Diálogos de vida/Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
El silencio en la comunicación, ¡es comunicación!, y este puede ser perjudicial o beneficioso, depende del momento, de la forma y de la intención con que se use.
Hay dos perspectivas principales que podemos abordar respecto del silencio en la comunicación, aunque no necesariamente las únicas. La primera es cuando el silencio nos es perjudicial. Eric Berne, médico psiquiatra, canadiense y fundador del análisis transaccional, en un artículo publicado en Technical Authors Bureau (1964), introduce el concepto “coleccionar estampillas” (Trading Stamps), en el que nos explica cómo, al quedarnos callados, acumulamos sentimientos negativos.
Ante la falta de capacidad para procesar situaciones de la vida, problemas, rechazos, desencuentros, desilusiones y en términos generales, emociones que percibimos como dolorosas o negativas, surge la incapacidad para comunicarnos y terminamos por guardar silencio. Como si se tratara de un álbum de cupones de descuento, comenzamos a acumular estos sentimientos y emociones negativas en perjuicio de nuestra salud emocional y de nuestras relaciones; el proceso no termina ahí, la consecuencia es que llega un momento, cual gota que derrama el vaso, en que este acumulado de emociones aflora y explotamos con reacciones de diferente índole, afectando la relación y eventualmente la salud, pues acumular emociones negativas nos lesiona por no habernos expresado en su momento y lo más probable es que la persona de quién derivan estos sentimientos ni siquiera comprenda nuestra reacción, dejándonos en un escenario poco favorable para resolver cualquier situación o diferendo. El error, haber guardado silencio y no habernos dado a la tarea de expresarnos y comunicar nuestros puntos de vista, emociones y sentimientos en el momento. Además sucede otro fenómeno, durante todo el tiempo que se tienen los sentimientos acumulados, ya sea de manera obvia, sutil o imperceptible, vivimos bajo la influencia de estas emociones negativas y la convivencia se complica para todos afectando la calidad de vida propia y ajena.
Cuando nos quedamos callados nos escondemos, al respecto, Brené Brown, experta en vulnerabilidad comentó en su conferencia: El llamado de la valentía en Netflix: “¿Cuántos de aquí quieren más amor, intimidad o alegría en sus vidas? (la mayoría del público levantó la mano), no pueden tener eso si se esconden. ¿Cómo podrán amarte si te escondes?... La vulnerabilidad es el camino hacia el otro, pero nos da mucho miedo. Lo queremos tanto (el amor), pero tenemos tanto miedo de dejarnos ver y nos da miedo ver a los demás. Pero es el único camino"; y para lograrlo hay que expresarnos, hay que comunicarnos, hay que dejarnos ver porque si no, la persona con la que interactuamos tendrá menos información acerca de nosotros o información distorsionada y nos tratará en función de ello, es decir, se relacionará con una versión irreal o incompleta de nosotros.
Otra forma de ver el silencio en la comunicación, es cuando nos favorece. Este enfoque tiene que ver con el autocontrol, con nuestra capacidad para mantenernos ecuánimes antes las situaciones adversas de la vida y los estímulos que nos generan una sensación de rechazo, incomodidad o nos afectan. Cuando guardamos silencio en lugar de reaccionar de forma emocional y visceral, literalmente abrimos un espacio de tiempo entre el estímulo que recibimos y la respuesta que damos, esto nos permite ser conscientes, poner atención a nuestra conducta y reflexionar sobre la situación para dar una respuesta adecuada. Cuando optamos por este camino, mejoramos nuestras relaciones, no sólo en términos de comunicación, también respecto a cómo actuamos y el estado emocional con el que lo hacemos. Esto no quiere decir que la situación nos tenga que gustar, o que la respuesta dada cumpla con nuestras expectativas, significa que nos tomamos el tiempo para razonar, analizar y controlar nuestras emociones (contar hasta 10 en silencio, es una buena fórmula), lo que nos permite tener una respuesta adecuada, mejor que si simplemente reaccionamos de forma automática controlados por nuestras emociones… ¡Así de sencillo!
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Un saludo, una reflexión.