Descalificaciones de un novillero a un torero triunfador
Descalificaciones de un incipiente novillero para un torero triunfador
Hace unas semanas escuché a un incipiente novillero hablar pestes de un matador de toros que ha triunfado en cinco países. Lo calificó, más bien dicho, intentó descalificar su tauromaquia, y dijo de él cuanta lindura se le vino a su desproporcionada lengua. Habló como si supiera, como si tuviera autoridad moral para adjetivar negativamente a quien a la edad del imprudente ya había tenido triunfos resonantes en España y Francia.
El padre de ese chaval que no ha dado señales de tener tamaños para brillar, lo que espero que logre a pesar de él mismo, escuchaba con rostro un tanto apenado. Yo me limité a decirle que hay que darle tiempo al tiempo. Y lo dije porque no tenía sentido enfrascarse en una discusión con quien, al menos, debería ser prudente para no tropezarse más de lo que se ha tropezado, pero lo veo difícil, porque se carga un alter ego que se le nota desde del Punhuato hasta el Quinceo.
Todos nos equivocamos al emitir juicios, sobre todo cuando se trata de la fiesta más bella de todas las fiestas, donde hasta de la verdad propia hay que sospechar, porque en todo entra en juego la subjetividad. Pero que un chaval que no termina de entender que le falta seriedad, disciplina, compromiso y responsabilidad se atreva a emitir juicios descalificatorios acerca de aquel al que debería tener entre sus ejemplos a seguir, habla de un gran desequilibrio.
No voy a decir aquí nombre alguno, aunque sé que ya di datos del torero al que se intentaba descalificar. Y no los voy a dar, por respeto principalmente a es imberbe chaval que sin haber demostrado más nada en los ruedos, se ha ido de la lengua. Pero sí es de esperar que en lo sucesivo intente ubicarse y entender el lugar en el que él se encuentre para que empiece a tomar el camino correcto, que es el de la evolución en eso que indudablemente es su pasión.
Y no es que el torero del que se habló sea intocable o perfecto, ninguno lo es, porque en eso de la torería el que no cae resbala, sino que el chaval debe tener claro que tarde que temprano necesitará que aquel que le lleva un mundo y medio de ventaja le dé un empujoncito, una ayudadita, para ver si logra descollar. Antes, se respetaban las jerarquías en la fiesta brava y todavía muchos becerristas, novilleros y toreros las respetan. Eso no debe cambiar.
En suma, es deseable que el incipiente novillero reconsidere sus actitudes, controle su lengua, se discipline y aprenda a respetar a sus mayores, que ese torero se lo lleva de calle en estatura torera, sabiduría, experiencia y triunfos. Ojalá, eso sí, que ese chaval logre un día aprovechar alguna oportunidad que se le presente y que evolucione lo suficiente para que pueda aspirar con bases a cimentar una carrera exitosa, ojalá, porque por ahora le falta muchísimo.
Ah, por cierto, al diestro lo veremos pronto en la Monumental de Morelia. Así sea.