Ejército en las calles/Santiago Heyser Beltrán
Por mi edad me tocó ver el ejército en las calles en 1968, usado contra el pueblo por un Presidente idiota y temeroso y un Secretario de Gobierno criminal.
Sí, los protagonistas del asesinato de estudiantes usando al ejército fueron Gustavo Díaz Ordaz cómo Presidente y Luis Echeverría Álvarez como el Secretario de Gobierno que le mintió al Presidente e inició la masacre de Tlatelolco usando francotiradores del grupo paramilitar Batallón Olimpia, para exacerbar el ejército haciéndoles creer que eran atacados por la ciudadanía y así asesinar (escarmentar) a jóvenes mexicanos que respaldando el movimiento estudiantil de 1968, querían tener voz y ser escuchados. Así las cosas, imaginemos ahora que Díaz Ordaz y Luis Echeverría hubieran tenido la Ley de inSeguridad interior como marco jurídico; y después contemos los muertos… Lo mismo con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, ninguno contó con una Ley que permitiera a la Fuerzas Armadas andar de policías y así nos ha ido… Ahora reflexionemos en la irresponsabilidad de esa Ley.
Es por eso que desde siempre me opuse a la legislación que de manera irresponsable otorga el mando de las Fuerzas Armadas de México al Presidente en turno dándole el pomposo título de “Comandante Supremo”. Dejar el mando de más de 300,000 hombres armados y entrenados para matar, en un solo hombre, es correr el riesgo de que se cometan actos criminales, como ha sucedido, por parte de integrantes de una institución cuyo ADN es obedecer, no pensar; lo que nos deja dependientes de la estabilidad psíquica y emocional de un solo hombre ¡El Presidente!, y de su honestidad, madurez, generosidad y buena intención para servir a México y no para servirse él, servir a su partido, a su grupo político o servir a intereses ajenos, incluidos los de los financiadores de campañas, usando a las instituciones de seguridad para atender e imponer agenda o peor aún, para servir a los intereses de una potencia extranjera a la que debe favores, a la que teme o en la que deposita la esperanza de su futuro personal.
¡No!, el ejército de México no debe servir ni estar bajo las órdenes y los caprichos del Presidente de México; las Fuerzas Armadas tienen una misión fundamental, defender la soberanía nacional y en mi opinión, defender la Constitución Política de México, tarea que les fue cancelada por el poder civil, en un acto que califico de traición a la Patria, para poder modificarla al gusto de los gobernantes y los congresistas en turno, en beneficio de intereses particulares y contrarios al interés del pueblo de México; el ejemplo más reciente es la mentada Reforma Energética que entrega al capital nacional y extranjero la soberanía energética y la riqueza petrolera propiedad de la nación y del pueblo, con estrategias y bajo argumentos falaces cómo; 1.- La incapacidad tecnológica para explotar mantos en aguas profundas. 2.- La desvergüenza de abandonar el mantenimiento de la paraestatal, para que una vez convertida en chatarra, argumentar sobre la obsolescencia de la empresa y así poderla rematar diciendo que no es competitiva. 3.- Desangrarla fiscalmente para hacerla inviable y mostrarla como un “elefante blanco” que le cuesta a la Nación. 4.- Ser cómplices desde los gobiernos y el sindicato “protegido”, de la rampante corrupción que acabó con la rentabilidad de la empresa de todos los mexicanos y 5.- Argumentar con conceptos de mercado y modernidad para cumplir la petición e interés de los gringos a cambio de obtener apoyo electoral, político, económico, un “modus vivendi” después de dejar la presidencia y obtener impunidad de organismos de justicia internacionales y de USA, a cambio de servicios prestados al extranjero... Pero ese no es el tema, el tema es que es idiota dejar el mando de las Fuerzas Armadas en un hombre que para llegar a la presidencia (todos) tuvo que mentir y defraudar electoralmente y que para financiar su campaña quedó comprometido con intereses ajenos al pueblo de México; de ahí que mi propuesta sea: En tiempos de paz, que el Secretario de Defensa y de Marina y las Fuerzas Armadas de México, estén bajo el mando y tutela del senado y que en tiempos de guerra, en automático entre en función el nombramiento de Comandante Supremo para el Presidente de México, para tener un mando único ¡Ojo!, solo en tiempos de guerra, con declaratoria de guerra con otra nación y con riesgo de ser invadidos…
Hoy no estamos en guerra y tenemos y hemos tenido presidentes corruptos, dar el mando sobre las Fuerzas Armadas a un solo hombre es irresponsable. Por si esto fuera poco, los diputados han propuesto una ley que de facto convierte a nuestras Fuerzas Armadas en policías con poderes metaconstitucionales y un alto riesgo de acabar con el estado de derecho y las libertades civiles que tenemos los mexicanos. Imagina, estimado lector, todo ese poder en manos de un presidente borracho, que lo hemos tenido, o corrupto, que lo tenemos, o si llega al poder un sátrapa como Díaz Ordaz o como Echeverría, de los que hay muchos en los partidos y en la política mexicana, o si simplemente si llega a la presidencia un ladrón, como lo han sido la mayoría de los presidentes de México y se ve obligado a servir a poderes extranjeros para obtener impunidad después de su mandato.
Cierro con una hipótesis: soy de los que creen que en la desaparición de los 43 vándalos de Ayotzinapa estuvo involucrado el ejército, no solo por omisión, sino en la cremación de cadáveres, de los cuales luego se sembraron algunas cenizas en los tiraderos de basura para dar sustento a la “verdad histórica” presentada por el gobierno para proteger a los culpables. Como soy de la opinión de que quienes están entrenados para matar, no pueden ser nuestros policías. Creo en los soldados, no en los altos mandos castrenses que, en forma servil, aplaudieron la Reforma Energética, creo en su función constitucional en defensa de la soberanía y creo en su función social de apoyo en desastres, pero no los quiero en las calles militarizando a México y persiguiendo a mexicanos… ¡Así de sencillo!