El buen gesto de Ricardo Monreal/Javier Lozano Gamiño
El buen gesto de Ricardo Monreal
Javier Lozano Gamiño
Después de tanto tiempo, por fin, el Presidente se decidió o, mejor dicho, las propias circunstancias lo obligaron a meter a Ricardo Monreal en la carrera presidencial dejando de lado la exclusión que, por muchos meses, fue la característica principal del proceso sucesorio anticipado. De hecho, fue un acierto de López Obrador para sofocar la tensión y la misma presión que lanzaron desde las bases del partido de Morena.
Sin embargo, hay una pieza clave de este proceso justo después de haber insistido por tanto tiempo. Es el caso de Ricardo Monreal que ejerció, durante muchos meses, una narrativa justificada en el tema de igualdad, especialmente en el trato y reconocimiento legítimo de la aspiración presidencial.
Siendo un rebelde con causa el coordinador de los senadores de Morena encabezó una defensa legítima bajo el principio plural y democrático de participación, en especial cuando el clima de hostilidad subió de tono en el instante que rechazaban, sin justificación, el deseo de Monreal de recibir el mismo trato y respeto que los demás aspirantes a la silla presidencial.
Y el presidente no titubeaba: desde la tribuna mañanera solo mencionaba a tres aspirantes. Fue una posición dura que dejaba un mal sabor de boca, sobre todo por el apoyo incondicional que recibía Marcelo, Claudia y Adán Augusto. En cambio, Ricardo Monreal tuvo que aguantar la indiferencia, pero jamás bajó la guardia. Aguantó la andanada, incluso con una ejemplar postura de respeto.
En momentos como ese, el Senador Ricardo Monreal le sacó provecho a cada una de esas etapas. Mientras fluía la guerra sucia el coordinador de los senadores de Morena generaba más estructuras de apoyo por todo el país. De igual modo, comenzó a trabajar un proyecto de nación donde profundizó ejes de trabajo en las políticas públicas que delineó a través de su plataforma de Reconciliación por México.
Por ello, la estrategia presidencial sucesoria que corrigió el presidente a través de su interlocutor, Mario Delgado, tiene una lectura muy amplia. Es, en términos políticos, el reconocimiento histórico a la trayectoria de Ricardo Monreal que siempre defendió a capa y espada cada uno de sus posicionamientos públicos, sobre todo cuando el presidente no lo mencionaba en Palacio Nacional.
Ahora que las cosas han cambiado es muy probable que el presidente, desde la tribuna de la mañanera, haga énfasis en ese tema. Ya lo hizo en la carta que envió Mario Delgado a los gobernadores dando un giro al paradigma. Metió al zacatecano en el mapa electoral al admitir su incorporación como corcholata oficial.
Y como el senador Ricardo Monreal siempre ha ido un paso adelante, tuvo el gesto correcto de invitar a la plenaria de los senadores de Morena al secretario de Gobierno, Adán Augusto; asimismo, asistirá el canciller, Marcelo Ebrard y la propia jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
Son los cuatro aspirantes oficiales de Palacio Nacional los que desfilarán el próximo martes en la vieja Casona de Xicoténcatl. Un buen gesto de Ricardo Monreal que sabe manejar perfectamente la tensión de los procesos electorales, sobre todo cuando hay que propiciar un clima de unidad. Por ese motivo, el coordinador de los senadores de Morena convocó a las cuatro corcholatas.
Es una acción inteligente de Ricardo Monreal porque rompe cualquier prejuicio. Es, en pocas palabras, una señal de unidad y cohesión, lo mismo que una invitación a llevar la fiesta en paz. Qué mejor que el coordinador de la fracción de Morena tenga esa iniciativa al decidir que la plenaria fuese el primer punto de encuentro, máxime porque el presidente ha palomeado su participación después de meses de lucha.
A propósito, el senador Ricardo Monreal se le nota más confiado y motivado después de lo que aconteció. Tiene motivos para estarlo pues no es fácil encarar un proceso viviendo en carne propia la exclusión, peor aun cuando viene acompañada de una guerra sucia a través de manipulaciones como el martes del Jaguar.
Un acto inmerecido que jamás tuvo que pasar. Qué bueno que el presidente remedió el asunto antes de que las cosas se salieran de control. De hecho, podemos hablar de una nueva era que finalmente siempre fue lo más justo. De ese modo, Ricardo Monreal inaugura el proceso sucesorio ya con los cuatro aspirantes oficiales; lo hace como pionero y ejemplo a favor de la pluralidad al dar una muestra de respeto y atención a sus compañeros en uno de sus principales epicentros: la vieja Casona de Xicoténcatl, antigua sede del Senado de la República, enclavada en el centro histórico de la Ciudad de México.