por inanición sería inminente, pero esta nunca se produjo.
Segundo, la naturaleza que supuestamente estamos explotando y agotando y que supuestamente también nos limita o se venga de nosotros está en realidad internalizada en la circulación y acumulación de capital. Es decir, el crecimiento de una planta depende de la agroindustria, para que el año venidero vuelva a crecer. De esta manera el capital es un sistema ecológico en constante funcionamiento y evolución dentro del cual tanto la naturaleza como el capital se producen y reproducen continuamente.
Tercero, el capital convierte los asuntos medioambientales en una gran área de actividad empresarial. Cuarto, el capital continua circulando y acumulándose en medio de catástrofes medioambientales. El desastre medioambiental genera abundantemente oportunidades para que un capitalismo del desastre obtenga excelentes beneficios.
La población en cualquier parte del mundo ahora es superflua y desechable, y el capital nunca se ha arredrado a la hora de destruir a las personas en su afán de lucro. China, India y Bangladés, países que tienen condiciones insalubres para su población, es decir hasta hoy, podemos apreciar una distribución injusta de los perjuicios medioambientales, que podría organizar a las personas para demandar justicia medioambiental, pero las protestas, que no los movimientos sociales, son una amenaza para la supervivencia del capital.
El capital ha logrado responder con éxito a las contradicciones en numerosas ocasiones, regularmente animado por los poderes del Estado, que a menudo se muestran absolutamente incoherentes respecto a las políticas medioambientales en su conjunto, o influenciados por las presiones procedentes de la sociedad capitalista en general.
Pero el punto es pensar que aun en estas condiciones de contingencia que vive el planeta con la pandemia del COVID-19, el capitalismo sacara la mejor ventaja?.
Más allá de esa pregunta, mi pregunta es, si esta contingencia seria el detonante que permitiría ir trabajando en familia, sobre todo en aquellas familias (diversas) que tendrán el privilegio de permanecer treinta días al interior de sus domicilios.
Yo pienso que será la oportunidad de trabajar en el modelo de cohesión social, es decir, trabajar en mecanismos de confianza, de pertenencia, de creación y consolidación de valores y de convivencia.
Entiendo que si trabajamos en la familia y sus integrantes, los impactos y generación de nuevas formas de entendimiento y buenas practicas serán detonantes con otras familias y ello, permitirá de manera general con la sociedad impulsar procesos de inclusión, convivencia, tolerancia, incluso avanzar en la confianza, modelos de identidad, los valores y la convivencia.
Los valores compartidos se identifican en cuatro valores a su vez: la solidaridad, la cooperación, la tolerancia y el altruismo, y todos ellos tienden entre otras acciones a fortalecer la cohesión social, tan importante para el desarrollo de una sociedad.
Los valores ya enunciados influyen en la orientación y motivación de la toma de decisiones de los miembros de una colectividad para ayudar a la otredad. Los valores compartidos parten del supuesto de que la disposición de ayudar o apoyar a otros, o bien, de llevar a cabo acciones altruistas y ser tolerantes puede variar en función de que los mismos se encuentren anclados a los miembros de la sociedad.
La existencia de un grupo de valores compartidos puede promover la motivación y desde luego favorecer la disposición por parte de los individuos a establecer vínculos sociales y a realizar acciones que promuevan el bienestar común. La existencia de este grupo de valores compartidos puede establecer metas y fines colectivos hacia los que los individuos orienten sus acciones, generando un sentido de pertenencia social, que es fundamental para la promoción de éstos.
Pero que son cada uno de estos valores compartidos: el valor de la solidaridad orienta las acciones de las personas a ayudar o colaborar con otros miembros de la familia, o bien en su momento de la sociedad. Esa orientación puede generar un sentimiento importante al decir “nosotros” (y no lo que comúnmente se da, “nosotros” y los “otros”) entre la colectividad, la comuna, el pueblo, la colonia. “Puede rastrearse mediante el análisis de la disposición de los individuos para ayudar a quienes componen sus vínculos y la creencia de que debe existir una cierta reciprocidad solidaria entre miembros de redes inmediatas”.
