Cumbre de adultos mayores

En el marco del Día internacional de los adultos mayores, se realiza la Primera Cumbre de los Adultos Mayores, que organiza la Fundación El Sol. En dicha cumbre han participado diversos actores políticos y sociales provenientes de las representaciones de embajadas, organizaciones y personas adultas mayores, ofreciendo sus propuestas para mejorar la condición de vida de las personas adultas mayores sobre tres ejes: el respeto a los derechos humanos y sus libertades, el cumplimiento de los acuerdos internacionales, así como, el respeto a la vida y a la dignidad humana.
Desde este enfoque, se han presentado diversas problemáticas sentidas no solo en América Latina y el Caribe, sino también las complejidades de otros espacios del mundo. Desde la posición que observo yo en México, encuentro los siguientes elementos en los cuales se debe de seguir trabajando para fortalecer la dignidad humana de las personas adultas mayores.
Continúan en algunos espacios públicos y privados los mecanismos de opresión para someter, controlar y disciplinar los cuerpos de los adultos mayores, es decir, en este sentido, continúan siendo población en condiciones de vulnerabilidad. Si bien, debo reconocer el diseño de la política pública de la pensión universal para adultos mayores del Gobierno Federal, aun no se ha logrado establecer una cultura de envejecimiento en todos los campos de la vida y de la educación dentro de sus mallas curriculares, para que hoy la vida de un adulto mayor se encuentre, rodeada de salud, bienestar y calidad de vida, que aseguren el respeto a la dignidad humana.
Las brechas generacionales son un fenómeno demográfico natural, pero que además es irreversible, por más que en el mercado se encuentren bienes, servicios y productos para mantener la jovialidad de un adulto mayor, es decir, el envejecimiento afectará la biología de un cuerpo, su psicología y su posición de poder en la sociedad, la politicidad, dicho de otra manera, la capacidad de negociación y poder dentro de la familia y en su entorno cambia, se modifica, se trastoca y se acentúan los mecanismos de opresión contra dicho cuerpo, la invisibilidad, el estigma, el prejuicio, la violencia, la exclusión, la discriminación, en ocasiones la muerte.
El envejecimiento de la población va en aumento, y se estima que para el 2030, la población mexicana será adulta mayor en una cantidad igual al treinta por ciento del total de las y los mexicanos, situación, que prevé generar las condiciones en todos sentidos, desde las normas, las estructuras públicas, así como el diseño de las políticas públicas de todo tipo, pero sobre todo de salud pública, que les permita mejores condiciones y oportunidades para una vida saludable y desde luego de calidad.
Haciendo un recuento sobre las problemáticas que atraviesan los adultos mayores, esta la falta de una cultura del envejecimiento y los mecanismos de opresión en los que viven; un mercado que les plantea a la población adulta el consumo de bienes, servicios y productos para mantener la juventud, la apariencia, el hedonismo, pero no necesariamente su salud física, su salud sexual; la existencia de un patriarcado que a los adultos mayores los hace a un lado, y que solo los ocupa para servir a las labores de cuidado de los miembros de la familia (nietos, nietas) cuando estos pueden, pero que además en el patriarcado hacen que los hombres adultos mayores transiten de un poder físico, a un poder de sabiduría, no obstante a la mujer no le pasa lo mismo, siempre seguirá ejerciendo su misma funcionalidad en la atención, los cuidados y los quehaceres del hogar, es decir, sí pueden éstos, sino, serán objeto de los cuidados de otros.
Por otro lado, la vejez desafortunadamente se asocia a desnutrición, enfermedad, y acceso precario a los sistemas de salud; la precariedad y la pobreza, aun cuando debo de reconocer el gran apoyo de la pensión universal del gobierno federal, son aún insuficientes los recursos para atender todas las necesidades de salud, tratamientos, medicamentos y otros que no son cubiertos por el gobierno. Visto así, me lastima decirlo, pero, es un binomio del envejecimiento, por un lado, la desigualdad social, la precariedad, y por la otra la disminuida atención institucional, lo que genera el deterioro físico y mental de los adultos mayores.
Desafortunadamente, también la violencia y el maltrato que reciben los adultos mayores no solo dentro de la familia, sino en los espacios públicos, por su lentitud en el andar, en el pensar, y en el comer, pero sobre todo la demencia, se encuentran presentes en nuestra sociedad. Muchos adultos mayores viven solos, se aíslan con todas las consecuencias que eso genera; de igual manera la falta de infraestructura en centros de salud, clínicas de primer nivel, y especialistas para atender a adultos mayores continua vigente.
Si bien, hoy tenemos un marco normativo de manera universal, regional, nacional y estatal que apoya los derechos humanos de las personas adultas mayores, pero también tenemos estructuras operativas como el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM), el cual tiene políticas públicas para reducir la inequidad y promover los derechos de las personas mayores, pero además se cuenta con una pensión universal para adultos mayores, por lo que considero es que se requiere es impulsar la creación y desarrollo de conciencia entre la población, tanto de adultos mayores, como de aquellos que aun no lo son, para de manera paralela, impulsar y hacer posible instrumentar una cultura del envejecimiento, de la tolerancia, del respeto a la dignidad humana de este segmento de población.
En esta reflexión me parece que son contundentes las necesidades a atender de los adultos mayores a través de las siguientes estrategias: Primero, que se dé cumplimiento al marco normativo de dimensión universal, regional, nacional y local en su beneficio y pleno respeto a la dignidad humana; Segundo, fortalecer con estructuras operativas en los países que permitan contar con personal institucional formado, informado, capacitado, sensibilizado, con manejo de un discurso público sustentado en los valores, principios y virtudes sociales que reconozcan a los adultos mayores en sus derechos, libertades, y dignidad humana; Tercero, contar con un diseño de política pública en sus perspectivas de derechos humanos, igualdad y no discriminación, interculturalidad, perspectiva de género incluida la diversidad sexual, la cultura de la paz y la perspectiva de sostenibilidad, y desde luego la perspectiva de la vejez con enfoque interseccional. Cuarto, se requiere de crear y desarrollar una conciencia social de la vejez; Quinto, continuar dirigiendo recursos públicos para fomentar la investigación y diseñar nuevos modelos gerontológicos de personas que atienden a adultos mayores; Sexto, continuar trabajando contra la violencia y opresión; Séptimo: llevar a cabo una política pública para cuidar de la salud mental y el bienestar físico, a través de acciones de prevención.