Diálogos de vida/Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
Diálogos de Vida
“Humanos irrelevantes”
Celaya, Guanajuato, 14 de agosto del 2021.
Sigo con la lectura de los libros de Yuval Harari: “De animales a dioses” y “Homo Deus” (mejor que perderme en Netflix), el primero mira hacia el pasado de la humanidad, el segundo hacia el futuro.
De ambos libros ya comentamos; pero hoy me gustaría poner énfasis en lo que el futuro nos depara y las implicaciones que ello conlleva; lo que sin duda traerá un cambio de paradigmas y roles en las personas que afectarán sustancialmente nuestras vidas.
Lo primero es que la robotización y la automatización generará cambios en los sistemas económicos que harán que muchas personas, millones de ellas, simplemente sean irrelevantes, ya que ni económica ni políticamente tendrán valor, por lo que entraremos de lleno (ya hoy estamos viéndolo), en la época de los humanos desechables… ¡No!, no es exageración que aquellas personas que no tengan cabida en los procesos laborales porque lo que hacían desapareció o fue automatizado y no saben hacer otra cosa necesaria o requerida por el sistema económico y productivo, simplemente estarán de más y serán una carga social, y como tal, estorban; sobre todo si no tienen recursos o propiedades para sostenerse. Lo segundo es que al automatizar actividades y dejar gente desempleada, impulsados por cambios tecnológicos que nos llevarán a hacer las cosas de diferente manera y diferentes cosas, entraremos más pronto que tarde en un sistema de cambios constantes como nunca se ha visto; y esos cambios traerán efectos psicológicos y estrés colectivo de nuevas formas, para los que no estamos preparados.
Pongamos como ejemplo a mi abuelo, el nació en la década de 1870 y durante toda su vida (92 años) solo tuvo un empleo: en Ferrocarriles Nacionales de México; cuando después de una vida de trabajo mi abuelo se jubiló, no tenía edad para que lo contrataran de nuevo y no sabía hacer otra cosa; aunque se dedicó a escribir y sembrar, para fines prácticos no tuvo otro empleo, es decir, con su único empleo en ferrocarriles y luego su jubilación, vivió, fue productivo, creció y educó una familia y tuvo una buena y estable vida. Hoy eso prácticamente es imposible dados los cambios tecnológicos y la robotización, me explico: quienes eran telegrafistas, están desapareciendo porque los telegramas, con el Internet dejaron de requerirse, lo mismo con los carteros; posiblemente los jóvenes no conozcan que hubo una época romántica en que la gente se comunicaba por carta, inicialmente cartas que duraban meses en llegar, al final cartas que duraban una semana, ya que el camino era largo; primero quién escribía lo hacía a mano (hacerlo en máquina de escribir <hoy desaparecidas> era mal visto en cartas personales), después ponía su carta en un sobre, a ese sobre tenía que ponerle estampillas (timbres), que era la forma en la que se pagaba el servicio, después el escritor (se llamaba remitente), ponía la carta en un buzón, en donde con cierta periodicidad pasaba el cartero a recoger las cartas, las llevaba a sus oficinas donde personas especializado inicialmente y maquinas clasificadoras al final, las separaban por destinos; las cartas de cada destino, se ponían en una valija y se enviaban, por camión o tren en el caso de servicio terrestre (más barato y más tardado) o por avión, en el caso de servicio aéreo (más rápido y más caro), la valija llegando a destino se llevaba a las oficinas de correos, en donde se clasificaban por domicilios o rutas, las que eran asignadas a un cartero (persona que primero a pie o a caballo, después en bicicleta y finalmente en motocicleta o en un camioncito de correo, entregaba la carta al destinatario… Eran épocas en las que se cortejaba a una dama o se llevaba un noviazgo por carta, nunca salían solas (llevaban chaperón <vigilante acompañante>) y se les cantaba en la ventana (serenatas) para enamorarlas, hoy todo es instantáneo por TikTok, Whatsapp o Internet y sin canciones. Lo mismo podemos decir de quienes fabricaban herraduras para caballos o de los zapateros remendones, que reparaban zapatos, hoy desechables, o de los relojeros, verdaderos artistas hoy reemplazados por relojes electrónicos con un montón de funciones y también desechables, artesanos que desaparecieron como las operadoras de teléfonos, responsables de enlazar llamadas, trabajo que hoy hacen automáticamente los conmutadores, que también están a punto de desaparecer gracias a los celulares; en fin, podemos seguir platicando sobre los cientos o miles de empleos y actividades que se extinguieron durante décadas gracias a los cambios tecnológicos o a la automatización; el drama es que esos cambios que afectaron a miles; dada la velocidad con que se dan ahora, afectarán a millones y más rápido y no estamos ni preparados ni educando para ello, lo que convertirá a muchos en humanos irrelevantes, obsoletos, inútiles e inservibles desde el punto de vista económico y político, lo que creará problemas sociales (ya los tenemos) inimaginables y la violencia (ya la estamos viviendo) como resultado... si no nos preparamos para ello.
¿Cómo?, ¿cómo prepararnos y preparar a la gente para un mundo cambiante en donde cada ser humano se tiene que reinventar y adaptar cada 10 años, porque su actividad o trabajo dejó de existir?... La respuesta es que educando, pero no de forma tradicional; en el mundo del mañana, que para muchos es hoy, más importante que una profesión o especialidad será el aprender a adaptarse a los cambios, ello implica desarrollar competencias y tener que prepararse mental y psicológicamente para el cambio antes de perder el control o entrar en desesperación al sentir el envejecimiento y la obsolescencia por la incapacidad de adaptarnos, lo que nos volverá locos… ¡Así de sencillo!
Recuerda, si quieres que platiquemos sobre una situación o tema en particular, escríbenos a: [email protected]
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
Escritores y soñadores