Diálogos de vida/Santiago Heyser, Sr
Como exalumno lasallista, afirmo: ¡El infierno no existe! Estudié religión todos los días durante 9 años y nunca escuché una mención del infierno por parte de Jesucristo, así de sencillo.
En Youtube sigo desde hace un rato los videos de Juan Miguel Zunzunegui (@JMZunzu) cuyos razonamientos me parecen interesantes, hoy compartiré con Uds. información plasmada en el video: “El infierno según Zunzunegui”.
Lo primero que afirma es que en el mundo occidental la Iglesia Católica parece tener el monopolio del infierno, un infierno descrito con los criterios de tortura de la época medioeval: fuego, sufrimiento, dolor y todo lo que se te pueda ocurrir para castigar las faltas que, según la Iglesia, cometiste en vida, las que concluirán, si no te arrepientes y confiesas, en un castigo eterno; lo que no parece ser una conducta coherente con un Dios que te hizo como te hizo… y dice amarte.
Lo interesante con el tema del infierno, es que este no aparece sino hasta aprox. el Siglo V, y es San Agustín quién por primera vez habla del “mal” en contraposición con la postura oficial de la Iglesia que dice: “el mal no existe”, lo que existe es la ausencia del bien, para justificar, explica Juan Miguel, que Dios es absolutamente bueno y no podría crear el mal (no han visitado Aguililla), lo curioso es que sí existe un infierno en dónde habita Satanás que es la encarnación del mal (que dice la Iglesia que no existe), exhibiendo las celestiales maromas explicativas que hacen para ajustar todo a su verdad… la que es modificada en función de los criterios mercadológicos de la Iglesia y el humor de los papas; es así que durante siglos existieron Adán y Eva con la leyenda del pecado original y luego desaparecieron con un suspiro y como el Papa Juan Pablo II explicaba que el infierno era un estado del alma con ausencia de Dios, hasta que el Papa Benedicto XVI, lo regreso a su realidad de tortura, aclarando que el infierno si existía, que era real y eterno y que era de fuego, es decir, con castigo corporal,… lo que parece una estupidez pues al morir nuestro cuerpo queda en la tierra con los gusanos, en tanto nuestra alma, a la que no le afecta el fuego, se va a dónde pertenece (lo que sea que esto signifique) en función de nuestras acciones en vida.
Problema adicional es que durante siglos, la Iglesia mantuvo la posición de que los no bautizados no irían al Cielo, pues no se habían registrado en el catolicismo y fuera de la Iglesia el destino era el Infierno (imagina, estimado lector, más del 70% de la población mundial no eran cristianos y consecuentemente irían el infierno… ¡De locos!); por lo que, quién moría sin ser bautizado, siendo adulto se iba al infierno a partir de la premisa abusiva, ilegal e inmoral de que todos somos pecadores (la Iglesia no considera la presunción de inocencia); en cambio, si al morir eras niño no bautizado, por lo tanto inocente, entonces ibas al Limbo… Hasta que de nuevo, Benedicto XVI, contradiciendo el milenario discurso eclesiástico de la Iglesia, declaró que el Limbo no existía… lo que cancelaba ese espacio intermedio entre la tierra y el infierno, en dónde los niños no bautizados, que no habían pecado y por consecuencia no podían ser enviados al infierno, al no poder entrar al Cielo por no estar en el registro eclesial, pues se quedaban en el Limbo por una eternidad ¡Injusticia divina!. Ahora bien, al declarar la inexistencia del Limbo, el Papa Benedicto XVI que recordemos, por ser Papa dice ser infalible, es decir que nunca se equivoca, corrigió la plana al declarar que los niños no bautizados, al ser inocentes, se iban al Cielo… Conclusión, si eras niño no bautizado y moriste antes de Benedicto XVI, estarás eternamente en el Limbo, en cambio, si moriste sin bautizar durante o después del papado de Benedicto XVI, estarás en el Cielo… ¡Así la palabra papal, así la incongruencia eclesial, así la mentira celestial!,… la que según dicen: es pecado. Lo que sí conservó Benedicto XVI, fue el Purgatorio, esa antesala del infierno, en donde los pecadores recibían castigo corporal de fuego y tortura, NO ETERNO, cuando: tus faltas no son graves… De nuevo en incongruencia con los criterios eclesiales previos, ya que antes del siglo V, no había infierno, bajo el criterio de que Dios bueno, solo requería de una purificación temporal de unos miles de años de sufrimiento, para después perdonarte y así disfrutar del Cielo y su presencia por una eternidad. En otras palabras, los que pecaron gravemente antes del siglo V, solo estaban un tiempo con el castigo, lo que pecaron gravemente, cuando ya el infierno se había inventado, entonces sí, a joderse por una eternidad.
Conclusión personal, primero el Papa no es infalible, es decir, en mi opinión se equivoca y muy seguido, segundo, la Iglesia y sus ministros (muchos de ellos, incluido el Papa Benedicto XVI, protectores de pederastas) mienten al hablar de un infierno para generar miedo y tener control, tercero, no hay representantes de Dios en la tierra, solo vivales: unos de mala fe que abusan de la ignorancia del pueblo bueno, otros “ingenuos” que se creen elegidos y también abusan de los ignorantes y cuarto, pues simplemente el infierno no existe, porque no hay manera de castigar al alma con tortura corporal, menos cuando eres creación imperfecta y por lo tanto responsabilidad de un Dios justo que te ama… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser Beltrán
Escritor y soñador
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Santiago Heyser, Sr. y Santiago Heyser, Jr.
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