Diálogos de vida/Santiago Heyser
“Infidelidad”
Cada domingo en el espacio de: DIÁLOGOS DE VIDA, sin tintes religiosos y bajo la batuta de Santiago Heyser, Coach de Vida certificado por la Federación Mexicana de Life Coaching, atenderemos temas sobre la vida, sus problemas y una propuesta de solución.
Si quieres que se atienda un tema o una situación en particular, escribe al correo: [email protected] (sin acento) Todos los correos serán contestados y las situaciones que destaquen serán publicadas en el espacio dominical de Quadratín.
Todos los correos son confidenciales y por favor, no firmes con tu nombre, usa un seudónimo para que te identifiques con la respuesta. Seudónimos válidos son nombres de flor, de estrellas, planetas, animalitos, sentimientos o cualquiera no ofensivo que te haga sentir bien; ej. Creo estar enamorada… (firma: Mal correspondida)
Este domingo hablaremos de: “La infidelidad”; el próximo domingo, por espacio, continuaremos con el tema.
En tanto ¡Se feliz!...
Atentamente
Quadratín
“Infidelidad”
Uruapan, Michoacán, 11 de mayo del 2019
¡Es que me engañó!, es expresión común en parejas con problemas. La pregunta es: ¿de verdad te engañaron?, ¿no sabías como es la naturaleza humana?
Toda mi vida, por diferentes razones, he tenido inclinación por ser promiscuo (Diccionario: Dicho de una persona qué desea o mantiene relaciones sexuales con varias.), es decir, de una manera o de otra me han llamado la atención muchas mujercitas; unas simplemente para admirarlas, otras para conocerlas o con el deseo de cortejarlas… Cuando cumplí 45 años, después de dos divorcios llegué a una conclusión: no volver a hacer promesas ajenas a mi personal naturaleza. Prometer fidelidad o una unión para toda, en mi opinión es una falacia a partir de mi certeza de que lo que hoy soy va a cambiar mañana y de que lo que mi compañera es, también va a cambiar mañana, por lo que al ser diferentes personas en función de nuestra humana naturaleza cambiante, la pareja “ideal” que hoy somos, pue´ que no la seamos mañana. También llegué a la conclusión de que “el amor”, está sobrevalorado: ya que ni es eterno, ni todo lo puede. De hecho llegué a la conclusión de que el amor que nos ofertan en las novelas y las historias cursis ¡No existe!, y que el amor no es un producto terminado o un objeto, sino que el amor es un proceso que se construye día con día a través de escucharnos, disfrutarnos y adaptarnos en los cambios que vamos teniendo como personas y como pareja, de tal manera que una relación puede ser para toda la vida ¡Sí!, pero solo si nos respetamos en nuestra individualidad y en nuestras diferencias y trabajamos diariamente para que lo sea ¡Lo que no es común! Por el contrario, la pareja tiende a caer en un marasmo que le quita emoción a la convivencia y la convierte en rutina, lo que cada día nos aleja más. Para combatir ese “aburrimiento” que trae de manera natural la diaria convivencia, en mi opinión existen dos recursos: el primero es la risa; estoy convencido de que una pareja que ríe no se separa; porque nadie se va de donde está divertido. El segundo recurso es el sexo frecuente, rico, pasional, excitante e innovador; en otras palabras, cuando una pareja “coge” rico, la unión perdura; es por tanto una tarea de cada uno de los cónyuges, alimentar el libido de ambos y la emoción de la unión carnal con su pareja, así como tener juegos cuya variación y diversidad haga del sexo una aventura de permanente descubrimiento, al compartir en lo cotidiano la emoción y el placer de reconocerse y conocerse en intimidad, cada día ¡Como si fuera la primera vez!...; y con esta reflexión entramos en tema:
La promiscuidad tiene la virtud de la emoción instintiva, de la conquista, del cortejo, de levantar la autoestima al sentirse uno capaz de atraer a otra persona, de gustar y de la novedad. Lo sé, no usé la palabra “infidelidad” adrede, porque considero que son dos cosas diferentes, la promiscuidad que como expresé es simplemente el deseo que se tiene por otra o varias otras personas y la infidelidad que implica el alejamiento o desamor de la pareja y el encuentro en intimidad con otra persona con la que se construye una relación fundamentada en emociones nuevas y sentimientos “amorosos”. La promiscuidad, en mi opinión, es algo instintivo y eminentemente físico, la infidelidad, en mi opinión, es algo emocional. Dicho en otras palabras, en la promiscuidad el motivador es el placer sexual y la novedad de conocer o descubrir (conocer) a otra persona en su intimidad, en la infidelidad el motivador es el enamoramiento y el sexo con una nueva persona, basado en el desenamoramiento de la pareja… ¡Momento Santiago!, estarás pensando: ¿eso quiere decir que la promiscuidad no es infidelidad?... ¡Sí!, eso quiere decir,… y más; desde mi punto de vista la promiscuidad es intrascendente en la intimidad y en la vida de pareja y la infidelidad, por cuestiones de salud mental y emocional, debería ser causa de la terminación respetuosa de una relación.
Hace años, dando una plática a treinta Señoras divorciadas, en donde la causa más común de la separación fue la promiscuidad de la pareja, pregunté: – ¿A cuántos hombres fieles conocen?... – ¡A ninguno!, fue la respuesta en coro del grupo… Entonces, volví a preguntar, -¿Por qué si ningún hombre es fiel, ustedes esperan que su pareja lo sea?... ¡Silencio!, fue la respuesta. Antes de que vengan los reclamos por cuestiones de género, aclaro, si bien mis historias tienen un punto de vista masculino (obvio), aplican de igual manera para hombres y mujeres, es decir, el libido de la mujer es igual al del hombre, y de la manera como al hombre instintivamente le son atractivas diferentes mujeres, a la mujer le atraen diferentes hombres,… nada más que por estigmatización social y cultural, las mujeres tienden a ser más discretas y reservadas que los hombres, cosa de ver como socialmente a una mujer promiscua, se le llama “puta” y a un hombre promiscuo se le dice “galán”… ¡Así de sencillo!; pero de esto, porque se acabó el espacio, seguiremos platicando el próximo domingo en esta su columna: ¡Diálogos de vida!
Un saludo, una reflexión.
Santiago Heyser
Coach de Vida