La solidaridad influye y actúa de manera fundamental en la cohesión social, toda vez que crea las condiciones entre las personas para el compromiso y la colaboración con la otredad, lo que genera una tendencia a evitar el aislamiento social de las personas o el individualismo extremo, en este momento necesitamos de la familia y sus integrantes.
Por otro lado el valor de la cooperación, es también un valor compartido; el valor de la cooperación se refiere a como el individuo orienta sus intereses, su actitud para emprender acciones colectivas que tienen como propósito resolver, de manera conjunta, principalmente problemas sociales compartidos. La cooperación motiva a los individuos a relacionarse con otras personas de la familia para el desarrollo de un trabajo en común y en beneficio para los integrantes de la familia o bien, en su momento en beneficio de la colectividad.
En tanto que el valor compartido del altruismo se refiere a la orientación de la acción de las personas para ayudar o ser colaborativos con los miembros de la familia o en su caso con otros sujetos sociales, generando un principio de relativización en la búsqueda del bien propio. El altruismo motiva a las personas a conferir importancia al bienestar de los otros y, por tanto, expresa el nivel de empatía social tanto en la familia como en la colectividad. Este valor contribuye a la moderación del egoísmo como único referente de la acción individual, y de la cual estamos seguros lo único que está generando es evitar entregarnos a los demás en función de las necesidades sociales.
Es de precisar el significado del valor de la tolerancia, que no se puede confundir con el significado de dádiva; la tolerancia es reconocer las diferencias en la otredad, aceptando que la mismidad y la otredad tienen los mismos derechos; no obstante la tolerancia nos remite a la orientación de la acción que posibilita que los individuos estén dispuestos a establecer vínculos con personas diferentes de quienes forman o integran sus grupos o sus pares sociales. Se considera que la tolerancia, a pesar de su especificidad, tiene una eficacia sustantiva para comprender como en las sociedades complejas, estratificadas, culturales y pluriétnicas pueden generarse vínculos sociales entre individuos.
Estos valores compartidos son importantes, de hecho lo son, pero se requiere para fortalecer la cohesión social que exista sentido de pertenencia en este caso a la familia, o bien a la comunidad. El sentido de pertenencia se comprende como el sentimiento de formar parte de una familia, colectividad, caserío, comunidad, pueblo, colonia. La pertenencia apunta a sentirse miembro en activo de una familia o bien de la sociedad, identificarse con sus rasgos fundamentales y comprender el proyecto de futuro que se tenga.
El desarrollo de la pertenencia se deriva del auto-reconocimiento como miembro de la familia o de una colectividad porque se comparte una identidad, los valores, creencias, proyectos, problemas y desafíos con las otras personas que conforman dicha estructura social. Además, por que las otras personas consideran a la otredad parte de su estructura y estarían dispuestos a realizar acciones encaminadas a brindarle apoyo y auxilio en caso de necesidad.
Los valores que aquí señalamos, significativamente fortalecerán a la familia y saldremos adelante como comunidad al practicarlos una vez que pase la contingencia.
Adicionalmente podemos hacer muchas más actividad de las que pudiéramos pensar: hacer nuestro árbol genealógico, jugar y disfrutar, ver televisión y programas de acceso a la cultura de la UNESCO, reunirnos para diseñar estrategias que permitan visibilizar la disciplina con que estamos trabajando, sus reglas, y la importancia de los hábitos. Leer sobre el conocimiento de los derechos humanos y las libertades. Saber sobre la igualdad, la libertad, la tolerancia, el respeto, es decir sobre aquellos conceptos que utilizamos a diario, como el respeto a la dignidad humana.
Pero igualmente escribamos poesía, cuento, narrativa, cuestiones que nos permitan identificarnos como seres culturales y musicales. Tanto por hacer, por convivir, por amar al otro.