Diálogos de vida /Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
“Educación I - Reflexionemos”
“El propósito de la educación es mostrar a la gente cómo aprender por sí mismos. El otro concepto de educación es adoctrinamiento”. Noam Chomsky, lingüista y filósofo.
La mayoría de las mamás y papás, estamos convencidos de que la manera en que educamos a nuestro hijos es “la mejor”, y pocas veces, probablemente cuando se viven eventos desafortunados o momentos difíciles, es cuando nos detenemos a reflexionar si es que nos hemos equivocado en algo.
La licenciatura para educar hijos no existe, no hay manual, cuando menos no para la gente común y la mayoría de los padres; ni siquiera los especialistas o las personas dedicadas al tema educativo tienen el conocimiento necesario o el enfoque adecuado, si fuera así, todos los hijos de especialistas serían “personas ideales” y eso no pasa. La vida es dinámica y sucede en un entorno en constante cambio, lo que nos obliga a actualizarnos no solo en términos de información, sino en la forma en que educamos a nuestros hijos adecuándonos a la realidad que les toca vivir mientras crecen y se convierten en adultos, que sin duda es diferente a la realidad que nos tocó vivir a los padres; tan solo con el Internet y el bombardeo que constantemente tienen nuestros hijos con contenidos que si bien pueden ser de calidad, la mayoría tienden a no serlo, en nada se parece al entorno que, los hoy adultos vivimos en nuestra niñez y juventud.
Todos tratamos de hacer “lo mejor” que podemos basados en la educación que recibimos y en nuestra experiencia de vida, influenciados de manera natural por la cultura, la religión, el entorno y la época en la que vivimos; enriquecidos por los consejos y experiencias de familiares y amigos; sin embargo, estos intercambios de experiencias no nos dan necesariamente el conocimiento, las herramientas o la capacidad para educar con excelencia para beneficio de nuestros hijos.
El sentido común dicta que lo sensato es, primero tener un objetivo y luego desarrollar la estrategia para lograrlo, es decir, definir primero el qué quiero lograr para posteriormente establecer el cómo. Respecto de la educación, es probable que algunos coincidamos en temas generales como dar prioridad a satisfacer las necesidades básicas de alimentación, salud, seguridad y afecto; ya que lo primero que buscamos de forma instintiva es sobrevivir; también es probable que encontremos diferencias respecto a conceptos más profundos que enseñamos a nuestros hijos como: pensar vs creer, en donde pensar y razonar es una capacidad más útil para la vida, la supervivencia y el desarrollo humano. Sin embargo hay quienes viven atrapados en los dogmas y deberes ser que establecen la cultura, la religión o la familia y en lugar de trascenderlos priorizando al Ser, o sea al individuo y su propio desarrollo, dando más valor a las etiquetas, hábitos y costumbres. Hay quienes, por ejemplo, están convencidos de que lo mejor que les puede pasar a sus hijos es que “tengan éxito”, que comúnmente se entiende como una vida acomodada en lo económico, una actividad profesional estable y una familia propia, yo difiero, en lo personal creo que lo mejor que les puede pasar a nuestros hijos es que sean felices.
Para mejorar nuestra capacidad de educar necesitamos cuestionarnos: ¿Cuál es nuestro objetivo con la educación, lo saben nuestros hijos?, ¿aceptamos la posibilidad de estar equivocados?, ¿usamos la inteligencia al educar o somos emocionales y educamos conforme a nuestro estado de ánimo?, ¿cuándo nuestros hijos nos preguntan por qué, les explicamos para que aprendan o somos autoritarios?, ¿somos congruentes con lo que enseñamos y predicamos con el ejemplo?, ¿les dedicamos el tiempo suficiente a nuestros niños?, ¿somos empáticos?, ¿promovemos su desarrollo individual o los condicionamos para que sean como nosotros queremos?, ¿los manipulamos emocionalmente?... La invitación es a reflexionar con más frecuencia acerca de cómo estamos educando a nuestros hijos y no dar por sentado que lo hacemos bien simplemente porque los amamos.
El exceso de información que reciben nuestros hijos en la actualidad es abrumador y en las escuelas no se imparten clases de autodefensa intelectual; la agenda de las instituciones educativas tiende a alinearse con las necesidades corporativas, comerciales, económicas y de manufactura; por ello es necesario entender que la educación formativa debe empezar en casa y depende de nosotros, los padres de familia, el hacerlo bien. Fuera del hogar podrán recibir información, conocimiento, aprender habilidades, comportamiento ciudadano y desarrollar competencias, pero como dice Brené Brown, experta en vulnerabilidad: "Lo que sabemos es importante, pero lo que somos, lo es mucho más"… Así de sencillo.
Recuerda, si quieres que escribamos sobre una situación o tema en particular, escríbenos a: [email protected]
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
Escritores y soñadores