Diálogos por la paz/Gerardo A. Herrera Pérez
Diálogos por la paz.
Gerardo A. Herrera Pérez.
Desde los diferentes campos, estructuras operativas y trincheras, ya sociales, ya desde las organizaciones de la sociedad civil se trabaja por construir los diálogos por la Paz: Altruistas de Corazón, Grupo de Facto Diversidad Sexual en Michoacán, la Comisión de Educación y Género del Consejo de la Ciudad de Morelia, así como el H. Ayuntamiento de Morelia y la Fundación El Sol, unen esfuerzos para impulsar un proyecto al sur de la ciudad de Morelia, precisamente en la Colonia del Durazno.
Para impulsar el proyecto: Mesa de diálogo por la Paz, capítulo Colonia el Durazno, que coordina la activista social Laura Jéssica Ambrosio Lizama y la acompañan Balbina Cortes Espino y Gerardo Herrera, se llevó a cabo reunión de trabajo para explicar la metodología de la Mesa, el número de sesiones y los tiempos a desarrollar, que dieron inicio en esta sesión y continuaran a partir del mes de enero de 2022. En el ejercicio de las reflexiones, en donde estuvieron tres familias de la comunidad el Durazno, se explicó el proyecto, en tanto que se insistió que La Paz, no es solo ausencia de violencia, sino la capacidad de diálogo entre las personas, las comunidades, los países, para dar soluciones a los conflictos en equidad. Para la existencia de Paz se requiere que sean vigentes los derechos humanos y las libertades, pero también, evitar la violencia física, estructural y cultural, así como avanzar en una participación cívica, social, política que permita la convivencia para lograr fraternidad.
Pero, también para lograr la Paz, se requiere del diálogo; la palabra, el lenguaje, fue la primera revolución humana; se estima que la comunicación verbal humana se inició con la aparición del Homo sapiens hace unos 2.5 millones de años. El diálogo como fenómeno humano requiere de la palabra, de una estructura mínima para expresar.
El diálogo que queremos impulsar es un diálogo horizontal, no obstante, tenemos un diálogo asimétrico, que excluye, somete, disciplina, controla, de ahí la importancia de no permitir la opresión en el diálogo, esta reflexión fue explicada en un ejercicio dinámico entre el pequeño Zaid y el facilitador del preceso. El diálogo debe incluir las virtudes sociales, la fe, la esperanza, la humildad, la caridad, el amor, la democracia permitiendo hablar al pueblo y no callarlo, el humanismo, en respeto con los otros seres vivos, pero, sin negar a otros hombres, porque entonces democracia y humanismo sería una farsa y una mentira.
Es así que no hay diálogo si no hay un profundo amor al mundo y a los hombres, a la humanidad. El amor es fundamental en el diálogo, el amor es diálogo, por ello, imposible en el amor, la existencia de la dominación.
Sin fe en los hombres, el diálogo es una farsa. Hablar de democracia y callar al pueblo es una farsa, hablar de humanismo desde el antropocentrismo privilegiado, es negar a los hombres oprimidos, entonces se vuelve una mentira.
Tampoco hay diálogo sin la esperanza, otra de las virtudes sociales, la esperanza de inconclusión de los hombres, a partir de la cual se mueven éstos en permanente búsqueda. La desesperanza silencia, niega el mundo, la deshumanización, que resulta del orden injusto, no puede ser razón para la pérdida de la esperanza, sino que, por el contrario, debe ser motivo de una mayor esperanza, negada por la injusticia. El diálogo igualitario, como lo expresa Ramón Flecha, horizontal, complementario, sin imposición de un saber hegemónico y si a partir de las experiencias de todos y todas las que participan, sin autoritarismos y colonialismo patriarcales de los docentes; todos dialogan en su ecología de saberes, todos en alteridad, en intersubjetividad, en tolerancia y en respeto. Sin opresión, sin dominación, sin denominación de palabras que excluyan, invisibilicen, prejuicien, estigmaticen, violenten, excluyan, discriminen y maten.