Diálogos de vida/Santiago Heyser
“Si matrimonio, pero…”
Dicen los que saben, que el hombre casado vive más que el hombre soltero; lo que no aclaran es quién vive mejor.
La semana pasada hable de cómo, durante siglos, el matrimonio cumplió una función social para dar estructura jurídica a la familia como célula base de la sociedad moderna, lo que en su momento fue útil y quizás funcional; como también describí como la institución matrimonial, con el cambio de roles del hombre y de la mujer en la sociedad moderna, dejó de funcionar y hoy, en mi opinión, en lugar de aportar calidad de vida, genera frustración y conflicto… El punto es: ¿es el matrimonio una institución que pueda ser rescatada?, o, simplemente se va a acabar en 10 o 50 años dejando en el camino a miles o millones de parejas frustradas por haberse casado y no haber obtenido una mejor calidad de vida; mientras se enriquecen los abogados que litigan divorcios… O quizás, solo digo quizás, el matrimonio todavía es válido para algunas personas o dentro de algunas sociedades, en tanto para otras es disfuncional… ¡Partamos de ahí!:
¿Para quienes puede ser funcional el matrimonio?: una hipótesis sería que el matrimonio es adecuado para quienes prefieren, dejan o simplemente son guiados por otros; es decir, para aquellos que prefieren ser dirigidos que tomar las riendas de sus vidas. Para este tipo de personas y estoy pensando en personas religiosas o creyentes, las reglas de vida se las dictan terceros erigidos o autonombrados como guías, ministros, gurúes, curas, maestros o sacerdotes. A ese tipo de personas les molesta pensar, tienen temor a cuestionar y les da flojera analizar para llegar a sus propias “verdades”. Este tipo de personas se sienten cómodas creyendo y siendo guiadas; aceptan que otros les digan que hacer y que les definan lo que es correcto o incorrecto, que es virtud y que es pecado, que es bueno y que es inmoral; en ese tenor, el que les digan cuáles son sus derechos y obligaciones en una relación conyugal les sienta bien, les quita el esfuerzo de pensar y decidir, viven y actúan de acuerdo con las reglas jurídicas, sociales, culturales y religiosas. En general son personas que les afecta el: ¿qué dirán? y que buscan la aceptación de otros; aunque estas sean contrarias a sus deseos y a su naturaleza, y peor aún, aunque ello no les dé felicidad. Por un momento imagino a quienes siguen una religión que prohíbe la transfusión de sangre e imagino del dolor de ver morir a un ser querido, en tanto se justifican y congratulan de “obedecer” un supuesto precepto divino; es decir, dentro de la programación de sus cabecitas, al margen de todo proceso racional, se privilegia la obediencia a supuestos dogmas, sobre la salud y vida de seres queridos, con la justificación de una promesa de “paraíso eterno” por haber obedecido a la deidad que les comunica sus designios por medio de “los elegidos”, esos que dicen representar a Dios en la tierra y que pasan la charola para vivir cómodamente de los diezmos… Otros para los que pudiera ser funcional el matrimonio, sería para los que, sin amor, deciden formalizar una unión conyugal por intereses; en ese caso, sin duda la necesidad de un contrato es patente, ya que se privilegia lo material sobre lo afectivo y lo emocional. Y finalmente, quizás el matrimonio y las obligaciones contractuales sean necesarias para quienes, a través del contrato matrimonial, buscan la posesión o el control del cónyuge, como si se tratara de una cosa o de un bien que se adquiere y no de un ser humano cuya esencia es ser libre con derecho a aspirar a ser feliz.
¡Un momento, Santiago!, ya me hiciste bolas, estarás pensando amable lector... De acuerdo regresemos a la definición de matrimonio. Cito del diccionario de la Real Academia Española: “Unión de hombre y mujer (Aunque ahora se permite de todo y ojo, se quitó aquello de: para preservar la especie...), concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses.”… De entrada, para mantener una comunidad de vida no requiero de formalidades legales, para cuidar y mantener intereses ¡Sí!, y en mi opinión, es ahí radica el problema del matrimonio y del contrato matrimonial, que convierte una relación que desde mi punto de vista debería ser acorde con nuestra naturaleza humana que aspira a la libertad, en una obligación, lo que es antinatural y por lo tanto disfuncional;… a menos que nos guste que nos digan que podemos y que no podemos hacer; lo que en la práctica podemos aceptar, pero que en nuestra vida no nos traerá felicidad al ir en contra de nuestras esencia de seres libres…
Conclusiones: En mi opinión, para aquellos que gustan de que les digan que hacer y les dirijan la vida, el matrimonio, tal y como se le conoce hoy, es funcional; para quienes gustamos de la libertad y del actuar con base en nuestra razón y libre albedrío y que privilegiamos el sentimiento, la solidaridad, la igualdad, la subsidiaridad y el amor sobre las obligaciones contractuales, el matrimonio es disfuncional e innecesario. Una alternativa social, sería adecuar el matrimonio civil (el contrato matrimonial) a la realidad actual respetando la naturaleza del ser humano, es decir, actualizarlo, pero ese es otro tema. Respecto al matrimonio religioso, como lo considero un sinsentido ajeno a la Ley Natural, al provenir del mandato de autonombrados representantes de Dios que son nadie, simplemente me abstengo de opinar, finalmente, cada quién su vida; o como diría mi abuela: “El que por su gusto…” ¡Así de sencillo!Un saludo, una reflexión