Diálogo/Mateo Calvillo
DESPERTAR Y RENACIMIENTO DE MÉXICO
IV Parte
México es su gente. No es posible su renacimiento sólo con dinero y jugadores nuevos, sin un sistema de valores, divinos y humanos. Es construir sobre arena.
Todo mexicano consciente desea con vehemencia un cambio para salir de la corrupción, establecer la justicia y la verdad. Vivimos un momento histórico, extremadamente importante para realizar el cambio de la nación, no sólo de los actores políticos. Estamos en un momento crucial, de graves consecuencias para el cambio acertado, no se puede fallar.
El cambio requiere regeneración de las personas. Es un compromiso inscrito en el nombre de un movimiento, MORENA, que si no regenera se queda en MONA.
La regeneración no se realiza en un instante ni por un decreto ni por el ejemplo de alguien que se cree muy puro y con su ejemplo va a purificar el gobierno pero que que da fuero a un criminal, Napoleón Gómez Urrutia.
En la doctrina católica de Cristo el cambio, la conversión es explicada. Es necesario morir al hombre viejo de mañas, corrupción y bajas tendencias, egoísmo y ambición de dinero y poder. Y hay que renacer al hombre nuevo que tiene otros valores, que busca servir, que piensa en los humildes.
Un cambio trascendental está lógicamente apoyado en un sistema profundo, bien trabado de ideas.
Son las ideas las que cambian el mundo, así los filósofos enciclopedistas desencadenaron la revolución francesa.
El presidente de México no puede guiarse por ocurrencias o acciones pragmáticas, debe tener un pensamiento profundo, apoyarse en un sistema de valores, guiarse por un proyecto para un modelo de nación.
Los valores universales e inmutables son los cimientos del gobierno. Estos dimanan de la persona humana, primer valor y fuente de valores, son la verdad, la libertad, la justicia. Así lo enseña la sabiduría milenaria de Dios que la Iglesia pone al servicio de la nación.
El presidente y servidores públicos necesitan una visión adecuada del hombre, de la sociedad, la nación, el universo. Vamos al fracaso si no consideran al hombre en su dimensión integral de cuerpo habitado por un espíritu, poseedor de un destino eterno, con dinamismo y exigencias espirituales. No se puede reducir al hombre a un ente temporal y corporal, agente de producción y sujeto de consumo.
En esta dimensión integral, aparecen los valores para construir el bien integral del mexicano. Un primer valor es la verdad, como algo que existe y se puede conocer, independiente del hombre y superior a él, no la puede tocar ni cambiar.
Un riesgo terrible acecha las iniciativas y proyectos de Manuel Andrés “en el relativismo ético que induce a considerar inexistente un criterio objetivo y universal para establecer el fundamento de una correcta jerarquía de valores”. ese criterio es la verdad.
La verdad existe como un valor universal e inmutable. Se impone a los hombres que tienen que acatarla. Ningún caudillo le puede meter mano, no la puede definir en alguna pretensión satánica. Hay que ponerla como fundamento de la gestión social.
El presidente y los gobernantes deben tener una reflexión amplia, global, conocer la verdad del hombre, de la sociedad, de Dios. El presidente debe ser el más sabio de los mexicanos. El pragmatismo, las ocurrencias, las decisiones que no entran en una unidad superior, en un proyecto de nación son fuerzas dispersas, palos al aire.
La gran oportunidad del cambio esperado puede ser desaprovechada y defraudar la esperanza. Sería inimaginable la decepción de las multitudes de México, una decepción que se da en la historia y que no es tan rara.
Los jefes, si no se conforman a ella son mentirosos y falsos. ¿Qué se puede hacer con un caudillo que no tiene verdad, honestidad, sinceridad ni coherencia?
Quien hace promesas que no piensa cumplir o que no sabe con qué dinero cumplir está mintiendo, no tiene la verdad. Lo mismo pasa con quien hace afirmaciones que no sostiene después. Hay muchos casos en el momento actual de cambio de gobierno que, con un poco de atención, se pueden detectar.
Quien niega sistemáticamente los delitos del partido, como una conocida una presidenta, está atentando contra la verdad. Así negaron el desvío de recursos de los damnificados a su campaña política, el presidente electo calificó la sanción merecida de “una vil venganza”.