Diálogos de Vida/Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
“Educación II - Internet & Redes I”
“Una encuesta reciente a la generación del milenio (1981-2000), reveló que para el 80% de los encuestados, la meta más importante en la vida era hacerse ricos... un 50% dijo que ser famosos”. Robert Waldinger, profesor de Harvard.
Lo que revela la investigación a la que hace referencia Robert W. es desesperanzador. Imaginar la sociedad del futuro inmediato, en donde los principales protagonistas tengan como metas en la vida: la fama y la riqueza, no solo es utópica y carece de valor moral, sino que además, no va a suceder, porque no todos pueden ser ricos y famosos, lo que implica que existirán millones de personas desilusionadas y frustradas, lo que evidentemente no contribuye a una sociedad sana ni a una mejor calidad de vida en lo personal; y, aunque puedo comprender la aspiración económica, dado que los niños aprenden desde temprana edad que sin dinero no se pueden obtener las cosas, tengo la impresión de que cuando hablan de ser ricos no se limitan a contar con lo suficiente, sino a tener más y más, para poder comprar más y “mejores” cosas, para poder vivir más experiencias que les permitan ser, de forma ilusoria, más apreciados y, si se vale ironía, tener más likes. ¿En serio queremos que nuestros hijos y nietos vivan en una sociedad así? Entendamos que ¡ésta ya es la realidad actual!, y el futuro inmediato será el resultado de la equivocada cosmovisión del mundo que estamos permitiendo que aprendan nuestros hijos influenciados por el mundo digital y las redes sociales.
Coincido con Brené Brown, experta en vulnerabilidad, cuando afirma: “El mensaje cultural de que una vida corriente es una vida sin sentido está por todas partes. Los niños crecen con una cultura de celebridades y redes sociales en dónde pueden absorber un mensaje y desarrollar una visión del mundo distorsionada”; pero, ¿cómo es que esto está sucediendo? La respuesta rápida es simple: porque tienen acceso ilimitado a cualquier tipo de contenido, en donde hay que resaltar las palabras: “ilimitado” y “cualquier tipo”.
El documental The Social Dilemma que se encuentra en Netflix, comienza con una cita de Sófocles que parece describir una realidad histórica de la sociedad humana y que hoy, hablando de tecnología y dispositivos digitales, no puede ser más cierta: “Nada extraordinario llega a la vida de los mortales separado de la desgracia”. Y es que por cada aspecto positivo que uno pueda encontrar, aparecerán más de un aspecto negativo, esto sin considerar aspectos generales como la pérdida total de la privacidad en nuestras vidas, en donde la famosa Big Data (que es toda la información que recopilan los dispositivos con cada clic, cada sitio visitado, cada imagen o video vistos y básicamente con cada interacción que tenemos con los dispositivos digitales), genera tal cantidad de información, como para ser identificados, etiquetados y manipulados.
Algunas personas, muchos de ellos padres de familia, tienden a simplificar el tema argumentando que simplemente son herramientas y que depende de las personas el uso que se les da, lo cual puede parecer un enfoque sensato, pero equivocado y simplista. Tristan Harris, exdiseñador ético de Google y cofundador del Centro de Tecnología Humana nos explica el por qué: “Si algo es una herramienta, de forma genuina está ahí y espera pacientemente. Si algo no es una herramienta, te exige cosas, te seduce, te manipula y quiere cosas de ti; así, pasamos de un entorno tecnológico basado en herramientas a un entorno basado en la adicción y la manipulación… eso es lo que cambió”. Y este cambio que implica manipulación y adicción, lo estamos comenzando a ver como algo cotidiano en nuestras vidas, acostumbrándonos poco a poco y dejando que nuestros hijos sean adoctrinados y manipulados, todo a través de contenidos que, probablemente la mayoría, no coincidan con la línea de educación y valores que les queremos dar en casa.
Hay una cita clásica en esta era de aplicaciones digitales que dice: “Si no pagas por el producto, entonces tú eres el producto”, pero esa es una versión simplista. Jaron Lanier, padre fundador de la realidad virtual, nos explica que el verdadero producto es: “El cambio gradual e imperceptible que sufre tu conducta y tu percepción”, o sea, el producto es: “…cambiar lo que haces, cómo piensas y quién eres”.
Nos guste o no, estamos en una competencia real por la calidad y cantidad de información que reciben nuestros hijos, entiéndase su educación. Por un lado, estamos los padres y por el otro, las compañías y los gobiernos que promueven y manipulan los contenidos a los cuales nuestros hijos pueden acceder a través de cualquier dispositivo digital con señal de internet, y esa batalla la estamos perdiendo los papás, si la estuviéramos ganando, nuestros hijos solo se relacionarían y verían solo lo que nosotros, a través de la educación familiar, aprobáramos como padres… y eso no está pasando… Así de sencillo.
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Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
Escritores y soñadores