Diálogos de vida/Santiago Heyser Beltrán
Diálogos de Vida
“Mujer…”
“Hay besos que se dan con la mirada, hay besos que se dan con la memoria.” Gabriela Mistral.
La conocí cuando, con su esposo, vinieron a verme para buscar soluciones a los problemas de su comunidad; lo que percibí fue una mujer de clase media, educada, despierta a los problemas sociales, emprendedora, con una sensibilidad que la distinguía. Después de charlar llegamos a la conclusión de que para abordar la problemática comunal, bueno era esperar que pasaran los tiempos electorales y así evitar las distorsiones que pudieran darse a una problemática real, dados los intereses encontrados por el tiempo electoral. Nos despedimos, quedé de mandarle un par de artículos míos como presentación de mi forma de pensar y de mi persona. Lo hice…
Pasó más de un mes cuando entró su llamada: M- “¿Don Santiago?, S- A sus órdenes, M- Soy la persona que platicó con Ud. de la problemática social. S- Lo sé, registré su número telefónico, a sus órdenes. M- Quisiera compartirle algunos pensamientos que escribí y que me dé su opinión; se los mando por Whatsapp. S- De acuerdo. M- No lo molesto más, hasta luego...
Lo escrito por “Mujer” me dio la impresión de ser un grito de libertad que refleja la realidad de miles de mujeres que, en nuestra cultura machista, no pueden ser ellas mismas sino que tienen que cumplir roles impuestos por las familias, los padres, los hijos, el esposo, la sociedad, la cultura o la religión, roles y formas de comportamiento que incluyen desde cómo hablar hasta como vestirse y lo peor, como sentir y cómo comportarse, y eventualmente, hasta como pensar para cumplir con las expectativas de terceros en una sociedad que no les da su valor, aunque, en mi opinión, este es mayor o cuando menos igual al de los hombres.
El escrito, cortito pero expresivo llamó mi atención, era el de una mujer que poéticamente reconoce y expresa su deseo de encontrarse, la cito “No soy yo”: “No soy yo, porque soy tiempo; soy pasado, soy presente y soy futuro. No soy yo, porque soy madre y soy hija o hermana. No soy yo, porque soy amiga y soy enemiga. No soy yo, porque soy cansancio y energía. No soy yo, porque soy efímera y ligera como una nube. No soy yo, porque soy su propiedad, porque soy su esposa y su mujer, porque soy su refugio y su apoyo; por eso no soy yo… Soy yo, cuando soy amante, cuándo soy mujer, cuando me siento hermosa y libre, cuando tengo un orgasmo y cuando libremente tomo su mano y me siento parte de el por decisión mía... Como cuando soy tu, mi Creador, una pequeña partícula a la que tu elegiste su tiempo de vida y su espacio,… para que fuera yo.”
Por respeto omito su nombre y simplemente dejo como firma: ¡Mujer!
Destaco del escrito la expresión: “cuando soy amante”, porque al amar, en el sexo y el orgasmo, la mujer es ella misma en toda su expresión e intimidad, al margen de roles... El orgasmo es una experiencia egoísta compartida, personal, maravillosa y única. Por eso, cuando la mujer es amante, es ella en toda su expresión femenina... Y por ende, extraordinaria y bella. En mi vida de hombre, los momentos de mayor intensidad fueron los compartidos al amar en dónde mi pareja era ella, libre, hermosa, expresiva, radiante, compartiendo su ser e intimidad conmigo, pero siendo ella… Por el contrario, como diría el poeta: “No hay peor soledad, amiga mía, que la soledad de dos en compañía”... realidad de la mayoría de las mujeres en México que aceptan vivir en la mediocridad de una aceptación social y familiar, antes que ser ellas mismas,... mujeres plenas y libres.
La vida es un suspiro, el tiempo entre nacer y morir pasa muy rápido como para no ser lo que somos y desarrollar todo nuestro potencial para ser lo que podemos ser en ese espacio de tiempo al que llamamos vida. Que drama que nuestras mujeres no puedan vivir en plenitud porque no pueden ser ellas mismas, porque no pueden expresarse o comportase libremente, porque no son dueñas de su cuerpo ni de su sexualidad, porque en esta sociedad son cosificadas y empujadas a ser como queremos que sean, no como son… respetuosamente recomiendo a las mujeres, la lectura de: “Mujeres de Ojos Grandes, de Ángeles Mastretta.
Después de recibir su escrito, pedí autorización a ¡Mujer! para compartirlo con Uds., como diría Catón, mis tres lectores; para sembrar una semilla de humanidad que dé fundamento a un cambio social en donde cada mujer pueda ser ella misma sin ser satanizada, estigmatizada o excluida, sin ser señalada si su decisión es ser libre o madre soltera o simplemente no ser ni madre ni esposa o cualquier estereotipo construido por una cultura que olvidó el respeto por las personas, todas, para imponer un “deber ser” a cada uno para, finalmente, convertirnos en productores y consumidores en esta sociedad de consumo, al margen de nuestra humanidad, nuestra individualidad, nuestro sentir y nuestro derecho a ser… Así de sencillo.
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