Diario Legislativo/Pedro Jiménez Rodríguez
La terquedad y antipeñismo de Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, podría provocar un conflicto muy serio en la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, como presidente de México.
Es que Muñoz Ledo dijo hace unos días que, a la ceremonia del 1 de diciembre, que se realiza en la sede de la Cámara de Diputados, convertida en recinto del Congreso de la Unión, no permitirá que ingresen “los pelones” del Estado Mayor presidencial, ni ninguna persona armada.
Dijo el presidente de la Cámara de que al recinto legislativo no entrarán guaruras y que el presidente saliente, Enrique Peña Nieto, tendrá que entrar sin su acostumbrada guardia presidencial.
Hasta ahí Muñoz Ledo no ve ningún problema, pero si tomamos en cuenta que el presidente Peña Nieto entrará a un salón de plenos repleto de diputados y senadores de Morena, que le tienen mucho coraje y han demostrado que le quieren cobrar todas las que suponen que les debe, se antoja que podría ser agredido verbalmente y en una de esas hasta físicamente, al entrar o salir.
Está previsto que el presidente Peña Nieto acuda al palacio legislativo portando la banda presidencial, para entregarla al presidente de la Cámara (Porfirio Muñoz Ledo), quien a su vez le pondrá en manos del nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
La ceremonia protocolaria no llevara más de cinco minutos, después de lo cual saldrá del recinto Enrique peña Nieto, pero quién le garantizar que al salir no vaya a ser agredido, máxime que tiene que cruzar el salón de plenos por el pasillo principal, en medio de diputados de Morena que tanto coraje le tienen.
Un panorama muy complicado, más aún que el que enfrentó el 1 de diciembre de 2006 el panista Felipe Calderón, quien tuvo que entrar por un salón de conferencia y llegar por detrás de las banderas monumentales que encabezan el presídium de la Cámara de Diputados, precisamente porque los diputados y senadores de Morena, encabezados en ese entonces por Martí Batres, hoy presidente del senado, cerraron con cadenas y atrancaron con sillas y mesas la puerta principal.
En ese entonces los panistas y el presidente Felipe Calderón contaron con el apoyo de senadores y diputados del PRI, pasara sacar adelante la ceremonia, pero ahora no se ve quien pueda apoyar a Peña Nieto y a la chiquillada de diputados y senadores priístas.
Tal vez será necesario que el propio presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, o alguno de sus cercanos, hable con el diputado Porfirio Muñoz ledo, y le pida que le baje de volumen, para que no eche a perder la ceremonia protocolaria del cambio de poderes.
Es que tienen que prevenir la eventualidad de que el presidente Enrique Peña Nieto decida no acudir a la Cámara de Diputados a entregar la banda presidencial, para evitarse un mal momento antes de dejar el cargo, lo cual sería un duro golpe para la asunción de López Obrador.
Veremos en quien cabe la prudencia.