Diplomacia en crocs
Hace unos días se celebró la reunión anual del G20 en la India. Ahí participó México junto con las otras 19 economías más importantes del mundo, para definir las políticas que brindan estabilidad financiera internacional. Como cada año, asisten los jefes de estado de los países miembros, los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales. Sin embargo, nuestro país siguiendo la tradición de los últimos cinco años decidió despreciar este gran evento y solamente envió a la secretaria de economía, Raquel Buenrostro, para que “discutiera” con las demás naciones sobre el futuro de las finanzas internacionales y, particularmente, lo que al respecto conviene a México.
En lo que esto sucedía, nuestro presidente decidió irse de gira por Colombia y Chile a unas reuniones regionales y al homenaje a Salvador Allende. No está mal, pero para ser un mandatario que no hace giras sí resultan curioso que se enfoque más en el pasado que en el futuro. Nada ganamos como país de esa gira latinoamericana, salvo la presencia testimonial. Lo que es inadmisible es el desprecio permanente a una reunión fundamental para la integración global de México. Peor aún que no envíe a su canciller, ni a su secretario de hacienda y más bien envíe a la responsable de la economía interior del país. Eso es no entender de qué se trata el G20, ni los temas que ahí se discuten, ni la importancia de la integración y mucho menos de lo que a nuestra nación conviene en el concierto global.
La señora Buenrostro acudió a la cumbre representando a todo México, nuestros intereses, nuestro gobierno y nuestro pueblo. Y sí, llegó en “Crocs”, esa mezcla de zapato-guarache y chancla de plástico que sirve para andar flojeando en casa o salir de la alberca y el mar sin quemarse los pies. Eso sí, con calcetines para no perder el “caché” y un poco grandes para librar la hinchazón. Todo un ajuar muy peculiar para encontrarse con los líderes mundiales y representar nuestro México lindo, querido, folclórico, charro, anticlimático y fuera de moda.
Por supuesto que lo más grave no son los famosos “Crocs” de nuestra ministra de economía, ojalá quedara en eso. La gravedad del asunto es que ese es el nivel que este gobierno cuatroteista le ha dado a la participación del país en el concierto de las naciones. Es una diplomacia en “Crocs”, donde hemos caído en no figurar de otro modo más que haciendo el ridículo. Participando con quien no es la persona más adecuada para participar en ese foro, desairando las reuniones internacionales más importantes para México, teniendo posiciones que distan mucho del papel que nuestra nación y nuestra economía representan, siendo la mofa de muchos países y, para acabarla de fregar, vistiendo “Crocs”.
La diplomacia no es cosa solamente de etiqueta, ahí se representa al país entero y se defiende la dignidad de toda una nación. A mí me gustaría sentirme orgulloso de mi presidente, verlo de tú a tú con los líderes mundiales, que defendiera los intereses de México y que al mismo tiempo ganáramos terreno en el desarrollo de todo el país, que nos respetaran por lo que nuestro líder expone, defiende y representa, y principalmente, que todos nos identificáramos con él (o ella) independientemente de ideologías políticas.
Pero no, solamente tenemos un presidente ocupado en despertarse temprano para opinar de política, que no nos representa a todos, que no nos gana respeto, que divide a su pueblo, que es caprichoso y que ha vulgarizado la buena política del país. ¿Se imaginan a Kennedy, a la Thatcher o a Felipe González en “Crocs”?