Diálogos de Vida/ Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
Cada domingo en el espacio Diálogos de Vida, Santiago Heyser Sr. y Santiago Heyser Jr., ambos Coach de Vida certificados por la Federación Mexicana de Life Coaching, atenderán temas sobre la vida, sus problemas y una propuesta de solución. Si quieres que se atienda un tema o una situación en particular, escribe al correo: [email protected] (sin acento). Todos los correos serán contestados y las situaciones que destaquen serán publicadas en el espacio dominical de Quadratín. Los correos son confidenciales, no firmes con tu nombre, usa un seudónimo para que te identifiques con la respuesta, ej. “Creo estar enamorada… firma: Mal Correspondida”. Atentamente, Quadratín.
“Nacidos para sufrir… ¡No!”
No creemos que esta vida deba ser “un valle de lágrimas”.
“Mujer sin energía” escribió: “Me siento en una cueva, perdiendo mi energía por enfocarme en las necesidades de otros y estar alrededor de sus planes.”
Es importante notar que, en realidad, nadie nos quita nuestra energía. Los que perdemos energía, impulso, entusiasmo y motivación somos nosotros con nuestras acciones, esto sucede cuando no tomamos las decisiones correctas o no tenemos la actitud adecuada para asumir las consecuencias de nuestras acciones.
Nuestras acciones pueden ser buenas o malas a partir de buenas o malas decisiones; cuando son buenas nos gratifican y cuando son malas nos enseñan y ello nos permite crecer y ser mejores y eso es bueno. El problema viene cuando tomamos malas decisiones sin razonarlas o con expectativas falsas, entonces viene la frustración y eventualmente la desesperanza, ya que no entendemos el resultado y nada aprendemos, lo que nos lleva a culpar a otros o a la mala suerte.
Si nuestra atención o actuación se centra en otra persona, es porque así lo decidimos, generalmente con el ánimo de apoyar (ayudar) o, ojo, para tener un beneficio o alcanzar un objetivo. Al ser ésta una decisión personal tomada libremente el resultado debería de enriquecernos, alegrarnos y motivarnos aun cuando dejemos en segundo plano nuestras necesidades, ¿por qué?, ¡porque fue nuestra decisión!, por lo que no tendría que pesarnos, y mucho menos hacernos sentir que estamos perdiendo algo. Cuando sufrimos, normalmente es porque decidimos hacer algo que no queríamos o aceptamos algo que debimos haber rechazado, ya sea con alguien o con nosotros mismos y eso es un error, porque comenzamos a vivir lo que no deseamos y nos frustra, nos desanima y perdemos la alegría de vivir cada día. ¡Esto es lo que nos baja la energía!, no otra persona. Lo que hay que hacer cuando nos encontramos en una situación así, si no tomamos la decisión de decir ¡No! con oportunidad, es simplemente rectificar y replantear nuestras prioridades para corregir rumbo. Si no lo hacemos, es muy probable que inicie una sucesión de eventos desafortunados que comienzan cuando responsabilizamos a otra persona de algo que nosotros decidimos, lo que nada resuelve, Si ya te equivocaste en una decisión, corrige, habla con amor, sinceridad y honestidad con la otra persona y compártele tu pensamiento y cuáles van a ser tus prioridades a partir de ya. ¡Entendamos!, cada quien es responsable de su propia vida, ya sea pareja, familiar o amigo.
El “amor” abnegado no es útil para nadie, sufrir por otra persona no es amor y comúnmente se contamina con manipulación y deberes ser que solo están en la mente de cada quien. En nuestro caso, por ejemplo, venimos de una familia de mártires: nuestro tatarabuelo se sacrificó para que el bisabuelo fuera feliz, el bisabuelo, en lugar de ser feliz, se sacrificó para que el abuelo fuera feliz, a su vez, el abuelo y la abuela se sacrificaron para que mi padre y mi tío fueran felices; por su parte, mi padre decidió capitalizar toda esa cadena de esfuerzos y sacrificios y, en lugar de sacrificarse para que yo y mis hermanos fuéramos felices, el decidió ser feliz y predicar con el ejemplo para que aprendamos a ser felices.
Cuando hay una despresurización en los aviones, las indicaciones de emergencia dicen que primero hay que colocarnos la máscara de oxígeno nosotros y después al acompañante (inclusive si es un niño), y la razón es muy simple, no podemos ayudar a los demás si nosotros no estamos bien. Cuando cometemos el error de poner en el centro de nuestra vida a otra persona, nos estamos equivocando.
Si estamos alegres y en armonía con nuestras vidas, eso es lo que contagiaremos a los demás. Esto no implica que en momentos o etapas de nuestra vida nos debamos preocupemos de otras personas, al contrario, si es el caso, ser compasivos, servir y ayudar seguro nos enriquece como seres humanos, pero que sea porque así lo hemos decidido y el hacerlo nos hace sentir bien al margen del resultado; así no sentiremos que por ayudar a otros perdemos nuestra energía y podremos ser felices… ¡Así de sencillo!
Recuerda, si quieres que atendamos una situación en particular, escríbenos a: [email protected]
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
Escritores y soñadores.