Diálogos de vida/Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
“Pensar IV: Niveles de Inteligencia II”
Celaya, Guanajuato, 8 de agosto del 2020
Hablando de la inteligencia humana, mi padre comenta: “Me enseñaron que los humanos son más inteligentes que los animales: cuando vi que mi perro no fumaba, empecé a sospechar.”
Es cierto, los perros no fuman, pero esto nos dice más acerca de la estupidez humana que de la inteligencia animal. Para empezar, el perro no fuma porque no puede y es parte de su instinto alejarse del fuego o del humo, pero sí los hay que beben cerveza si se les pone en su plato. No es que el perro no fume porque sea inteligente y razone que le hace daño a su cuerpo el hacerlo, si el perro tuviera esa capacidad tampoco se comería una dona diario con la lógica de que también es dañino para su salud, sin embargo eso no pasa, si le damos a un perro la oportunidad de comer una dona cada día, sin lugar a dudas lo hará. En términos generales los animales funcionan por instinto, y en su estado natural, responden a las fuerzas de la evolución, la supervivencia y la reproducción. Algunos de ellos respecto a su relación con el ser humano, responden también al condicionamiento o al adiestramiento.
Sigamos con el análisis canino: un perro jamás se pondría en riesgo a sí mismo tratando de escalar una montaña, de forma instintiva, tanto animales como personas nos alejamos de situaciones de altura que puedan poner en riesgo nuestra vida, pero si una persona lo hace, lejos de considerarlo algo poco inteligente, consideramos a esa persona virtuosa y digna de admiración.
La clave, en mi opinión, está en saber distinguir las diferencias, alcances y limitaciones entre el instinto y los tres diferentes tipos de inteligencia: Emocional, Intelectual y Espiritual.
El instinto es el conjunto de pautas de reacción que, en los seres vivos, contribuyen a la conservación de la vida del individuo y de la especie (RAE); y esto sucede en un nivel en el que no pensamos. La inteligencia emocional se define como la capacidad de control de los propios sentimientos, la capacidad de mantener la calma y dominar la impulsividad; opera en un nivel preracional y está asociada a las emociones y a nuestra capacidad de sentir; cuando no dominamos este nivel de inteligencia somos reactivos a lo que sentimos, independientemente de que la reacción pueda ser beneficiosa o no para nuestras vidas o para las de los demás. La inteligencia intelectual puede ser definida de varias maneras, es la capacidad de lógica, comprensión, aprendizaje, razonamiento, planificación, creatividad, pensamiento crítico y resolución de problemas; en términos más generales, se puede describir como la capacidad de percibir o inferir información y retenerla como conocimiento para aplicarlo a comportamientos adaptativos dentro de un entorno o contexto; está asociada a los pensamientos y a nuestra capacidad de pensar. La inteligencia espiritual es la que nos humaniza, la que sustenta la ética y la moral de nuestro pensar y nuestro actuar.
Cada uno de los tipos de inteligencia, incluido el instinto, aporta de manera sustancial capacidades y características únicas e indispensables para experimentar, disfrutar, sobrellevar y resolver situaciones en nuestra experiencia de vida; sin embargo, ni los instintos, ni el dominio de las inteligencias emocional o intelectual alcanzan para desarrollar nuestro máximo potencial humano, sobre todo si consideramos que vivimos junto con más personas y seres vivos. Las inteligencias emocional e intelectual, tienen la característica de ser amorales. El dominio de ellas no necesariamente nos convierte en “buenas personas”; por ejemplo, hablando de la inteligencia emocional, un político puede tener un control total de sus emociones y manipular a otras personas para beneficios personales, o un delincuente puede dominar sus temores y dañar al prójimo. Si hablamos de la inteligencia intelectual y la capacidad de pensar y razonar, podemos encontrar infinidad de personas capaces de aprender, dominar y aplicar diferentes tipos de habilidades y resolución de problemas, pero alguien que domine este nivel de inteligencia, puede usar sus habilidades para construir un arma de destrucción en perjuicio de otras personas. En este orden de ideas y considerando la inteligencia como una capacidad humana que debiera contribuir y beneficiar no sólo nuestra vida, sino a la vida de todas las personas y todos los seres que habitamos el planeta, lo que nos hace realmente “personas humanas inteligentes”, es la inteligencia espiritual.
La inteligencia espiritual es la capacidad que nos permite tener una visión holista de la vida. Opera en un nivel transracional y transpersonal. Es la inteligencia donde encontramos la moral y diferenciamos el bien del mal. No pregunta el ¿qué? ni el ¿cómo?, pregunta ¿por qué?; no tiene que ver con sentir ni pensar, tiene que ver con ser. Es la capacidad de trascendencia, de ir más allá del materialismo, del nihilismo y del hedonismo; es la capacidad de entender y sentirse cómodos con las paradojas. La inteligencia espiritual no está al servicio del ego, ni del placer, ni de los sentidos. Es la inteligencia con la que le damos sentido a nuestra vida al insertarla en un contexto de significados y propósitos más amplios que una vida materialista e instintiva. La inteligencia espiritual es la capacidad de actuar éticamente en toda situación, compasivamente, con buena voluntad hacia los demás, es la capacidad de ser honesto, responsable, generoso; es la afirmación de que más allá de las construcciones culturales de época y más allá de la historia, hay un conjunto de principios universales válidos que son perennes, transculturales y transpersonales, que son parte de la realidad fundamental de la vida humana.
Somos una unidad, nuestros instintos nos protegen, nuestras emociones nos permiten experimentar la vida de manera formidable, al tiempo que nuestra capacidad de pensar y razonar nos permite resolver las situaciones de la vida. Pero si queremos ser felices es momento de despertar y desarrollar nuestra inteligencia espiritual y así lograremos plenitud: no a causa de las circunstancias sino a pesar de ellas… ¡Así de sencillo!
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Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
Escritores y soñadores