¿De qué va eso de la violencia vicaria?
En días recientes hemos escuchado hablar cada vez más sobre la violencia vicaria, un tipo de violencia de género, si bien no nueva, sí apenas nombrada de este lado del continente, visibilizada principalmente por las colectivas feministas y mujeres que la padecen en manos de sus parejas o exparejas, generalmente hombres violentos, quienes utilizan a las hijas e hijos para causar un dolor emocional a la madre, al sustraerles o impedirles verlos.
A través de la fuerza, la mentira, la manipulación e incluso mediante mecanismos legales, el violentador hace una demostración de poder sobre la mujer que ha decidido terminar una relación, para causar un daño psicológico-emocional directo sobre la madre, pero que invariablemente repercute sobre los derechos e integridad de las niñas, niños y adolescentes.
Como ocurre con otros tipos de violencia de género, la violencia vicaria, tiene su raíz en un conjunto de roles y prácticas machistas no sólo al interior de los hogares, sino que además estas se encuentran arropadas por las instituciones, por esta falta evidente aun de sensibilidad y perspectiva de género, como de los derechos de las infancias; en principio por quienes son el primer contacto de las mujeres al momento de denunciar, como son los ministerios públicos y posteriormente, por los propios operadores de justicia, los jueces.
Las redes de poder político y económico son también otro ingrediente que permite a los padres sustractores evadir la justicia, tanto como la posibilidad de interponer denuncias en contra de las madres que, sin estar suficientemente sustentadas, no pocas veces otorgan la custodia a estos padres, cuya motivación responde más a un acto de poder o de venganza que a una acción emanada del amor, cuidado o protección de los hijos.
En España, por ejemplo, se ha documentado que la violencia vicaria ha desencadenado en otro tipo de violencias ejercidas contra los hijos, tales como la violencia física, psicológica, abuso sexual y llevados a casos extremos a infanticidio.
Otra de las características de este tipo de violencia, se observa en su relación con la violencia económica ejercida por los varones, también conocidos como deudores alimentarios, contra sus parejas o exparejas, quienes aprovechan la dependencia económica de las mujeres para amenazarlas o presionarlas, al grado de verse obligadas a contactarlos para cubrir las necesidades de sus hijos. El dato no es irrelevante cuando se piensa en contextos como el mexicano en el que la participación económica de las mujeres es de apenas 46% y esta disminuye aún más conforme aumenta el número de hijos, del mismo modo que son las mujeres las que concentran los empleos no formales, así como aquellos de menor ingreso.
La dependencia económica de las mujeres madres, ligada en buena medida a la priorización que estas han tenido que hacer como parte del cuidado de los hijos y los quehaceres domésticos, frente a sus actividades económicas y/o profesionales; es un elemento clave para entender las razones por las que la violencia vicaria es considerada violencia de género; como violencia ejercida principalmente de hombres contra mujeres, pero desde luego no excluyente en el caso contrario. Pues, aunque son menos los casos, podrían aquí también contarse los padres a quienes sus parejas les arrebatan la posibilidad de ver a sus hijos, a través de los mismos mecanismos a los que ya se hacía alusión, tales como el chantaje, la mentira, la manipulación e instrumentos legales.
El 11 de mayo pasado, a propósito de la celebración del 10 de mayo en nuestro país, se declaró Día de la lucha contra la violencia vicaria, a fin de visibilizar este tipo de violencia, que ha encontrado en las agrupaciones y colectivos, como ocurre con los casos de mujeres madres de hijos de desaparecidos, apoyo emocional y asesoría legal. Y que, como parte de la ruta para su reconocimiento e identificación, hoy forma parte ya de la agenda de luchas feministas, en favor de una vida libre de violencia, tanto para ellas como para sus hijas e hijos.
En la atención a esta problemática, se conformó el colectivo Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria, quienes han brindado apoyo a poco más de 900 mujeres en todo el país. Del mismo modo, desde el ámbito legislativo se han realizado diversas propuestas para incluir la violencia vicaria dentro de las violencias ejercidas contra las mujeres, y por lo tanto son constitutivas de delitos.
Los estados de México y Zacatecas ya cuentan con legislación en la materia, aunque ya se revisan iniciativas en otras entidades, como a nivel federal desde el Senado; su objetivo se ha centrado en el reconocimiento e identificación de la violencia vicaria tanto por las propias víctimas como por las autoridades, a fin de que estas puedan proporcionar mecanismos de protección para las madres y sus hijos, garantizar procesos judiciales transparentes y expeditos cuyas resoluciones deberán estar orientadas desde la perspectiva de género como por la salvaguarda del interés superior de las y los niños.
El tema de la violencia vicaria esta puesto ya en las agendas de derechos de las mujeres a vivir una vida libre de violencia en nuestro país, sin embargo, esto es apenas el comienzo para sensibilizar y visibilizarle, como un desencadenamiento de un contexto de violencia sí generalizada, pero que como pasa con otras violencias de género, ésta coloca a las mujeres como víctimas de un sistema que consciente y reproduce las relaciones de opresión de hombres contra mujeres al mismo tiempo que violenta y lastima a niñas y niños en su dignidad e integridad, psicológica, emocional y física.