De Oaxaca para México/Gerardo A. Herrera Pérez
Conocer el estado de Oaxaca y sus costas fue una experiencia significativa; llegar a Oaxaca capital y entender la cosmovisión en la que se mueve su población sigue resultando enigmático. Con 570 municipios, de los cuales 418 son preponderantemente de población indígena y hablantes de lenguas originarias, constituye una diversidad cultural y social, basada en la multiculturalidad, desarrollo y autonomía de los pueblos originarios.
Sus diversas regiones nos permiten identificar esa diversidad cultural y social en la que sustenta su desarrollo humano y desde luego uno de sus orgullos la Guelaguetza: La Cañada, Costa, Papaloapan, Valles Centrales, Istmo, Mixteca, Sierra Norte y Sierra Sur, constituyen la grandeza de esta región mexicana.
Su población, al igual que en muchos estados federados tiene que salir a buscar oportunidades de desarrollo: mujeres y hombres jóvenes migran a diferentes ciudades, entre ellas, Ciudad de México, Puebla, Jalisco, Nuevo León, Michoacán, Guerrero, en donde luchan por realizar sus sueños: educativos, laborales y, de crecimiento humano.
Existen dos municipios muy pequeños, como la mayoría de ellos: uno, San Pedro Quiatoni y el segundo, Santa Magdalena de Jicotlan, que se ubican en la región de Valles Centrales, ambos cercanos relativamente a la ciudad de Oaxaca.
Ambos municipios Son cabeceras municipales pequeñas y cuya densidad de población es muy baja; San Pedro tiene cerca de diez mil habitantes en tanto que Santa Magdalena llega a menos de cien personas, pero las dos cabeceras municipales son hermosas.
Pero lo importante que tiene Oaxaca es su gente, su gastronomía, su historia, sus pueblos y lenguas originarias que representa un orgullo para los oaxaqueños, pero también para los mexicanos.
El gran potencial de Oaxaca, tanto en San Pedro Quiatoni, como Santa Magdalena de Jicotlan, son sus hombres y mujeres jóvenes que deben migrar para alcanzar sus sueños. Aquí mismo tuve la oportunidad de Conocer a Mireya, joven que está luchando por abrir camino en su vida y dedica su tiempo a dar la atención a la reproducción e impresión de materiales, generosa en su condición humana, responsable y respetuosa se gana el cariño de las personas, de muchos morelianos de quienes ha logrado su confianza; lo expreso porque en ocasiones siempre habrá quien manifieste que llegan jóvenes de distintas partes de la geografía mexicana para ocupar lugares para estudiar en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, no obstante debemos de reconocer que muchos de ellos, son personas que están buscando labrar un mejor futuro para ellas y sus familiares y que en esa condición debemos de colaborar para hacer realidad sus sueños.
Otro gran ejemplo de los jóvenes oaxaqueños es Perfecto, un talentoso muchacho con una gran capacidad crítica y analítica que dejo su tierra para migrar al norte del país, él ahora está en la Universidad de Nuevo León, estudiando una carrera profesional en relaciones internacionales; el esfuerzo para mantener su estancia en aquella región norteña no es sencillo, debe de trabajar y estudiar para lograrlo. Pero lo reitero, gracias a su compromiso y responsabilidad y muchos sacrificios, Perfecto ahora se encuentra por concluir esta etapa de su vida profesional; es decir, su lucha está valiendo la pena porque sus sueños se harán realidad.
Comparto estas dos historias de vida, como lo he hecho en distintas ocasiones de otras personas y organizaciones de la sociedad civil, porque nos damos cuenta de que muchos entes sociales provienen de una lucha permanente de esfuerzo y no de los privilegios. Ver a personas con interés de superarse y ser ejemplo de trabajo y responsabilidad es algo que debemos compartir para motivar a otros jóvenes, a otras personas, insistiéndoles que una lucha permanente da frutos y que en esa cosecha también están las ilusiones de los padres y la familia, la propia de las personas, pero sobre todo la gran oportunidad de México de estar formando a grandes hombres y mujeres para el desarrollo de nuestro país. Felicidades Mireya y Perfecto.
San Pedro Quiatoni